El sonido, la maquina, el bolígrafo

José María Valverde ha sido siempre un hombre preocupado por el hecho de la lectura. En no pocas ocasiones ha recordado que el examen de ingreso al bachillerato que él estudió era "una lectura en voz alta y unas cuentas. La persona que sabía leer en voz alta un libro y sabía dividir ya podía entrar en el bachillerato. Y si hiciéramos la primera prueba, la de la lectura, mucha gente no podría entrar en nuestras facultades humanísticas. La mayoría de la gente está perdiendo el oído. No siguen la melodía de una frase cuando leen y eso hace que también hablen mal. Cuando se enfrentan con un texto,...

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José María Valverde ha sido siempre un hombre preocupado por el hecho de la lectura. En no pocas ocasiones ha recordado que el examen de ingreso al bachillerato que él estudió era "una lectura en voz alta y unas cuentas. La persona que sabía leer en voz alta un libro y sabía dividir ya podía entrar en el bachillerato. Y si hiciéramos la primera prueba, la de la lectura, mucha gente no podría entrar en nuestras facultades humanísticas. La mayoría de la gente está perdiendo el oído. No siguen la melodía de una frase cuando leen y eso hace que también hablen mal. Cuando se enfrentan con un texto, no se enteran. Leer así no sirve para nada".El problema, siendo de lector, es también de autor: "Al escribir es cuando el escritor debe estar oyéndose a sí mismo, de manera que el escribir es siempre escribir al dictado. Esta situación, para la poesía, es mortal. Ha llegado un momento en que los poetas no quieren leer sus poemas en voz alta ni aunque se lo pidan, al revés de lo que siempre había ocurrido, que los poetas iban con los versos en el bolsillo deseando leérselos a los demás. Quiere decir que ellos mismos no tienen el sentido del sonido de lo que han escrito sobre el papel y se horrorizan cuando Se les invita a leerlo en voz alta; por otra parte, una invitación muy rara".

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"Hay una segunda cuestión", sigue Riquer, "yo creo que dentro de unos años, si progresan los análisis literarios bien enfocados, se podrá saber si una novela actual está escrita a mano o está escrita a máquina, porque a máquina el período sale más amplio ya que el escritor escribe más deprisa y puede ampliar el nexo sintáctico". Es una opinión que no comparte en absoluto su compañero de escritura: "Yo noto que cambio el estilo según escriba a mano o a máquina, pero no en el sentido de Riquer, sino porque cuando escribo a mano voy intercalando cosas y retrocediendo mucho más y corregiendo. En la máquina me sale un estilo más sencillo y de períodos más breves. La relación entre los dedos y las teclas me es incómoda y nerviosa y en cambio el bolígrafo y el lápiz me da un placer físico incluso de uso".

"Yo creo que el mejor invento es la pluma fuente", afirma nostálgico Riquer y corrobora Valverde: "Si la pluma fuente tiene una calidad estética que el bolígrafo no tiene. Y hace perfiles gruesos y estrechos...". Sigue Riquer: "Y corre de una forma que el bolígrafo no corre. No hablemos de la pluma con plumín,. el mojar era estupendo". Y Valverde sentencia: "El mojar era como la pausa para respirar".

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