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La política de control de armamentos de EE UU

El autor de este artículo, jefe de la delegación de EE UU en las START con la Unión Soviética, expone los puntos de vista de su Gobierno en torno al control de armamentos y manifiesta su confianza en llegar a un acuerdo. Basa esta afirmación tanto en la presión que ha de suponer el programa de modernización defensiva del presidente Reagan, como en la acuciante necesidad que tiene la URSS de alcanzar un entendimiento.

Estados Unidos concede gran importancia al control de armamentos. Para atenuar los riesgos de guerra y promover un mundo pacífico y un equilibrio estratégico sin incertidum...

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El autor de este artículo, jefe de la delegación de EE UU en las START con la Unión Soviética, expone los puntos de vista de su Gobierno en torno al control de armamentos y manifiesta su confianza en llegar a un acuerdo. Basa esta afirmación tanto en la presión que ha de suponer el programa de modernización defensiva del presidente Reagan, como en la acuciante necesidad que tiene la URSS de alcanzar un entendimiento.

Estados Unidos concede gran importancia al control de armamentos. Para atenuar los riesgos de guerra y promover un mundo pacífico y un equilibrio estratégico sin incertidumbres, estamos desarrollando un gran esfuerzo dirigido a la reducción y limitación de las armas que contribuyen al peligro y a la inestabilidad. Las START son importantes porque afectan no sólo a nuestra propia seguridad, sino a las esperanzas y temores de toda la humanidad.Pretendemos lograr un acuerdo equitativo, verificable, que reduzca a niveles iguales y sensiblemente más bajos las fuerzas nucleares de: ambos lados. Hay que insistir en lo de verificable, porque no basta con lograr un acuerdo, sino que -hemos de tener la seguridad de que las condiciones de¡ mismo van a ser cumplidas.

Quiero afirmar que confío en nuestras posibilidades de éxito, en lo que se refiere a alcanzar un acuerdo con la URSS basado en reducciones, igualdad, estabilidad y verificabilidad.

En anteriores negociaciones habíamos hablado sobre limitación de misiles estratégicos. La fijación de límites sobre el número de cohetes no es suficiente. Queremos reducción sustancial de los arsenales nucleares de ambos la dos. Son las cargas nucleares, y no los proyectiles, los que matan. Para empezar, hemos propuesto una reducción muy fuerte, de un tercio del número de las cargas montadas en los misiles balísticos desplegados. Éste ha sido y es el elemento central de nuestra pro puesta. El tener menos armas disminuirá el riesgo de guerra nuclear. Nuestro esfuerzo se dirige a garantizar una paz auténtica y duradera en el mundo, en la que estén garantizadas nuestras libertades. La paz verdadera es nuestra aspiración, y no una paz falsa en la que podamos ser víctimas del chantaje nuclear. He aprendido en mis muchos años de negociación con los soviéticos que para ellos la forma es tan importante como el contenido. Mis años de experiencia, en este sentido me hacen estar convencido de que no aceptan fácilmente cambios.

Las audaces reducciones que hemos propuesto en los dispositivos estratégicos sólo recibirán aceptación por los soviéticos cuando estén convencidos de que tales disminuciones sirven tanto a sus intereses como a los nuestros. Por nuestra parte, estamos convencidos de que la propuesta norteamericana constituye una excelente base para un acuerdo cabal, igualador y verificable que haga disminuir el riesgo de guerra mediante una reducción sensible del número de armas nucleares en poder de cada lado, y en especial mediante la reducción de los dispositivos más desestabilizadores.

El avanzar hacia la igualación a niveles inferiores y hacia unos dispositivos armamentistas más estabilizadores mejorará la estabilidad en tiempos de crisis. Dijo en una ocasión Harold Brown (secretario de Defensa con el presidente Carter) que "cuando aumentamos nuestro arsenal, ellos aumentan el suyo; cuando no lo hacemos, ellos siguen haciéndolo". Los soviéticos, han multiplicado sus fuerzas hasta tal nivel que nuestra posibilidad de disuadirles está siendo gravemente erosionada.

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Por tanto, el apoyo al programa de modernización defensiva del presidente Reagan resulta de importancia vital.

El programa de modernización

El programa de modernización que se pretende llevar a cabo la Administración Reagan pretende el restablecimiento del equilibrio y, asimismo, estimular a los soviéticos a negociar con mayor seriedad unas reducciones auténticas. No creo en la dotación de fondos para la fabricación de unas fuerzas estratégicas destinadas a ser empleadas como elementos de negociación. Creo, no obstante, que la inversión en investigación, desarrollo, experimentación, e incluso puesta en servicio, persuadirá a los soviéticos de que estamos determinados a atender a nuestras necesidades en materia de seguridad. Ello también se sumará a mi margen positivo de negociación en Ginebra. No hay que olvidar que nosotros pudimos convencer a los soviéticos para que aceptasen un tratado sobre sistemas defensivos de proyectiles antibalísticos precisamente cuando el Congreso decidió que Estados Unidos desplegase un sistema ÁBM. Los logros que ese tratado incorporó fueron posibles solamente cuando la URSS se convenció de la firme determinación norteamericana de que estamos atentos a nuestra propia seguridad.

Me referiré ahora a nuestro borrador de tratado, que presenté el 8 de julio.. En las START buscamos un acuerdo sobre reducciones sensibles en los sistemas nucleares estratégicos ofensivos, que los sitúen en niveles muy inferiores a los arsenales actualmente existentes, unos niveles en los que quede drásticamente rebajado el riesgo de guerra.

En segundo lugar, intentamos mejorar la estabilidad prestando atención principalmente a los sistemas más desestabilizadores, como son los misiles balísticos intercontinentales con base en tierra (los ICBM), sus cargas nucleares y su capacidad y potencial destructivos.

Hemos llegado a comprender que la manera en que en anteriores acuerdos intentábamos contener la capacidad destructiva, es decir, limitando el número de proyectiles y no de cabezas, resultó penosamente insuficiente.

En tercer lugar, insistimos en que todo acuerdo sobre fuerzas nucleares ha de ser verificable. Recientes encuestas muestran que una mayoría de norteamericanos desea que se concluya un acuerdo por el que se reduzcan los arsenales nucleares por ambos lados. También indican que la mayoría de los norteamericanos no confía en los soviéticos. Es patente que para obtener el respaldo del Congreso y de la opinión pública para un acuerdo en las START, éste ha de ser de cumplimiento verificable.

Igualación

En cuarto lugar la exigencia de que un acuerdo START disponga la igualación es quizá el más importante de los criterios. En otros acuerdos sé daba cabida a una ventaja soviética en número de armas y en niveles de capacidad destructiva, basándose en la idea de que la ventaja soviética resultaba compensada por la superioridad norteamericana en el aspecto tecnológico. Esta idea no tiene lugar en las START. Los soviéticos, a través de costosísimas inversiones en sus programas estratégicos, han salvado el atraso tecnológico, y en particular en lo que se refiere a la precisión de las cargas nucleares de sus proyectiles. Como con secuencia de ello, perseguimos un acuerdo que sea auténticamente equitativo e igualador, o sea, que disponga reducciones sustanciales a niveles iguales de las armas nucleares. No aceptaremos nada que represente menos que esto.

A modo de contraste, los soviéticos han insistido -en ocasiones anteriores -y lo siguen haciendo en las negociaciones en curso- en lo que ellos llaman "igualdad e igual seguridad", con arreglo a lo cual piden igualdad de armas con Estados Unidos y otras naciones que. poseen armas nucleares. Nuestro principio es de igualdad estricta entre Estados Unidos y la Unión Soviética. No podemos aceptar su subjetivo criterio de seguridad igual, puesto que, con arreglo a esa fórmula, la seguridad absoluta para la URSS significa la inseguridad para todos los demás.

Los soviéticos han presentado también un borrador de tratado. Éste, no obstante, es, en gran medida, un calco del SALT II. Además, todavía tienen que facilitarnos información suficiente, que nos permita hacemos una, idea cabal de cómo funcionaría en realidad su propuesta. Por lo que sabemos, sin embargo, parece que según su propuesta la URSS podría, en la práctica, aumentar el número de cabezas nucleares de proyectiles balísticos. Por esta razón precisamente es por la que Estados Unidos abandonó la idea de las SALT II de fijar límites tan sólo al número de vehículos de lanzamiento, y por la que ahora insisten en los límites del número de cabezas nucleares destinadas a lanzamiento balístico y de la capacidad destructiva de los misiles.

Estoy convencido de que la única función legítima de las armas nucleares es la de disuadir toda posible agresión. No albergamos designio alguno con respecto a la URSS o cualquier otro país. Nuestra intención es la de fortalecer y amoldar las estrategias de disuasión que han funcionado durante los últimos 37 años. Ahora bien, si conseguimos una reducción sustancial de las armas nucleares por ambos lados sin merma de la disuasión, el mundo será un lugar más seguro.

Proponemos reducciones sustanciales en las fuerzas estratégicas. No es tarea fácil la nuestra, ni tampoco de las que se cumplen de un día para otro. Estoy convencido de que lograremos convencer a los soviéticos de que tanto su seguridad como la nuestra mejoran con las reducciones por etapas aplicadas a los sistemas de armas con mayor poder desestabilizador.

es el jefe de la delegación de Estados Unidos en las START.

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