Tribuna:

El viaje de los extranjeros

Aunque la presencia de galerías extranjeras en Arco 83 destaca más por el número -son una treintena- que por la calidad, hay, sin embargo, como ya apunté, algunas firmas de verdadera importancia y, sobre todo, con la mejor disposición hacia nuestro país, que no debe ya vivir nunca más a espaldas del contexto internacional. Desde este punto de vista de nuestra integración, ha sido una pena que una torpe, aunque bienintencionada, programación de ciertos actos culturales haya contríbuido a estimular un escandaloso girigay.En cualquier caso, no se debe exagerar la relevancia de ciertos incidentes,...

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Aunque la presencia de galerías extranjeras en Arco 83 destaca más por el número -son una treintena- que por la calidad, hay, sin embargo, como ya apunté, algunas firmas de verdadera importancia y, sobre todo, con la mejor disposición hacia nuestro país, que no debe ya vivir nunca más a espaldas del contexto internacional. Desde este punto de vista de nuestra integración, ha sido una pena que una torpe, aunque bienintencionada, programación de ciertos actos culturales haya contríbuido a estimular un escandaloso girigay.En cualquier caso, no se debe exagerar la relevancia de ciertos incidentes, que pueden ser valorados a gusto de cada cual, pero que no deben distraernos del hecho central de la presencia y de la actitud positivas de la mayoría de los expositores extranjeros. Entre ellos destacan los italianos y centroeuropeos, los más numerosos y cualificados en la presente edición de Arco. Desde Italia han acudido, por ejemplo, diez firmas, algunas de las cuales tienen un buen ganado crédito y lo reafirman trayéndonos obra de verdadero interés. Me parece justo destacar en este apartado a Lucio Amelio, que exhibe, entre otros, a James Brown, Ronnie Cutrone, Nino Longobardi y E. Tatafiore, así como al milanés Franco Toselli, con obras de Penck, Nicola de María y Merz.

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Los germánicos -Alemania y Austria- tampoco van a la zaga. Así, en el pabellón de Brigitte March, de Stuttgart, nos encontramos con dos escultores muy notables -Ansgar Nierhoff y Torben Ebbesen- además de los seductores objetos de Ugo Dossi y la pintura de Raimer Jochims. La galería austríaca Ariadne ofrece, por su parte, un variado conjuntoÍ en el que llaman la atención S. Anzinger y H. Schmalix, presentes también en los pabellones de Ursula Krizinger y Nächst St. Stephan.

Francia cuenta con la presencia de tres galerías famosas: A. Maeght, Claude Bernard y Denise René; la última de las cuales, como ya ocurriera el año pasado, se ha volcado. Es famosa la línea analítica que ha fomentado desde hace años esta célebre galería, y dentro de ella muestra ahora una feliz combinación entre los miembros del Equipo 57 y primerísimas figuras del arte constructivo y cinético.

La presencia anglosajona es, sin embargo, prácticamente nula y se limita a la exhibición delegada, a través de la galería Yerba, del chileno Claudio Bravo, que es artista de Marlborough. Tampoco es muy numerosa la relación de galerías latinoamericanas.

No se trata, pues, de un panorama deslumbrante en líneas geñerales y con alguna de las excepciones antedichas, pero que nadie se crea que resulta fácil abrir un mercado internacional. Esto se consigue sólo con trabajo inteligente durante años y, desde luego, sumando todas las colaboraciones posibles. Nos encontramos ahora con un ambiente internacional excepcionalmente bien dispuesto hacia nuestro país y es un deber saber aprovecharlo. Para ello, nada mejor que los organizadores saquen las oportunas lecciones; pues si no lo hacen, se perderá esta magnífica oportunidad.

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