2.000 personas forzaron los cordones de la policía argentina en la 'marcha de la resistencia'

A pesar del impresionante cerco dispuesto por la policía alrededor de la plaza de Mayo, a las 15.30 horas, momento previsto, para el inicio de la marcha de la resistencia, casi 2.000 personas, encabezadas por más de un centenar de madres de detenidos desaparecidos, se agruparon en la avenida de Mayo y forzaron los cordones policiales, que tuvieron que recurrir al cuerpo de caballería y de infantería, armados de fusiles automáticos y pistolas lanzagases.

Los coros de la multitud, que fue incrementándose en su número con el correr de las horas, insistían en pedir la aparición, con vid...

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A pesar del impresionante cerco dispuesto por la policía alrededor de la plaza de Mayo, a las 15.30 horas, momento previsto, para el inicio de la marcha de la resistencia, casi 2.000 personas, encabezadas por más de un centenar de madres de detenidos desaparecidos, se agruparon en la avenida de Mayo y forzaron los cordones policiales, que tuvieron que recurrir al cuerpo de caballería y de infantería, armados de fusiles automáticos y pistolas lanzagases.

Los coros de la multitud, que fue incrementándose en su número con el correr de las horas, insistían en pedir la aparición, con vida, de los padres e hijos desaparecidos. Sin dejar de batir sus palmas y de cantar, las madres y los familiares se ordenaron para caminar en círculo en frente mismo de los cordones policiales, alternando los gritos de "Libertad, libertad" y "Asesinos, asesinos".En diversas pancartas podían leerse los nombres de las agrupaciones convocantes: madres y abuelas de la plaza de Mayo, familiares de presos políticos y hasta un comité de madres de uruguayos desaparecidos en Argentina.

También se pudo identificar entre las madres a grupos de españoles. Una de ellas, que sufrió un momentáneo marco provocado por el intenso calor y por su alteración nerviosa ante la represión, ofreció su testimonio para EL PAIS y dijo sentirse resentida contra la actitud del Gobierno español desde la desaparición de su hijo, ocurrida en mayo de 1976.

"Yo fui al Consulado, y un señor de apellido Dicenta me dijo que no podían hacer nada; tampoco en la Embajada me dieron respuesta", declaró. "Mi esposo, yo y mi hijo somos españoles y, a pesar de que a él lo trajimos cuando tenía apenas cinco meses, no había optado por la doble nacionalidad, incluso había hecho los trámites para no ser considerado desertor en España. Cuando vino el Rey, le hicimos una presentación, pero tampoco tuvimos respuesta. Y le digo que los españoles somos muchos más de los que se han dado a conocer en recientes listas".

La señora prosiguió: "Y además, yo pienso que habría que agregar como españoles a los esposos e hijos; por ejemplo, a mi nuera, porque se los llevaron a los dos, y también a una pareja de novios amigos de ellos, que los visitaban en ese momento. Mi hijo no tenía ninguna afiliación política. Fue el 15 de mayo de 1976, con veinticuatro años recién cumplidos; se llama Antonio Adolfo Díaz López. ¿Dónde: está, señor? Yo viví la guerra civil en España; vi cómo subía la sangre de los muertos enterrados en la playa de Cedeira, en mi pueblo de La Coruña; vi cómo el cura que me bautizó a mí después fue el mismo que hizo fusilar a mucha gente del pueblo. Franco me arruinó la infancia, la adolescencia, pero ahora el fascismo termina de arruinarme lo que me queda de vida. Y éstos ni siquiera dan la cara; Franco al menos firmaba las sentencias".

La marcha, los gritos y los cantos continuaron hasta las últimas horas de la tarde, siempre bajo e control de un espectacular despliegue policial.

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