El Diálogo de las Américas inicia una toma de conciencia intelectual, según Benedetti

El escritor uruguayo relata las conclusiones del encuentro de México

El Diálogo de las Américas, celebrado en la ciudad de México del 9 al 12 de septiembre, ha sido el primer contacto fructífero entre intelectuales de las dos Américas, y, según el novelista uruguayo Mario Benedetti, que ofreció anteayer una conferencia de Prensa para deshacer los equívocos sobre el tema, "han sido el principio de una nueva conciencia continental que abarca a ambos continentes, que se definió por la paz y contra la carrera armamentista".

Tras justificar algunas ausencias importantes, sobre las que según Mario Benedetti, habían hecho excesivo hincapié algunos periódicos, y...

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El Diálogo de las Américas, celebrado en la ciudad de México del 9 al 12 de septiembre, ha sido el primer contacto fructífero entre intelectuales de las dos Américas, y, según el novelista uruguayo Mario Benedetti, que ofreció anteayer una conferencia de Prensa para deshacer los equívocos sobre el tema, "han sido el principio de una nueva conciencia continental que abarca a ambos continentes, que se definió por la paz y contra la carrera armamentista".

Tras justificar algunas ausencias importantes, sobre las que según Mario Benedetti, habían hecho excesivo hincapié algunos periódicos, y tras señalar que un congreso de intelectuales que cuenta con varios premios Nobel, numerosos escritores conocidos y un buen número de profesores e intelectuales no puede ser considerado un fracaso en lo que a asistencia se refiere, el novelista insistió en que, lo fundamental en este encuentro era que se habían cubierto los primeros objetivos propuestos. "Por primera vez", dijo, "hemos hablado de igual a igual los intelectuales norteamericanos y los de América Latina, y siento que, por una y otra parte, se han deshecho muchos equívocos"El primero, dijo Mario Benedetti, era el de la escasa información mutua. Y luego el de la identificación elemental de los pueblos con sus gobiernos, que se da incluso en los intelectuales más conscientes, particularmente en el caso de los Estados Unidos, y que, a la vista del panorama multicultural y multirracial de la presencia intelectual norteamericana, fue el primer mito que se deshizo. "Porque nos hemos dado cuenta", dijo, "de que las Américas tienen dos fronteras: una horizontal, que separa al norte y al sur del Río Bravo, pero otra vertical que pone a un mismo lado a Reagan, a Pinochet, etcétera, y a otro a los pueblos del norte y del sur de América, a los intelectuales progresistas del norte y del sur y a los movimientos liberadores de los dos continentes".

Mario Benedetti, que reunió anteayer una conferencia de Prensa para resumir las conclusiones y el desarrollo de este encuentro, en el que los participantes provenían de las dos Américas, y que por la parte de la del norte enviaban representantes de todas las comunidades que ven actualmente recortadas su

libertades, particularmente en cultura y en asistencia social leyó las conclusiones de este congreso que, en palabras de Benedetti, citando a uno de los asistentes, "empezó siendo un diálogo de sordos, corrió el peligro de convertirse en un diálogo de mudos, y finalmente, a la altura de tercer día, pasó a ser un encuentro fraterno".

Las conclusiones, que hacen de este Diálogo de las Américas un primer encuentro de intelectuales por la paz 3, contra la carrera armamentista, y que terminan según el uso tradicional con tres gritos, por el diálogo de las Américas, por la soberanía de nuestros pueblos, por la paz y por la vida, contienen las reivindicaciones asumibles y planteadas por los intelectuales presentes y que acogen todos los problemas de ambos continentes e su globalidad. Tras una introducción en la que se señalan las aportaciones de las dos Américas a la conciencia política de nuestro tiempo, el texto aprobado en México habla de la secular presencia de numerosos intelectuales contracorriente en ambos continentes, con motivos para continuar.

Entre estos motivos, cabe reseñar la defensa de los procesos revolucionarios en Cuba, Granada, Surinam y Nicaragua, y la denuncia de las agresiones contra estos pueblos, con especial hincapié en la guerra fría contra Nicaragua; la defensa de los resistentes de El Salvador y Guatemala, así como los del Cono Sur y Haití; el apoyo a los movimientos liberalizadores de los Estados Unidos, particularmente los de sus minorías raciales; la denuncia del intervencionismo y las fórmulas legales que lo propician, como la enmienda Syms, y, en general, la creación de un movimiento por la paz.

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