Entrevista:

Raúl AIfonsín: "En Argentina ha fracasado el régimen, pero no ha triunfado la democracia"

Pregunta. ¿Cómo ve el actual momento argentino?Respuesta. Si yo hubiese sido un miembro del establishment lúcido, habría hecho exactamente lo que se ha hecho en el país, por que ello significa levantar una última línea de defensa con el propósito de procurar que los cambios que se produzcan sean los menos posibles, y preparar un avance posterior. Tenemos un nuevo equipo de Gobierno, con hombres que en el campo económico han producido una rectificación indispensable en la orientación económica, aunque ésta todavía no alcance. De todos modos, y ésta es una opinión muy person...

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Pregunta. ¿Cómo ve el actual momento argentino?Respuesta. Si yo hubiese sido un miembro del establishment lúcido, habría hecho exactamente lo que se ha hecho en el país, por que ello significa levantar una última línea de defensa con el propósito de procurar que los cambios que se produzcan sean los menos posibles, y preparar un avance posterior. Tenemos un nuevo equipo de Gobierno, con hombres que en el campo económico han producido una rectificación indispensable en la orientación económica, aunque ésta todavía no alcance. De todos modos, y ésta es una opinión muy personal, este Gobierno está siendo ya desestabilizado.

Cuando uno lee algunos periódicos del país se da cuenta de que ya hay una campaña para desestabilizarlo, por parte, seguramente, de los sectores menos escrupulosos y más decididos a seguir adelante con la política que ha empobrecido a Argentina. En el marco de este esquema, el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, general Cristino Nicolaides, nos ha hablado de una democracia concertada. Yo me pregunto: ¿concertada con quién?; ¿concertada para qué? Me temo que se quiera impedir una auténtica renovación en Argentina. No vaya a ser que lo que se quiera sea producir una concertación de cúpulas con el propósito de impedir la renovación que necesariamente está requiriendo Argentina.

P. Usted habla de renovación, y la mayoría de los políticos también. La calle, sin embargo, parece pedir mucho más.

R. Desde luego. Aquí lo que puede pasar es que precisamente los que tienen que irse pretendan no solamente quedarse, sino también definir el futuro argentino. Por eso quienes hablan en nuestro país de que debe haber elecciones inmediatas están al servicio de la trampa, porque no hay tiempo para prepararlas y para que se reorganicen previamente los partidos políticos.

P. Los políticos dan la impresión de mirar primero a ver qué piensan o quieren los militares, sin tomar muchas iniciativas.

R. Claro, esa es la crítica que yo formulo dentro de mi partido. Tenemos que garantizar el proceso de democratización, porque aquí ha fracasado el régimen, pero no ha triunfado la democracia. Está muy lejos de triunfar la democracia.

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P. Y en medio de este panorama, ¿qué proponen los radicales?

R. Pues que aquí no va a haber democracia si no hay Fuerzas Armadas democráticas, sí no hay sindicalismo democrático. No va a haber democracia si no hay partidos políticos vinculados a los problemas del pueblo, si no ponemos a la oligarquía financiera en su lugar.

P. ¿Cree que, en particular, el objetivo ele unas Fuerzas Armadas democráticas es alcanzable?

R. Esa es una buena pregunta, porque aquí podemos cometer dos errores garrafales. Uno sería considerar que las Fuerzas Armadas no existen, lo cual nos llevaría a estrategias que se verían perjudicadas porque sí existen. Otro error sería la pretensión de influir sobre un general cualquiera que se: considere más democrático, lo cual es también muy peligroso porque en alguna medida lleva a la idea de no irritar: si usted quiere influir, no puede irritar; y de ahí a la claudicación sólo hay un paso. La única forma en que podemos asegurar cambios en la estructura de las Fuerzas Armadas es a través de la creación de un liderazgo democrático fuerte, capaz de liderar incluso a sectores militares.

P. Y a ese respecto, ¿qué piensa la UCR?

R. Yo le diría, sin embargo, que los partidos argentinos tenemos que buscar algo parecido a los Pactos de la Moncloa españoles, para que partidos políticos, cámaras empresariales y sindicatos definan las pautas para la reconstrucción de la economía y la forma de redistribución indispensable que dé respuesta a requerimientos elementales de la justicia social. Esto sería lo que podría evitar que la pugna distributiva, que necesariamente vendrá con la liberalización de la vida argentina, tumbe el proceso democratizador.

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