El 'nuevo' Liceo

Con las excelentes representaciones de Don Carlo finaliza de hecho la primera temporada del que no pocos barceloneses denominan nuevo Liceo. Merece la pena llamar la atención sobre el considerable nivel alcanzado por el único teatro operístico estable con que cuenta España. Para ello bastaría comprobar cómo han vuelto al coliseo de las Ramblas aficionados que habían dejado de ser asiduos.Con el aumento de los ensayos, las modificaciones en orquesta y coros, la exigencia en decorados, el conjunto liceístico ha dado pasos de gigante. Fiel a su historia, en el Liceo se ha mantenido ...

Con las excelentes representaciones de Don Carlo finaliza de hecho la primera temporada del que no pocos barceloneses denominan nuevo Liceo. Merece la pena llamar la atención sobre el considerable nivel alcanzado por el único teatro operístico estable con que cuenta España. Para ello bastaría comprobar cómo han vuelto al coliseo de las Ramblas aficionados que habían dejado de ser asiduos.Con el aumento de los ensayos, las modificaciones en orquesta y coros, la exigencia en decorados, el conjunto liceístico ha dado pasos de gigante. Fiel a su historia, en el Liceo se ha mantenido la presencia de los grandes divos.

Las posibilidades de rendimiento de la orquesta son, en estos momentos, homologables con las de otras capitales, y en cuanto a la escena se refiere, se hace en el Liceo, junto a buena música, buen teatro. En la mejor ópera, como es el caso de Don Carlo, importan unos y otros factores, y aún diría que la revitalización evidente del género se ha producido en un alto porcentaje por vías de su perfeccionamiento teatral. El Consorcio y Sociedad del Liceo, con la ayuda de la Generalidad y el Ayuntamiento, han realizado, bajo la gerencia de Luis Portabella, una tarea admirable. El Liceo ya no es un caso, sino, llanamente, un buen teatro de ópera.