Crítica:TEATRO

Mexicanos en Madrid

La vida es sueño Hubiera merecido un buen teatro, la compañía mexicana que trae a Madrid La vida es sueño, de Calderón, tal como la montó en México el Claustro de Sor Juana, bajo la dirección de Luis G. Basurto; ha ido a parar a la Capilla del Obispo, y allí trabaja ante un fabuloso retablo que hace resaltar la belleza de los figurines de David Antón, pero con pocas condiciones técnicas -no cabe escenografía ni muebles, la iluminación es elemental- y con una resonancia para las voces y una dificultad nueva para movimientos, entradas y salidas.La compañía lo supera con su profesio...

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La vida es sueño Hubiera merecido un buen teatro, la compañía mexicana que trae a Madrid La vida es sueño, de Calderón, tal como la montó en México el Claustro de Sor Juana, bajo la dirección de Luis G. Basurto; ha ido a parar a la Capilla del Obispo, y allí trabaja ante un fabuloso retablo que hace resaltar la belleza de los figurines de David Antón, pero con pocas condiciones técnicas -no cabe escenografía ni muebles, la iluminación es elemental- y con una resonancia para las voces y una dificultad nueva para movimientos, entradas y salidas.La compañía lo supera con su profesionalidad. Un Segismundo de bella voz y buena planta -Carlos Bracho-, una Rosaura -Rosenda Montero- briosa, un buen conjunto en los otros papeles -todos importantes- de la obra muestran pocas dificultades en decir el verso, aunque hayan tenido la suplementaria de utilizar la prosodia castellana sobre su musicalidad y acento original.

, de Pedro Calderón de la Barca, adaptación de Luis G

Basurto. Intérpretes: Rosenda Montero, Oscar Yoldi, Carlos Bracho, Ramón Menéndez, Alflonso Meza, Martha de Castro, Aaron Hernán, Javier Herranz, Francisco Riedel, Alvaro Espinoza, Gabriel Villaseñor. Escenografía y vestuario de David Anton. Dirección de Luis G. Basurto. Estreno. Capilla del Obispo, 22 de octubre de 1981.

Basurto ha montado el espectáculo superando el realismo con una descomposición de movimientos y alguna inflexión en el texto que pueden indicar una profundización en el carácter onírico de la obra; en el movimiento busca más la estética coreográfica que la naturalidad escénica. Todo ello hubiera sido más apreciado -en bien o en mal- en el escenario a la italiana en que están acostumbrados a trabajar y que no les ha sido dado en Madrid. Predomina ahora la admiración por cómo han superado el ámbito inusual en el que trabajan y que les ha obligado a improvisar una nueva puesta en escena: han ganado su desafío.

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