Terminó el certamen donostiarra

Una nueva etapa queda abierta

ENVIADO ESPECIALTres títulos muy esperados cerraron la manifestación cinematográfica donostiarra, que ha tenido este año en su 29ª convocatoria, un importante éxito. Frente a las pesimistas previsiones de hace unos meses, que condenaban a muerte a este festival, nos hemos encontrado con un resultado bien distinto, discutible en algunos aspectos, como el de selección de películas o de organazación, pero que abre una nueva posibilidad de vida al señero certarmen vasco.La brillantez de la cita de este año permitirá a los organizadores contar con un buen apoyo para los próximos festivales. Tendrá...

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ENVIADO ESPECIALTres títulos muy esperados cerraron la manifestación cinematográfica donostiarra, que ha tenido este año en su 29ª convocatoria, un importante éxito. Frente a las pesimistas previsiones de hace unos meses, que condenaban a muerte a este festival, nos hemos encontrado con un resultado bien distinto, discutible en algunos aspectos, como el de selección de películas o de organazación, pero que abre una nueva posibilidad de vida al señero certarmen vasco.La brillantez de la cita de este año permitirá a los organizadores contar con un buen apoyo para los próximos festivales. Tendrán también, no obstante, que realizar un profundo examen crítico. Han surgido ya en el propio ámbito del festival algunas protestas: los responsables de las sesiones cinematográficas organizadas en barrios y pueblos difundieron el pasado domingo un texto en el que denunciaban la escasa atención y ayudas recibidas por la dirección del festival: « En estas condiciones», decía el manifiesto, «no se puede seguir».

Las últimas jornadas del festival oficial se han visto, mientras tanto, claramente apoyadas por los famosos del cine español y también de otras cinematografías: Anthony,Quinn, Fabio Testi, la legendaria francesa Bertini -que tiene la tierna coquetería de confesar sólo 91 años de edad, es decir, dos menos de lo que reflejan sus biografias-, François Truffaut, Denis Hopper, entre otros, han acudido, bien presentando sus películas, bien visitando el festival. La actriz italiana Laura Betti incluso ha propuesto un jurado de actores para el próximo año.

Las películas que han acompañado esos últimos días no han tenido, sin embargo. igual brillantez. Es cierto que son muy variadas las opiniones recibidas por esos filmes, pero no parece que ninguno de ellos haya entusiasmado suficientemente. En primer lugar, Reborn, la película de Bigas Luna, esperada con curiosidad desde el principio del certamen. Aunque también en esta ocasión el director catalán ha sabido fascinar con sus imágenes, en esa particular forma de entender el cine que ya demostrara en Bilbao o en Caniche.

Las pretensiones metafísicas de Reborn ahogan sus aciertos. Película sobre Dios, la falsedad o certeza de los milagros llamados sobrenaturales y la repetición del nacimiento del Mesías, interesa poco. Como es habitual en Bigas Luna, el sutil sentido del humor desaparece, no obstante, ante la carga simbólica que la pretendida trascendencia de su película parece haberle exigido.

Tampoco convenció plenamente la película de Fassbinder, Lola, que había sido aplazada por problemas con el tiraje de la copia. Esa espera aumentó la curiosidad general. También, por tanto, la decepción final. Lola es un melodrama cargado de tópicos, donde la eterna prostituta enamora al no menos eterno ejecutivo ejemplar, provocándole una crisis vital que acabará cambiándole la vida.

Lo que en todo caso es válido también para el título presentado por François Truffaut: La mujer de al lado, historia romántica y desesperada de dos adúlteros que cae en los blandos tópicos a los que Truffaut nos tiene ya, desgraciadamente, acostumbrados. Película previsible incluso en su desenlace, carece del coraje de solucionar el conflicto amoroso dejando vivos a sus protagonistas: la muerte, según dice la literatura de hace siglos, debe coronar los amores pasionales. Truffaut repite, pues, lo archisabido sin convencernos de que efectivamente los amantes de su película tengan suficientes razones sexuales para amarse (todo queda insinuado, casto, soso) ni explicarnos por qué en la época en que vivimos hay que repetir moldes tan antiguos como discutibles.

Es, de cualquier forma, un buen broche de oro para este festival, que ha proyectado también en estos días otros estimables títulos: El inventor, del suizo Kurt Gloor, que fue ya elogiado en el último Festival de Berlín, junto a La barca está llena, de Markus lmhoof, vista ahora de nuevo en San Sebastián. En la sección de nuevos realizadores, se ha exhibido en sus últimas sesiones. la excelente película de Vadim Glowna Desperado city, que ganó el Premio Camera d'Or en el último Festival de Cannes.

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