Tribuna:TRIBUNA LIBRE

Política de precios para los medicamentos,

La industria farmacéutica nacional, durante el año 1980, ha sufrido el duro golpe de ver reducida su cuota de mercado en dos puntos porcentuales. Paralelamente, las multinacionales farmacéuticas han ampliado su presencia en nuestro mercado hasta llegar a controlar casi el 53%. De seguir las cosas como hasta ahora es previsible que, en un plazo no excesivamente largo, la penetración internacional alcance cuotas preocupantes y que la industria nacional se vea arrinconada.Estos hechos son graves. Pero más grave aún es el que, de no adoptarse medidas urgentes, la situación acabará con la práctica ...

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La industria farmacéutica nacional, durante el año 1980, ha sufrido el duro golpe de ver reducida su cuota de mercado en dos puntos porcentuales. Paralelamente, las multinacionales farmacéuticas han ampliado su presencia en nuestro mercado hasta llegar a controlar casi el 53%. De seguir las cosas como hasta ahora es previsible que, en un plazo no excesivamente largo, la penetración internacional alcance cuotas preocupantes y que la industria nacional se vea arrinconada.Estos hechos son graves. Pero más grave aún es el que, de no adoptarse medidas urgentes, la situación acabará con la práctica totalidad de la industria farmacéutica nacional, pues nuestra eventual entrada en la Comunidad Económica Europea, al obligarnos a adoptar la patente de producto, hoy inexistente en nuestra legislación, dificultará nuestras posibilidades de fabricación y registro de medicamentos.

La elección, por tanto, es sencilla: o condenarnos a pagar royalties a las empresas no españolas productoras de medicamentos, o proteger razonablemente a la industria nacional.

Es cierto que una buena parte de la, responsabilidad de la actual debilidad de la industria farmacéutica española la tienen los propios empresarios del sector, que durante los años de fuertes ganancias olvidaron que, sin una seria investigación científica y sin la exigencia de unos controles de calidad homologables internacionalmente, la competitividad de la industria farmacéutica nacional, con algunas excepciones minoritarias, sería una entelequia.

Ante tal situación, algún grupo político, tal vez por aquello de que el dinero no tiene nacionalidad, prefiere inhibirse de los problemas de la industria farmacéutica nacional, coincidiendo en la práctica con tal actitud, con la que resulta de la política de no pocos responsables de la administración farmacéutica, industrial y sanitaria, sumisos al poder de las multinacionales o ciegos ante las causas del problema.

Apoyar el desarrollo nacional

Nosotros, por el contrario, somos partidarios de apoyar razonablemente el desarrollo de la industria nacional por razones de política económica y de empleo y, por supuesto, por razones estrictamente sanitarias. Con ello, además, no hacemos sino recoger la recomendación que la Organización Mundial de la Salud ha hecho a sus países miembros: que potencien sus propias industrias de fármacos.

Si el Gobierno continúa ejerciendo su intervencionismo de forma discrimínatoria a través de una equivocada política de precios y de una inadecuada política registral, en poco tiempo el control de la producción de medicamentos pasará, por completo, a manos extranjeras.

En tal situación, nuestra dependencia de los, laboratorios americanos, alemanes, suizos o de cualquier otro país será una realidad inexorable.

Un análisis realista de nuestros recursos nos demuestra que, hoy por hoy, tampoco es viable la tesis de quienes pretenden resolver tal situación fabricando y distribuyendo el Estado directamente los medicamentos. Sólo desde un maximalismo disfrazado de izquierdismo infantil se puede sostener tal tesis, cuya debilidad e inconsistencia queda suficientemente puesta de relieve si se tiene en cuenta que no se improvisa de la noche. a la mañana la fina tecnología necesaria para la elaboración de los medicamentos y que no se supera en un abrir y cerrar de ojos nuestra notoria incapacidad para el descubrimiento, salvo contadísimas excepciones, de nuevos principios activos capaces de competir con las multinacionales.

Queremos, por tanto, que quede claro que no estamos ni con quienes pretenden el exclusivo control del mercado farmacéutico por las multinacionales, ni con quienes pretenden la inmediata sustitución de la industria farmacéutica privada por la estatal.

Nuestraposición camina por la defensa de la industria farmacéutica española sin perjuicio de que el Estado vaya desarrollando una política propia de estímulo a la investigación científica y a la producción de aquella moléculas químicas básicas e intermedias absolutamente precisas para, a partir de ellas, fabricar los medicamentos, y que, por su baja rentabilidad, no están en el mercado.

Precios rentables

Pero lo que define, fundamentalmente, nuestra posición en una situación tan crítica como la actual, enmarcada por el progresivo retroceso de la industria nacional y por nuestra eventual entrada en la CEE, es la necesidad de definir una política de precios capaz de garantizar a la industria nacional una rentabilidad justa y controlada, que la libere de tener que acudir a la desaforada carrera de registrar nuevos medicamentos cuyos precios más elevados, por más modernos, les compensen de la baja rentabilidad de los ya existentes. Con esta situación, el mercado sigue inundándose de fármacos, muchas veces con principios activos similares, y cada día se abre más la posibilidad de la especulación.

Por todo ello, creemos que se hace inexcusable a corto plazo el adoptar algunas medidas que contribuyan a que la industria nacional farmacéutica salga del peligroso momento por que atraviesa. Entre ellas citaremos:

- Una revisión de los precios de los medicamentos rápida en el tiempo, pues el retraso significa, aparte de otras cosas, el que no se haga por la industria el descuento a la Seguridad Social, y cuyos criterios tiendan a evitar que reciban un trato de favor por el Gobierno las industrias multinacionales.

Un reajuste de los precios de todos los medicamentos en que se tengan en cuenta las variaciones del coste de la materia prima, que aproxime los precios de ¡aquellas especialidades que posean el mismo principio activo, forma farmacéutica y contenido, y que posibilite que continúen o que vuelvan al mercado aquellos productos que, sin ser rentables económicamente, sean de interés sanitario.

- Una nueva normativa de registro que permita puedan registrarse aquellas especialidades cuyos principios activos, además de aportar un avance terapéutico, se sinteticen en España. Esto supondría un estímulo para las industrias farmacéuticas, tanto nacionales como internacionales, que realicen investigación y síntesis de materias primas en nuestro país, lo que ayudaría a la creación de nuevas fábricas y generaría un aumento del empleo, así como produciría una mayor competitividad y el subsiguiente abaratamiento de los precios de las materias primas.

- La puesta en funcionamiento de un nuevo escandalo donde se reflejen los gastos de investigación (I + D) para aquellos laboratorios que demuestren inequívocamente que realizan una investigación seria y eficaz. En este caso se haría preciso cuantificar y controlar sus trabajos mediante, por ejemplo, el número de patentes registradas en España y en el extranjero, el número de productos de investigación propia que se han comercializado en España y en el extranjero.

- Por último, estimular la fabricación de productos básicos e intermedios por parte de la industria química general, interviniendo en ello el Estado si fuera preciso, para que los laboratorios farmacéuticos nacionales puedan elaborar a partir de ellos sus medicamentos.

Concepción Sáenz Laín es doctora en Farmacia, y Fernando Montoro doctor en Ciencias Químicas. Ambos son miembros del Grupo Federal de Salud del PSOE.

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