Comercialización de insulina producida mediante ingeniería genética

En un plazo de dos años podrán salir al mercado las primeras partidas de insulina producida por microorganismos híbridos (superbugs), construidos artificialmente por el hombre a partir de técnicas de ingeniería genética mediante el trasplante de genes humanos, según manifestó en León el director del departamento de fermentaciones industriales del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), Arnold Demain.En el campo de la producción de insulina, donde estas técnicas se encuentran más avanzadas, se señala que el nuevo producto obviará los problemas de rechazo que hasta ahora afectaban a...

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En un plazo de dos años podrán salir al mercado las primeras partidas de insulina producida por microorganismos híbridos (superbugs), construidos artificialmente por el hombre a partir de técnicas de ingeniería genética mediante el trasplante de genes humanos, según manifestó en León el director del departamento de fermentaciones industriales del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), Arnold Demain.En el campo de la producción de insulina, donde estas técnicas se encuentran más avanzadas, se señala que el nuevo producto obviará los problemas de rechazo que hasta ahora afectaban a gran parte de la población diabética, debido al origen animal de la insulina que se obtiene por métodos clásicos.

La producción de fármacos a partir de microorganismos artificiales o híbridos ha dado lugar a que, por primera vez en la historia, el Tribunal Supremo de Estados Unidos haya admitido la posibilidad de patentar una bacteria así construida, si bien este hecho tuvo lugar en medio de una fuerte polémica entre los propios científicos. La patente de este tipo de organismos vivos tiene como procedente la de determinadas especies vegetales, entre ellas algunas subespecies del maíz, que también han sido objeto de manipulación genética. La carrera por estas patentes llevó incluso a una empresa americana a solicitar ante el Supremo la exclusiva para comercializar un microorganismo que también se daba en la naturaleza, petición que fue retirada a última hora para posibilitar un fallo favorable en la polémica de los híbridos.

Por el momento, estas patentes no parecen preocupar a los científicos de los países en vías de desarrollo, todos los cuales coinciden en calificar de baratas a las técnicas de ingeniería genética, aunque reconocen la exigencia de una alta cualificación científica para desarrollarlas. A la pregunta de si los microorganismos híbridos serían también susceptibles de ser utilizados como arma biológica y si hay constancia de ello, Arnold Demain manifestó a EL PAIS que esta es una posibilidad carente de sentido si se tiene en cuenta la existencia en la naturaleza de organismos altamente patógenos, como el del botulismo, capaces de destruir a millones de personas con una cantidad equivalente a «la punta de una pluma». No obstante, se ha publicado recientemente en una revista científica la aparición en Ucrania (URSS) de un brote epidémico de ántrax (carbunco), enfermedad rara entre seres humanos, que algunos científicos achacan a un accidente o fuga de una fábrica de armas biológicas. Esta hipótesis, sin embargo, resulta muy difícil de confirmar.

El profesor Demain, junto con otros ochenta científicos y posgraduados universitarios de una docena de países, se encuentra desde el miércoles pasado en León, participando en un curso sobre genética molecular de los microorganismos, que organiza la cátedra de Microbiología de la universidad local, junto. con la Federación de Sociedades Europeas de Bioquímica, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Organización Internacional de Investigación Celular, dependiente de la Unesco.

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