Atentar contra Breznev es más complicado

«Un atentado contra Leónidas Breznev es impensable», afirman los soviéticos al comentar la agresión sufrida por Ronald Reagan. Aparentemente olvidan que en 1969 un desequilibrado disparó contra su presidente, aunque no dio en el blanco.

Para los soviéticos, el atentado contra Reagan es un símbolo por sí mismo de la violencia que caracteriza la sociedad norteamericana. Pravda, órgano del partido comunista, afirmaba ayer: «En Estados Unidos nadie está protegido, ni el hombre de la calle, ni el hombre de Estado».

Los especialistas en temas de seguridad estiman que ...

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«Un atentado contra Leónidas Breznev es impensable», afirman los soviéticos al comentar la agresión sufrida por Ronald Reagan. Aparentemente olvidan que en 1969 un desequilibrado disparó contra su presidente, aunque no dio en el blanco.

Para los soviéticos, el atentado contra Reagan es un símbolo por sí mismo de la violencia que caracteriza la sociedad norteamericana. Pravda, órgano del partido comunista, afirmaba ayer: «En Estados Unidos nadie está protegido, ni el hombre de la calle, ni el hombre de Estado».

Los especialistas en temas de seguridad estiman que un atentado contra la persona de un dirigente soviético es difícilmente realizable. Aunque no descartan la posibilidad de que alguien se lance al intento, como ocurrió en 1969, a la entrada del Kremlin, cuando un hombre trató de alcanzar a Breznev con un disparo que no dio en el blanco.

No obstante, múltiples precauciones limitan la posibilidad de un atentado político en la URSS. Por lo pronto, Leónidas Breznev se desplaza con mucha menos frecuencia que el presidente norteamericano. Y, además, apenas si aparece en público y, desde luego, jamás se acerca demasiado a las multitudes.

Las únicas ocasiones en que se deja ver públicamente es el Primero de Mayo y el 7 de noviembre (aniversario de la Revolución soviética), en la plaza Roja. Pero todos los asistentes han de disponer de invitaciones reservadas a los diplomáticos y a los periodistas. Y, tras haber franqueado una decena de cordones policiales, son instalados en tribunas que nunca están frente a frente con la que ocupan los más altos dirigentes moscovitas.

El único vehículo que utiliza Breznev es un Zil blindado, al que siempre escoltan otros dos coches y una ambulancia. Entre la dacha en la que vive y el Kremlin permanecen apostados numerosos milicianos, a intervalos de un máximo de cien metros.

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