Editorial:

Los otros "golpistas"

NINGUNA MENTE lógica puede albergar ya duda: alguna del carácter enloquecido y netamente fascista de una cuadrilla de criminales (particularmente ETAm) que, tras sesudos análisis de la historia y la situación política españolas, han dado con el tiro en la nuca como clave de la civilización y del progreso de los pueblos. Por segunda vez en tres días, un comando etarra ha esperado a la puerta de una iglesia para descerebrar a tiros y por la espalda a un jefe del Ejército. Al filo del mes del frustrado golpe de Estado es obvio que los etarras han abierto un frente tan cobarde como i...

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NINGUNA MENTE lógica puede albergar ya duda: alguna del carácter enloquecido y netamente fascista de una cuadrilla de criminales (particularmente ETAm) que, tras sesudos análisis de la historia y la situación política españolas, han dado con el tiro en la nuca como clave de la civilización y del progreso de los pueblos. Por segunda vez en tres días, un comando etarra ha esperado a la puerta de una iglesia para descerebrar a tiros y por la espalda a un jefe del Ejército. Al filo del mes del frustrado golpe de Estado es obvio que los etarras han abierto un frente tan cobarde como infamante contra nuestras Fuerzas Armadas, en un intento prístino de exasperarlas.Esto es fascismo en estado químicamente puro. ETAm se ha apuntado al golpe de Estado militar y a la destrucción de las libertades públicas en España. Quien tenga talento para ello, que desglose ahora los beneficios a corto o largo plazo que el pueblo español y la sociedad vasca pueden obtener de tamaña estrategia apocalíptica.

Con ocasión del atentado que costó la vida al teniente coronel Romeo Rotaeche hacíamos una reflexión que hoy vuelve a ser válida: esta teoría de asesinatos contra la familia militar nos golpea a todos. No duden los militares españoles sobre la sinceridad de esta afirmación. Los terroristas han optado decididamente por enconar el ánimo de nuestros militares, en una delicada situación política, para acabar con la democracia, el autogobierno de las autonomías, la vida parlamentaria, la libre circulación de las noticias, el autogobierno, en suma, de ese pueblo que tanto dicen defender.

Así las cosas, la solidaridad del pueblo español con unos militares de alguna forma traumatizados tras los sucesos del 23 de febrero, y ahora en primera línea de riesgo ante la barbarie etarra, no es un sentimiento huero o convencional. El objetivo final de los terroristas cuando disparan sobre la milicia, los ingenieros, los periodistas, los operarios -¿qué estamento social no tiene muertos que llorar a estas alturas de la historia de ETA?- es asesinar la democracia. Que nadie sea tan insensato como para darles la satisfacción. Y a este respecto es alentadora y ejemplar la nota del Ministerio de Defensa y de la Junta de Jefes de Estádo Mayor, en la que se honran en asegurar a todos los españoles que las Fuerzas Armadas no se dejarán arrastrar emocionalmente por maniobras tan burdas y sangrientas.

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Ahora, ETA Político-militar bien podría hacer una relectura de su comunicado de ayer, en el que amenaza con desandar su decisión de abrir una tregua ante la presunta derechización de la política española. Las contradicciones de estos poli-milis merecen mención por separado. Ellos mismos deciden dejar en suspenso la lucha armada ante los acontecimientos del* mes pasado ya renglón seguídó se lamentan jeremíacamente de que aparezcan síntomas de endurecimiento en la política española. El terrorismo etarra en modo alguno justifica la intentona del 23 de febrero, pero sin él aquellos sucesos hubieran sido más improbables. Y, sea como fuere, asesinar a, losjefes del Ejército no parece el mejor camino para reconducir la política de un país hacia raíles más progresistas o liberales.

Todo el pueblo español, y la sociedad vasca en particular, se ven as¡ sometidos a una lucha escocesa ciertamente cruel en la que la luz al final del túnel se ve con dolorosa intermitencia. Pero por más que los datos sobre la situación en Euskadi no sean precisamente halagüeños, se puede y se debe recordar que en ese panorama de luces y sombras todavía pesan más los factores positivos y la sensatez de la clase política vasca que las barbaridades de una cuadrilla de orates doblados en asesínos.

El auténtico punto de no retorno, la genuina inflexión que se detecta en el País Vasco es el cansancio general¡zado ante tanta violencia, tanta extorsión. Excepción hecha de las peligrosas indefiniciones de la coalición Herri Batasuna, que, muerto su líder, puede descomponetse en un radicalismo suicida, el resto de los partidos vascos han optado tiempo ha por la Monarquía democrática que les devolvió el autogobierno, y son los primeros en sentirse horrorizados ante este rosario de crímenes. La coalición Euskadiko Eskerra, en la izquierda de ese espectro político, acaba de hacer una demostración de estos sentímientos preguntando públicamente a ETAm si con esta política de terror lo que se pretende es justificar a los golpistas y acabar con las cotas de libertad alcanzadas por el pueblo vasco y todo el Estado español. De esa trampa es de la que hay que escapar.

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