Prudencia soviética ante la nueva situación

Moscú ha adoptado una actitud prudente hacia el nuevo régimen turco y, según fuentes diplomáticas, el Kremlin tiene garantías de que Ankara no emprenderá ninguna acción hostil contra la Unión Soviética.La primera reacción soviética ante el golpe de Estado turco fue de inquietud, ya que la URSS tenía recelos sobre la existencia de un apoyo norteamericano. El mismo día del golpe, Tass comentó que era muy significativo que la noticia se hubiera dado en Washington antes que en ningún otro sitio.

Moscú sospecha que Washington intenta utilizar a Turquía como punto de apoyo, y especialmente co...

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Moscú ha adoptado una actitud prudente hacia el nuevo régimen turco y, según fuentes diplomáticas, el Kremlin tiene garantías de que Ankara no emprenderá ninguna acción hostil contra la Unión Soviética.La primera reacción soviética ante el golpe de Estado turco fue de inquietud, ya que la URSS tenía recelos sobre la existencia de un apoyo norteamericano. El mismo día del golpe, Tass comentó que era muy significativo que la noticia se hubiera dado en Washington antes que en ningún otro sitio.

Moscú sospecha que Washington intenta utilizar a Turquía como punto de apoyo, y especialmente como base de espionaje de la actividad aérea en territorio soviético. Las relaciones Ankara-Moscú mejoraron sensiblemente en 1978, tras una declaración turca de buena vecindad. Ahora se teme que la llegada de los militares al poder, tratándose, además, de un país de la OTAN, pueda comprometer seriamente las relaciones turco-soviéticas.

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Sin embargo, la Prensa soviética se ha mostrado muy moderada después del golpe turco y no ha vuelto a mencionar «la peligrosa política norteamericana en Turquía», ni a recordar los riesgos que entraña para Ankara «la tentación occidental», comentarios que habían aparecido frecuentemente en los órganos oficiales soviéticos.

Muy al contrario, Pravda subrayaba el domingo «el carácter temporal» del Gobierno militar turco y recordaba que el Ejército se ha comprometido a traspasar el poder a los civiles tan pronto como hayan desaparecido los factores de inestabilidad. El tono general del artículo no revelaba en ningún momento hostilidad hacia la nueva situación.

Fuentes diplomáticas de Moscú aseguran, paralelamente, que el nuevo Gobierno de Ankara había comunicado oficialmente sus deseos de mantener las buenas relaciones con la URSS.

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Todo parece indicar que, aunque en un principio Moscú acogió con inquietud la llegada de los militares a Ankara, ha adoptado ahora una política realista. Preocupado por la situación afgana, con dificultades en Irán, el Kremlin no quiere arriesgarse a empeorar su posición en la frontera con injerencias -aunque sólo sean verbales- en los asuntos internos turcos.

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