Enrique Fraguas: "La obra de Quevedo no es reaccionaria"

La obra de Quevedo no tiene el carácter reaccionario que se le ha dado desde 1945, año en que se conmemoró el cuatrocientos aniversario de su muerte y comenzó a utilizarse su doctrina de una manera amputada, con una intención determinada, aseguró el profesor Enrique Fraguas en una conferencia que pronunció sobre Quevedo político: historia de una frustración.Enrique Fraguas, presidente del Centro Español de Investigación y Documentación de Estudios Humanísticos, habló de la actuación de Quevedo como diplomático y político en los años 1613 a 1619, cuando fue secretario y consejero del duq...

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La obra de Quevedo no tiene el carácter reaccionario que se le ha dado desde 1945, año en que se conmemoró el cuatrocientos aniversario de su muerte y comenzó a utilizarse su doctrina de una manera amputada, con una intención determinada, aseguró el profesor Enrique Fraguas en una conferencia que pronunció sobre Quevedo político: historia de una frustración.Enrique Fraguas, presidente del Centro Español de Investigación y Documentación de Estudios Humanísticos, habló de la actuación de Quevedo como diplomático y político en los años 1613 a 1619, cuando fue secretario y consejero del duque de Osuna en Sicilia y Nápoles.

Destacó las actividades más importantes que realizó, por ejemplo, con el Papa, con el anterior virrey de Nápoles o con las cortes de Tolosa, en Francia, y afirmó que, sin embargo, el conde-duque de Olivares no le ofreció la garantía suficiente como político, ya que lo consideraba demasiado versátil y de cierta torpeza.

«El conde-duque», explicó Fraguas, «trataba de involucrar a la casta noble y comprometerla en política de regeneracionismo para que España saliera de la racha de crisis que atravesaba, y Quevedo se convirtió entonces en un adulador de los nobles de la corte -duque de Lerma, Uceda, etcétera-, pero no le ofreció a Olivares la garantía suficiente porque lo hacía de forma imprevisible.»

Indicó que el fin de su carrera diplomática se debió a la caída del duque de Osuna, tras la conspiración de Venecia, y a cuando se enfrentó ya más abiertamente al conde-duque de Olivares y al propio rey. «La hipersensibilidad de Quevedo por los problemas psíquicos y por las circunstancias que le rodeaban -quería ser un cortesano y no le dejaban- hicieron que su pluma se cargara de vitriolo, porque se vio rechazado, y eso fue lo que le hizo arrancar contra Felipe IV y el conde-duque.»

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