Homenaje en México a los artistas españoles del exilio

Se celebraron dos exposiciones de literatura y pintura

«El destierro de los poetas españoles es un fragmento de la historia mundial. Su suerte fue una prefiguración de la que sufrirían después chilenos, argentinos, jmers, tibetanos, cubanos, checoslovacos, uruguayos y tantos otros. El siglo XX ha sido el siglo de los pueblos en dispersión y las naciones fugitivas», dijo Octavio Paz en el discurso pronunciado en el primero de los actos que celebraron en México el cuarenta aniversario del exilio español en México.

La intervención de Octavio Paz cerró una de las jornadas más interesantes de este encuentro, que fue -en palabras de Eulalio Ferre...

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«El destierro de los poetas españoles es un fragmento de la historia mundial. Su suerte fue una prefiguración de la que sufrirían después chilenos, argentinos, jmers, tibetanos, cubanos, checoslovacos, uruguayos y tantos otros. El siglo XX ha sido el siglo de los pueblos en dispersión y las naciones fugitivas», dijo Octavio Paz en el discurso pronunciado en el primero de los actos que celebraron en México el cuarenta aniversario del exilio español en México.

La intervención de Octavio Paz cerró una de las jornadas más interesantes de este encuentro, que fue -en palabras de Eulalio Ferrer, presidente del Ateneo Español de México, que era el ente organizador de estos actos- «un recordatorio de la hospitalidad mexicana para con el exilio español, y especialmente para los intelectuales, científicos y artistas, y también una muestra de agradecimiento por el indudable caudal cultural que representaron para México». Antes se leyó un texto de Juan Gil-Albert, que no pudo acudir, y se realizó la intervención de Ramón Xiráu, en el contexto de un recital de poemas de numerosos autores mexicanos y del exilio, y de música sobre temas de Lorca, por un lado, y míticos mexicanos, por otro.Durante casi todo el mes, permanecieron dos exposiciones. La primera de ellas unía en público la obra de 54 pintores españoles, producida en su exilio mexicano, y entre ellos estaban Mingorance, Paloma Altolaguirre, Climent, Bardasano, Salvador Bartolozzi, Chamizo, Lizarraga, Julio Montes, José Moreno Villa, Xabier Oteyza, Capdevilla Moreno, Renáu, y a los que se añadían las obras de seis fotógrafos. La segunda era la exposición bibliográfica, en la que se puede ver la mutua influencia entre los exiliados y los mexicanos y los procesos de adaptación de los primeros al país que les dio cobijo. Además de las revistas producidas -España Peregrina, Romance, Revista dels Catalans d´América, primero, o las de colaboración hispano-mexicana, como Letras de México, Taller, Tierra Nueva y -Cuadernos Americanos- aparece la actividad en editoriales y las primeras ediciones de muchos de nuestros escritores transterrados. Paralelamente, y durante los días en que duró esta celebración, se reunieron mesas redondas sobre. ciencia, humanidades y arte. Los actos culminaron en el descubrimiento, por parte del presidente de la República de México, de una placa conraemorativa del cuarenta aniversario de la llegada de los primeros exiliados españoles, en la que se leen sendos textos del general Lázaro Cárdenas y del escritor Pedro Garfias.

«A diferencia de otras disciplinas», comenzó su discurso Octavio Paz, «la historia no sólo tolera, sino que reclama la pluralidad de interpretaciones. Incluso las contradicciones y oposiciones», dijo, «son fecundas y contribuyen a la visión de conjunto. La historia no es incoherente, pero sí hostil a las explicaciones únicas y totales.» Tras de lo cual comenzó a analizar el exilio intelectual en América, en un discurso que aparecía como perfectamente lúcido y coherente con las teorías de Paz sobre el mundo como sistema de analogías y con su sentimiento internacionalista de la historia. «La fuga de los poetas españoles», como decía. Paz, «aparece entonces como un fenómeno de la historia del mundo, al tiempo que un capítulo de la historia de España. Hay», dijo, «todavía otra perspectiva: la guerra civil española y la emigración republicana son un capítulo de otra historia igualmente tormentosa: la de las relaciones entre México y España.» Historia que calificó como «alternativamente luminosa y sombría», y en la que, con palabras que recuerdan al último Borges, habló del sentimiento pasado de España como la antimodernidad.

Como en todos sus ensayos, Octavio Paz iba constantemente, y con una lógica compleja, de lo particular a lo general, y sin olvidar esos lazos intermedios que convirtieron su lección de historia de la cultura en una lección de relaciones y correspondencias.

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