Inauguración de los "Cuadernos de campo", de Julio Caro Baroja

Exposición de dibujos antropológicos

Ayer se inauguró en Madrid, en la Sala de Exposiciones del Palacio de Bibliotecas y Museos, la muestra de Julio Caro Baroja, «Cuadernos de campo», que recoge un amplio número de dibujos del antropólogo e historiador.«La exposición», declaró Julio Caro, «recoge dibujos desde 1933 hasta 1977, fecha en la que entregué las carpetas para la exposición. Casi todo son apuntes del natural, en cuadernos. La mayoría los hice a lápiz y luego los pasaba a tinta.»

La exposición se había previsto inicialmente como acto cultural del CINFE, en tiempos del ministerio de Pío Cabanillas. La dimisión de su...

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Ayer se inauguró en Madrid, en la Sala de Exposiciones del Palacio de Bibliotecas y Museos, la muestra de Julio Caro Baroja, «Cuadernos de campo», que recoge un amplio número de dibujos del antropólogo e historiador.«La exposición», declaró Julio Caro, «recoge dibujos desde 1933 hasta 1977, fecha en la que entregué las carpetas para la exposición. Casi todo son apuntes del natural, en cuadernos. La mayoría los hice a lápiz y luego los pasaba a tinta.»

La exposición se había previsto inicialmente como acto cultural del CINFE, en tiempos del ministerio de Pío Cabanillas. La dimisión de su por entonces director, José María Ballester, retrasó la exhibición de la misma.

«Los dibujos», añade el historiador, «los realicé en distintas provincias españolas, con mayoría de Alava y Navarra. Hay también un apartado del Sahara y otro, más técnico, de aperos de labranza y artefactos en general. Esta parte técnica fue de mi época como director del Museo del Pueblo Español. Estuve en el mismo durante once años, en los que hice un acopio importante de objetos, hasta que me fui, en 1953, al comprobar que en el Ministerio no les interesaba nada de todo aquello. Al principio el museo estuvo instalado en el casón de Godoy, al lado del Senado. Tras mi etapa como director ocuparon el puesto otras personas hasta que se arrumbó hace cosa de cuatro o cinco años. Al parecer, los que ocupaban el edificio del Senado decidieron utilizar el casón, eran tiempos del Movimiento. Ahora permanece en unas cajas, supongo que bien guardado. El museo poseía una colección muy rica de trajes populares de toda España, una colección muy buena de aperos de labranza, otra estupenda de cerámica, una muy decente de joyas y de instrumentos de industrias familiares, prácticamente toda la cultura popular de principios de siglo.»

«Sobre la posibilidad de abrir de nuevo el Museo del Pueblo Español, creo que habría que vincularlo a la universidad, para que fuera una especie de laboratorio de los estudiantes de Antropología. En aquellos años yo hice un proyecto de museo al aire libre, en la Casa de Campo, con hórreos y casas típicas de las regiones españolas, pero las auténticas. No les interesó el proyecto y luego hicieron eso de la Feria del Campo con muchos pastiches.»

Estudios sobre el Sahara

«Los dibujos del Sahara los hice en 1952, durante los cuatro meses largos que estuve allí para hacer una investigación sobre las tribus nómadas. Publiqué el libro Estudios saharianos, en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y creo que está agotado. Allí se analizaba la genealogía, la vida económica, la concepción de la historia y las categorías sociales que tenían. Es prácticamente el único estudio sobre el Sahara, además de un informe de Miguel Molina sobre el censo. También se hicieron estudios botánicos y geológicos. Los geólogos encontraron los fósfatos y eso fue el principio del fin. Cuando el hombre occidental descubre riquezas se acaba con la organización social y la vida tradicional de las comunidades.»«Haciendo investigación de campo», añade Julio Caro, «se va encontrando que lo que estaba vivo hace veinte, treinta o cuarenta años, ahora, es arqueología. Es una profesión triste la nuestra, porque además todas aquellas formas de vida de lo rural no se han sustituido con nada. Hay vida en las barriadas de las grandes ciudades, pero en los pueblos sigue la desolación. Ahora se aprecia un retorno hacia el campo desde la ciudad, pero es de gente de fin de semana, no permanente, y cada vez se encuentran más pueblos envueltos en matorrales o casas ruinosas.»

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