La Real Fábrica de Tapices, de nuevo con dificultades económicas

«Nuestros tapices no tienen salida. Actualmente trabajamos únicamente para el stock.» Cuando justamente se ha cumplido un año de la crisis económica que estuvo a punto de hacer desaparecer la Real Fábrica de Tapices, la situación ha vuelto a agravarse, sobre todo a raíz del expediente de suspensión temporal que afecta a veintiséis trabajadores de la sección de alfombras, y que próximamente puede extenderse a la sección de tapices.Según los trabajadores, para salir de esta crisis es necesaria la ayuda estatal. «El Ministerio de Cultura y otros organismos no han hecho caso de la crítica s...

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«Nuestros tapices no tienen salida. Actualmente trabajamos únicamente para el stock.» Cuando justamente se ha cumplido un año de la crisis económica que estuvo a punto de hacer desaparecer la Real Fábrica de Tapices, la situación ha vuelto a agravarse, sobre todo a raíz del expediente de suspensión temporal que afecta a veintiséis trabajadores de la sección de alfombras, y que próximamente puede extenderse a la sección de tapices.Según los trabajadores, para salir de esta crisis es necesaria la ayuda estatal. «El Ministerio de Cultura y otros organismos no han hecho caso de la crítica situación. Las medidas parciales que han tomado han sido insuficientes, y ahora nos encontramos al borde de la desaparición.»

No sólo los trabajadores, sino también otras entidades sindicales y profesionales han pedido la ayuda estatal para la Real Fábrica de Tapices. Como salida a la crisis, los trabajadores estiman que sería necesario que se les encomendasen las restauraciones y que se creara una escuela para enseñar el arte tan especializado de la tapicería a nuevas promociones.

La Real Fábrica de Tapices, que hoy es una empresa familiar y privada, con casi un centenar de trabajadores, fue fundada en 1721, por Felipe V. A mediados del siglo XIX comenzó a conducirse como empresa familiar privada, que coexistiría durante todo un siglo con el servicio a la Corona, servicio que había sido preferente hasta entonces en lo que se refería a tapices y alfombras de los palacios.

Esta actividad, que todavía se mantuvo mediante contratos con la Administración durante la República, terminó con la aparición en los años cincuenta de la Fundación Generalísimo Franco, que se fue haciendo cargo progresivamente de la construcción y restauración de tapices para residencias y entidades oficiales. Dado lo especializado del trabajo y la escasez de demanda, la empresa, cuyos resultados son directamente culturales, tiene dificultades para mantenerse en el mercado.

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