Crítica:

La última novela rusa de Nabokov

La revolución rusa hace emigrar a Berlín a la familia Nabokov. Allí el joven VIadimir (1899-1977) finaliza sus estudios y comienza una carrera literaria en ruso bajo el seudónimo VIadimir Sirin. La segunda guerra mundial le obliga a emigrar a Estados Unidos, donde durante casi veinte años se dedica a la enseñanza. En 1945 adquiere la ciudadanía norteamericana. El éxito internacional de Lolita (1955), su tercera novela escrita en inglés, le permite volver a Europa, instalarse en un hotel de Montreaux, Suiza, dedicarse exclusivamente a la literatura y comenzar a traducir al inglés, con la...

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La revolución rusa hace emigrar a Berlín a la familia Nabokov. Allí el joven VIadimir (1899-1977) finaliza sus estudios y comienza una carrera literaria en ruso bajo el seudónimo VIadimir Sirin. La segunda guerra mundial le obliga a emigrar a Estados Unidos, donde durante casi veinte años se dedica a la enseñanza. En 1945 adquiere la ciudadanía norteamericana. El éxito internacional de Lolita (1955), su tercera novela escrita en inglés, le permite volver a Europa, instalarse en un hotel de Montreaux, Suiza, dedicarse exclusivamente a la literatura y comenzar a traducir al inglés, con la ayuda de su hijo Dimitri, sus novelas rusas, que se habían publicado en Berlín por entregas en olvidadas revistas de emigrantes o en reducidas tiradas de editoriales desaparecidas.Estas novelas originalmente escritas en ruso, por lo general se desarrollan en Berlín en un medio más o menos relacionado con el de los emigrantes rusos, pero tienen muy poca o ninguna relación con sus problemas cotidianos de supervivencia y sólo hay en ellas veladas alusiones y pocos recuerdos de su país natal. Son una especie de ejercicios de estilo, posiblemente más en virtud de su posterior reelaboración en el momento de su traducción al inglés por su autor.

La dádiva

Vladimir NabokovArgos Vergara Barcelona, 1978

En La dádiva, terminada en 1937 y que constituye su última novela escrita en lengua rusa, se dan estas circunstancias, pero se trata de una obra substancialmente diferente de sus restantes obras rusas. No porque, como en Mashenka (1926), la primera, haya una constante nostalgia por Rusia y tenga un aire claramente ruso, sino porque trata directamente, sin emplear ninguna de las armas esgrimidas en otras ocasiones, de la literatura rusa, y su protagonista, el joven poeta Fiodor Gudonov-Cherdyntsev, es un claro alter ego de Nabokov.

A pesar de esto, el autor escribe en la introducción: «Desde 1922 yo vivía en Berlín, simultáneamente, pues, con el joven del libro; pero ni esta coincidencia ni el que yo comparta alguna de sus aficiones, como la literatura y los lepidópteros, debe hacer exclamar "ajá" e identificar al dibujante con el dibujo.» Negación que es una constante a lo largo de su obra y que se hace todavía más contradictoria en casos en que las coincidencias con sus protagonistas son todavía más evidentes, como en las de su obra maestra Ada o el ardor (1969).

A través de las relaciones del joven poeta Fiodor Gudonov-Cherdyntsev con Zina Mertz en el medio literario de los emigrados rusos en un triste Berlín de mediados de los años treinta y de su obra La vida de Chernyshevski, Nabokov despliega su pasión por Pushkin y Gogol y se identifica con la música de la canción que canta su personaje, aunque posiblemente no con la letra, hasta el extremo de que éste, al final de la obra, cuenta que sueña con escribir una obra que no es otra que la que el atento lector está terminando de leer, y también aprovecha para hilvanar unas cuantas bromas sobre el marxismo y desplegar su más corrosivo humor contra Lenin y Marx.

Dentro de un tono excesivamente erudito, que hace que la obra sólo pueda ser apreciada en su verdadero valor por especialistas en literatura rusa y concretamente en Pushkin y Gogol, cabe señalar que en la página 204 Boris Ivanovich Scchyogolev, padrastro de la amada del protagonista, tras decir «¡Ah, si tuviera tiempo, qué novela descorcharía!», hace una síntesis del argumento de Lolita. Lo que se puede tomar por el primer testimonio, fechado en 1937, de una de las más características obsesiones de Nabokov, o como una broma introducida en 1962 cuando hizo la versión inglesa definitiva de la obra.

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