Tribuna:

Los bloques y la distensión

Del Comité Ejecutivo del PCEDurante mi reciente viaje a EEUU, tuve ocasión de escuchar una ex posición del señor Holst, dirigente socialdemócrata y subsecretario de Defensa de Noruega, sobre las «ventajas» de la OTAN para con tener las tendencias agresivas. Argumentos en el mismo sentido se pueden escuchar en Moscú referidos al Pacto de Varsovia. En mi opinión, esas tesís son, hoy menos verdad que nunca; la perduración de los bloques militares choca con la necesidad, cada vez más apremiante de la distensión en el mundo.

No quiero decir con esto que se puedan identificar la OT...

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Del Comité Ejecutivo del PCEDurante mi reciente viaje a EEUU, tuve ocasión de escuchar una ex posición del señor Holst, dirigente socialdemócrata y subsecretario de Defensa de Noruega, sobre las «ventajas» de la OTAN para con tener las tendencias agresivas. Argumentos en el mismo sentido se pueden escuchar en Moscú referidos al Pacto de Varsovia. En mi opinión, esas tesís son, hoy menos verdad que nunca; la perduración de los bloques militares choca con la necesidad, cada vez más apremiante de la distensión en el mundo.

No quiero decir con esto que se puedan identificar la OTAN y el Pacto de Varsovia. Aquélla nació en 1949, cuando EEUU tenía todavía el monopolio atómico, con evidentes propósitos agresivos. El Pacto de Varsovia fue una réplica que se constituyó en 1955.

No obstante, los dos bloques militares tienen hoy, en una serie de aspectos, efectos semejantes, y negativos, sobre la vida internacional. ¿En que manifiesta el anacronismo histórico, tanto de la OTAN, como el Pacto de Varsovia?

Su papel estrictamente militar ha disminuido considerablemente. El equilibrio hoy existente se basa mucho más en las armas nucleares almacenadas en EEUU y en la Unión Soviética, que en las bases aéreas o navales, u otros dispositivos militares, dislocados en diversas partes de Europa y del Mediterráneo. Por ello, no es exagerado decir que los bloques militares se convierten cada vez más en instrumentos de hegemonía política, tanto en Occidente como en el Este.

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A la vez, desde el punto de vista político, el bipolarismo en las relaciones internacionales, dimanante de la etapa de posguerra, está empezando a entrar en crisis. Es verdad que EEUU y la URSS cuentan hoy con arsenales nucleares suficientes para una destrucción total. Pero capacidad de destrucción no es capacidad de hegemonía. La ideología de la superioridad del «modo de vida. americano», que tuvo fuertes impactos en los años 50, ha sufrido un crac.

Entre las fuerzas revolucionarias, la perspectiva de un futuro socialista se asocia cada vez menos al modelo soviético.

Surgen en la vida internacional nuevos polos cuya influencia e irradiación son indiscutibles: China, sobre todo después de su pacto con Japón; el tercer mundo; el movimiento de los países no alineados; Africa, con el nuevo auge de los movimientos de liberación de sus pueblos. Y aIgo que nos toca más de cerca: la tendencia en Europa occidental a más autonomía e independencia.

En esta coyuntura, una de las secuelas más negativas de los bloques militares es que sirven de estímulo a una demencial carrera armamentista. Los gurarismos que la expresan alcanzan niveles astronómicos. El 70% de los gastos mundiales en armameento corresponden a la OTAN y al Pacto de Varsovia; y el 50% a EEUU y a la URSS.

En su reunión de Washington del mes de mayo pasado, la OTAN decidió que cada uno de sus miembros aumentase sus presupuestos militares en un 3%. Esto ha provocado serias oposiciones en una serie de países que se resisten a la presión norteamericana.

Conservar el equilibrio

¿Y qué ha ocurrido en la reciente reunión del Pacto de Varsovia, en Moscú? La actitud adoptada por Rumanía, negándose públicamente a aceptar algunas de las propuestas presentadas en el orden militar, plantea problemas de fondo que interesan vivamente a la opinión pública mundial.

El equilibrio militar que se ha creado entre los dos bloques es un hecho objetivo de la situación internacional. No se trata de modificarlo. Pero sí existen ya hoy armas nucleares, de un lado y de otro, que pueden, destruir tres o cuatro veces la humanidad, ¿qué sentido tiene incrementar aún más los armamentos para poder destruirla, digamos, unas cuantas veces más?

Por eso, el problema candente de hoy es conservar el equilibrio, no hacia arriba, sino congelando, controlando los niveles existentes, para poder luego entrar en un proceso de reducción y desarme.

Es esta una opción decisiva para el futuro. Una reducción de los gastos militares permitiría abordar, don posibilidades completamente nuevas, los tremendos problemas de una gran parte de la humanidad, como el súbdesarrollo, la en el seno mismo de los bloques militares. Esas corrientes centrífugas se pueden estimular unas a otras. Y el inicio de un control de armamentos, el surgimiento de nuevas formas de seguridad, no basadas en los bloques, les daríañ aún más vigor.

En esa perspectiva, aparece cada vez más realista la posición sustentada por el Partido Comunista de España, en favor de la disolución simultánea de los bloques militares. Europa es el lugar del mundo de mayor concentración de armamentos. Y la creación, por ejemplo, dje zonas desnuclearizads, de zonas sometidas a un control sistemático de armamentos por un lado y por otro, y de otras iniciatigas desarmamentistas, podrían crear un nuevo clima de seguridad y distensión.

La distensión, la alternativa

Europa es hoy un continente pluralista. La disminución de los factores militares facilitará una competición en otros terrenos: políticos, culturales, ecológicos, formas de vida, etcétera.

Avanzar hacia una Europa basada en la cooperación y la distensión es la única alternativa frente al círculo vicioso de la carrera armamentista que hoy amenaza de un modo muy directo. Mi impresión es que Rumania ha entendido este problema; y por ,eso su gesto no es simplemente coyuntural. España puede desempeñar un papel específico en estos problemas. Su prestigio actual, como país democrático, es indiscutible. Está fuera de los bloques, si bien asociada al sistema occidental por sus pactos bilaterales con EEUU. Pero, sobre todo, tiene, por causas históricas, relaciones estrechas con el mundo árabe, con América Latina; en general, con el Tercer Mundo. Dentro de un año, en 1980, se celebrará en Madrid la Tercera Conferencia sobre Seguridad y Cooperación Europea, continuación de las de Heisinki y Belgrado. Todavía es imposible prever en qué ambiente se desarrollará. Pero es obvio que a España le interesa que en ella aparezcan en primer plano los problemas de control y reducción de armamentos, de distensión y colaboración entre los países de nuestro continente.(Manuel Azcárate acaba de regresar de Rumania, donde se ha entrevistado con el presidente Ceaucescu.)

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