Tribuna:

De pesca en Bruselas

La reanudación de las negociaciones pesqueras entre españoles y comunitarios, tan precipitada como inusual en la filosofía de Bruselas, ha tenido como inicio, y a modo de bienvenida por parte del responsable comunitario, señor Simonet, palabras duras para con los responsables pesqueros españoles, a los que ha venido a acusar de alentar la rebelión de los pescadores españoles, al hacerles infringir las normas comunitarias en esta materia y pagarles las sanciones que se deriven de estas infracciones.El recibimiento era esperado, ya que la estrategia escasamente política y plagada de errores segu...

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La reanudación de las negociaciones pesqueras entre españoles y comunitarios, tan precipitada como inusual en la filosofía de Bruselas, ha tenido como inicio, y a modo de bienvenida por parte del responsable comunitario, señor Simonet, palabras duras para con los responsables pesqueros españoles, a los que ha venido a acusar de alentar la rebelión de los pescadores españoles, al hacerles infringir las normas comunitarias en esta materia y pagarles las sanciones que se deriven de estas infracciones.El recibimiento era esperado, ya que la estrategia escasamente política y plagada de errores seguida desde el Ministerio de Transportes en el reciente conflicto pesquero del Gran Sol no tiene parangón en la reciente historia pesquera española.

Por si esto fuera poco, se ha conseguido ver que la urgencia española por convocar nuevas negociaciones pesqueras en Bruselas sin contar con el lento calendario comunitario sólo tenía claras intenciones de cara a la galería, ya que resultaba poco menos que absurdo el pensar que de la noche a la mañana la Comunidad estuviese dispuesta a variar su estrategia pesquera con respecto a terceros países, máxime cuando ellos mismos no tienen definidas sus directrices de política pesquera interna.

La postura inicial comunitaria no es sino justa respuesta a una temeraria política del Gobierno español en esta materia, que ha actuado poco menos que saltándose a la torera cualquier tipo de acuerdo anterior. La imagen de falta de seriedad que nuestros representantes pesqueros dan en Bruselas, con todos sus antecedentes, augura un rotundo fracaso en estas negociaciones forzadas. Quien esperase otra cosa no es más que un inocente.

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