Reticencias de algunos países europeos a las propuestas de EEUU para intervenir en Africa

La reunión en la cumbre de la OTAN aprobó anteayer como se esperaba, un programa común de defensa a largo plazo, que costará unos 80.000 millones de dólares en quince años. Sin embargo, y pese a los esfuerzos de la Administración Carter, los aliados se mostraron bastante reticentes a la hora de respaldar la preocupación de Washington por la presencia cubano-soviética en Africa.

Aunque el presidente Carter calificó la reunión de la Alianza Atlántica como «productiva y constructiva», la vaga alusión al tema africano en el comunicado final prueba el escepticismo de algunos miembros europeo...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

La reunión en la cumbre de la OTAN aprobó anteayer como se esperaba, un programa común de defensa a largo plazo, que costará unos 80.000 millones de dólares en quince años. Sin embargo, y pese a los esfuerzos de la Administración Carter, los aliados se mostraron bastante reticentes a la hora de respaldar la preocupación de Washington por la presencia cubano-soviética en Africa.

Aunque el presidente Carter calificó la reunión de la Alianza Atlántica como «productiva y constructiva», la vaga alusión al tema africano en el comunicado final prueba el escepticismo de algunos miembros europeos de la OTAN respecto a la postura norteamericana. Entre los aliados que consideran poco menos que «exagerada» la alarma de Carter tras los acontecimientos del Zaire, parecen destacar el Reino Unido, Holanda, Noruega y Dinamarca.El comunicado final advierte, de forma inconcreta, que las actividades de la URSS en otras áreas geográficas podría «poner en peligro la mejora de las relaciones Este-Oeste», si bien más adelante indica que los conflictos regionales no deben contemplarse «exclusivamente» en el campo de las relaciones entre los dos bloques. Según informaciones dignas de crédito, hubo que modificar a última hora el texto del comunicado conjunto, en vista de la reticencia de algunos aliados a que la OTAN se ocupe de Africa.

Las ironías del premier británico, James Callaghan, quien se sorprendió de la abundancia de nuevos «Cristóbal Colón» que descubren ahora Africa desde Norteamérica, no sentaron bien en Washington. Pero el secretario general de la OTAN, Joseph Luns, vino a decir lo mismo, aunque sin hacer chistes, cuando aseguró que los aliados están de acuerdo en que la OTAN no debe intervenir en Africa y que la conferencia de Bruselas sobre el Zaire no tiene el patronazgo ni el apoyo de la organización.

La Casa Blanca dio, por otra parte, garantías a los europeos de que un supuesto ataque del Pacto de Varsovia contra Europa sería considerado en Washington como una agresión a Estados Unidos y que este país está dispuesto a utilizar «todas» las fuerzas necesarias para defender a Europa. El comunicado de la Casa Blanca se distribuyó con la palabra «todas» subrayada, en una obvia alusión a que se incluyen también las armas nucleares.

Estados Unidos prometió comprar más armas de fabricación europea y los aliados respaldaron, con la lógica reserva de Grecia, la postura de Jimmy Carter, a favor del levantamiento del embargo de armas a Turquía. Por lo demás, el comunicado conjunto insiste en que debe modernizarse la capacidad militar de la Alianza en orden a mantener el balance estratégico, se congratula de la sesión especial sobre desarme de la ONU y apoya las negociaciones SALT II.

Conversaciones SALT

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Mientras continuaba la escalada verbal entre sus respectivos líderes, el ministro soviético de Asuntos Exteriores, Andrei Gromiko, y el secretario de Estado norteamericano, Cyrus Vance, discutían en Nueva York durante cinco horas los detalles conflictivos del nuevo acuerdo sobre limitación de armas estratégicas.

La larga sesión no produjo resultados positivos y en ambas partes se reconoció, más o menos explícitamente, que las diferencias crecientes entre Washington y Moscú en otras áreas son la causa del impasse en las conversaciones SALT II. Preguntado por el estado de las relaciones USA-URSS, Gromiko respondió: «Me gustaría verlas mejor que están actualmente.»

Como es habitual, los negociadores declararon después de la reunión que se había realizado «algún progreso», pero que sin embargo «subsisten varias diferencias». Las discrepancias parecen haberse reducido finalmente a dos, una de ellas el bombardero soviético Backfire.

La segunda cuestión sin resolver sería un nuevo móvil norteamericano, dotado de cabezas explosivas múltiples, al que los soviéticos quieren imponer restricciones, mientras que los norteamericanos quieren garantías respecto al Backfire.

Las impresiones sobre la conclusión del nuevo acuerdo eran más bien pesimistas ayer en Estados Unidos y funcionarios norteamericanos admitían que el momento actual, con el intercambio de ataques entre Carter y Brzezinski, de un lado, y Brejnev y Gromiko, de otro, no era el «más adecuado» para limar las últimas diferencias. Simultáneamente se daba como seguro que la entrevista entre Carter y Brejnev no podrá celebrarse en el verano.

Archivado En