Crítica:

Los difíciles orígenes de la prensa periódica española

El siglo XVIII, instaurados ya los Borbones en España, va a quedar ante la historia como un siglo de profundas contradicciones registradas en el cuerpo cultural y social. La nueva cultura ilustrada que procede de Europa va a encontrar serias dificultades para penetrar en el estéril y aislado panorama español heredado del ocaso de los Austrias.Elemento valioso y medio esencial del intento de introducir estas corrientes modernizadoras es la incipiente prensa periódica que, poco a poco, se va independizando de la tradición libresca a pesar de las duras críticas y censuras que recibe tanto de la c...

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El siglo XVIII, instaurados ya los Borbones en España, va a quedar ante la historia como un siglo de profundas contradicciones registradas en el cuerpo cultural y social. La nueva cultura ilustrada que procede de Europa va a encontrar serias dificultades para penetrar en el estéril y aislado panorama español heredado del ocaso de los Austrias.Elemento valioso y medio esencial del intento de introducir estas corrientes modernizadoras es la incipiente prensa periódica que, poco a poco, se va independizando de la tradición libresca a pesar de las duras críticas y censuras que recibe tanto de la cultura como del poder político establecido. Lo cierto es que a pesar de las trabas y las dificultades derivadas del nacimiento de la periodicidad de la prensa y de la búsqueda de la identidad de sus contenidos, las publicaciones españolas del siglo XVIII desempeñan un papel esencial de transmisión de la cultura progresista de entonces: el enciclopedismo.

La prensa española en el siglo XVIII (diarios, revistas y pronósticos)

Francisco Aguilar PiñalConsejo Superior de Investigaciones Científicas Madrid 1978

El estudio cuantitativo-crítico de Francisco Aguilar Piñal, tenaz investigador de los primeros impresos españoles, es, en este contexto, un eficacísimo y necesario instrumento bibliográfico, ya no sólo para entender los orígenes de la prensa en nuestro país, sino también para acercarnos a la cultura y a la vida política y social de entonces.

El recorrido por los 176 títulos aparecidos, más otros setenta prohibidos antes de nacer, durante el siglo XVIII nos muestran las dificultades iniciales de una prensa que, en su afán de conectar con sus lectores, comienza a hacerse periódica (anual, mensual, semanal o diaria) y comienza también a diversificar sus contenidos: de las efemérides religiosas y publicaciones de pronósticos hasta el diario en sentido moderno.

Los impresos de este siglo se diversifican inicialmente por su contenido, destinatario y periodicidad, en periódicos diarios o semanales, o también revistas mensuales destinadas en general a grupos cultos.

Dos grandes obstáculos se oponían a esta difusión. Por un lado, la misma oposición de los enciclopedistas, que consideraban al periódico como un medio sin importancia, transmisor de ideas endebles y dirigido a un público sin preparación. Por otra parte, no hay que olvidar que en España no existían condiciones favorables para que se diera, aunque fuera en su grado incipiente, una prensa independiente y crítica,

Nifo, considerado como el primer periodista español al estilo moderno, y que funda el primer diario nacional (Diario de Madrid, 1758), podría explicar con propiedad todo este mar de contradicciones y dificultades.

Los pronósticos, sin embargo, con sus implicaciones en la astrología judiciaria medieval, encontraron un terreno popular más abonado para su desarrollo, hasta que fueron superados, ya a finales de siglo, por los almanaques científicos referidos a materias de náutica, mercantilismo, literarias y agrarias.

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