Crítica:

Nuevo dúo barroco en la Semana de Música de El Escorial

La interpretación de la música barroca carece de tradición en España. Si en algunas catedrales y centros religiosos llegó a tenerla, se perdió con el azaroso acontecer decimonónico. En realidad, esta tradición interpretativá se había perdido en toda Europa después del período clásico y así pudo Mendelssohn iniciar la nueva era de Bach partiendo de cero incluso en un país como Alemania. Claro que a los artistas del siglo XIX les resultaba poco menos que imposible reencontrar la línea perdida para recrear una música tan eminentemente improvisada y ornamental como la producida en la segunda mitad...

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La interpretación de la música barroca carece de tradición en España. Si en algunas catedrales y centros religiosos llegó a tenerla, se perdió con el azaroso acontecer decimonónico. En realidad, esta tradición interpretativá se había perdido en toda Europa después del período clásico y así pudo Mendelssohn iniciar la nueva era de Bach partiendo de cero incluso en un país como Alemania. Claro que a los artistas del siglo XIX les resultaba poco menos que imposible reencontrar la línea perdida para recrear una música tan eminentemente improvisada y ornamental como la producida en la segunda mitad del siglo XVII y primera mitad del XVIII.Dentro de la I Semana de Música de San Lorenzo de El Escorial, se presentó el dúo formado por el guitarrista Bernardo García Huidobro y el flautista Julián Llinás. Un programa barroco, con breves incrustaciones renacentistas, que convocó en la iglesia vieja del Real Monasterio, un ámbito bastante capaz, a una considerable cantidad de público.

Que una guitarra, solitaria en una parte del programa, y una flauta dulce tengan tal poder de convocatoria en manos de dos jóvenes y casi desconocidos músicos, es un dato significativo. Que una guitarra, instrumento casi siempre divo o en funciones de acompañamiento a cantantes modernos, se avenga a realizar el bajo continuo a las elegantes melodías ornamentadas de Telemann o Loeillet, dice mucho bueno de su tañedor, un chileno de veintiséis años, que lleva dos estudiando y viviendo en España. García Huidobro, que mostró su buen gusto y condiciones para hacer música, es alumno de Regino Sainz de la Maza y del venezolano Fernández Iznaola, personalidades eminentes de la guitarra, aunque este último no haya logrado la popularidad que merece.

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