Ciento veinte grupos teatrales

Manifiesto de Cuenca parece una expresión demasiado pomposa y un poco ingenua. Pero el hecho es que en Cuenca se ha celebrado la final del III Certamen de Teatro de la Obra Sindical de Educación y Descanso. Han llegado a esta fase los finalistas de la selección regional. Unos grupos teatrales que, de alguna manera, representan el trabajo de 1.20 grupos de teatro, de origen laboral, distribuidos por los centros de trabajo de todo el país.Ciento veinte grupos constituyen una cifra respetable y, desde luego, consoladora. Los seleccionados, presentes en Cuenca, han participado en enc...

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Manifiesto de Cuenca parece una expresión demasiado pomposa y un poco ingenua. Pero el hecho es que en Cuenca se ha celebrado la final del III Certamen de Teatro de la Obra Sindical de Educación y Descanso. Han llegado a esta fase los finalistas de la selección regional. Unos grupos teatrales que, de alguna manera, representan el trabajo de 1.20 grupos de teatro, de origen laboral, distribuidos por los centros de trabajo de todo el país.Ciento veinte grupos constituyen una cifra respetable y, desde luego, consoladora. Los seleccionados, presentes en Cuenca, han participado en encuentros y conversaciones que, naturalmente, han ido perdiendo su carácter técnico piara incidir en una angustiosa petición de ayuda. Los grupos exigen -ingenuamente y sin saber aún a quién- una ayuda que, efectivamente, debe prestárseles. Algo, alguien, deberá hacerse cargo de esta desamparada vocación de los productores españoles amigos del teatro. No se dice esto ni siquiera con urgencia. El teatro está acostumbrado a esperar y nadie pretende acosar a los nuevos líderes sindicales ni a sus agraces organizaciones. Se trata, simplemente, de decir que- esos grupos «están ahí», casi en mitad del arroyo y que deberán ser socorridos.

Todo el teatro no comercial adolece de indigencias, menosprecios y soledades. Gran parte de la fuer za movilizada hacia la reunión de un Congreso del Teatro proviene de esos grupos abandonados, inmersos en una dura economía competitiva, grupos a medio profesionalizar, grupos que han luchado años y años por una expresión teatral más ambiciosa y coherente que la comercial. A ellos se suma ahora esta voz vocacional del mundo del trabajo. El futuro Congreso deberá oírlos. La amplitud con que se están moviendo las distintas gesto ras que promueven la reunión per míte imaginar que los vocacionales, tendrán un lugar de respeto junto a los profesionales.

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