Palabras que acompañan a Puigdemont

La elección del lenguaje es fundamental para dar contexto al lector y no cargar las tintas ni rebajar los hechos

Ilustración: FERNANDO HERNÁNDEZ / Foto: DELMI ÁLVAREZ

El laberinto provocado por los resultados electorales del 23-J ha elevado a un púlpito inesperado a Carles Puigdemont, líder de Junts, el partido que tiene en sus manos investir al presidente del Gobi...

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El laberinto provocado por los resultados electorales del 23-J ha elevado a un púlpito inesperado a Carles Puigdemont, líder de Junts, el partido que tiene en sus manos investir al presidente del Gobierno y eludir la repetición de elecciones en España. Solo esta semana, EL PAÍS ha publicado una treintena de piezas —dos editoriales incluidos— en las que se le menciona. A Xosé María Torres Bouza, lector de Ortigueira (A Coruña), le ha llamado la atención el uso de la expresión “fugado de la justicia” para presentar a Puigdemont.

“Importantes y prestigiosos juristas como José Antonio Martín Pallín han negado el carácter de ‘fugado de la justicia’ que ustedes le atribuyen”, argumenta. “Basándose en: a) está localizado: vive en Waterloo (Bélgica); b) está a disposición de los tribunales de justicia belgas, que están atendiendo las peticiones de los tribunales españoles; c) está usando su defensa legal como cualquier acusado”. Por eso, considera, “es una expresión incorrecta” y solicita una explicación de por qué se usa.

Vayamos a la hemeroteca. Carles Puigdemont huyó a Bélgica en los últimos días de octubre de 2017, después de declarar la efímera independencia de Cataluña y ser destituido en aplicación del artículo 155 de la Constitución, horas antes de que la Fiscalía General del Estado presentara contra él y el resto de su Gobierno una querella por rebelión, sedición y malversación de fondos públicos. No era ningún secreto: la Fiscalía había informado de su intención 10 días antes y esta había sido ampliamente difundida por los medios de comunicación.

Varios días después, la jueza de la Audiencia Nacional Carmen Lamela ordenó la busca y captura de Puigdemont junto a otros cuatro exconsejeros, después de que desoyeran la citación para declarar. Semanas más tarde, la causa la asumiría el juez instructor del Tribunal Supremo Pablo Llarena, quien mantiene desde entonces el aparato jurídico en marcha para sortear la negativa de Bélgica de entregar a Puigdemont y traerlo de vuelta. Sin embargo, este nunca ha atendido las reclamaciones del Supremo para que rinda cuentas ante la justicia. Por ello, en 2019 fue “procesado en rebeldía” y después el Supremo rechazó su recurso contra esa decisión, en el que alegaba que siempre había estado a disposición del tribunal. Los magistrados argumentaron que había abandonado el territorio nacional al conocer la posibilidad de ser sometido a un proceso penal, “con la evidente finalidad de situarse fuera del alcance directo de las autoridades judiciales españolas”.

“Puigdemont sigue teniendo una orden de detención de la justicia española”, recuerda además Reyes Rincón, la redactora que cubre la información del Tribunal Supremo. Esa vigencia, añade, es la razón por la que no ha regresado en este tiempo a España: en el momento en el que ponga un pie en el territorio nacional será detenido y puesto a disposición judicial.

Pero ¿es correcto el término desde el punto de vista jurídico? Manuel Cancio, catedrático de Derecho Penal de la Universidad Autónoma de Madrid, explica que “fugado no es un término jurídico”, porque el ordenamiento no prevé el delito de fuga. Lo más parecido que recoge el Código Penal, añade, es el delito de quebrantamiento de condena, pero este solo se aplica a quien ya estaba cumpliendo una pena y se escapa y ese no es el caso de Puigdemont. Dado que el expresident fue citado a un proceso y no acudió, lo más exacto, según el catedrático, es decir que Puigdemont “es una persona que ha sido procesada en rebeldía”. En cambio, considera que “el derecho no da argumentos” para rebatir el uso del término fugado.

Se trata, pues, de una elección del periódico. Miquel Noguer, director adjunto de la edición Cataluña, defiende que en periodismo ha de usarse “un lenguaje comprensible y que describa la realidad”, sin cargar las tintas ni tampoco rebajar los hechos. Recuerda, además, que en el entorno del líder de Junts se ha tratado de que la opinión pública lo identifique como “exiliado o represaliado”, términos que no concuerdan con las circunstancias del expresident, al añadir una connotación de persecución política.

En esta situación, agrega, es importante dar contexto al lector. “Ni podemos hablar de Carles Puigdemont simplemente como un expresident de la Generalitat, que además no sería justo con sus antecesores, ni obviar en las informaciones que está huido”, afirma Noguer. Por eso, considera que “fugado encaja descriptivamente” con la situación de Puigdemont.

Sinónimos

También son correctos otros sinónimos que ya se usan en el periódico, como huido o prófugo. Ninguna de estas palabras que suelen acompañar a Puigdemont describe perfectamente su situación jurídica, pero no siempre los términos del derecho son los más adecuados para comprender la actualidad. Por ejemplo, el expresident fue procesado en rebeldía (en ausencia), pero despistaría al lector que lo llamáramos rebelde (término correcto según el Diccionario de la Real Academia Española), porque puede confundirse con quien comete el delito de rebelión.

Que sepamos dónde vive Puigdemont —ya que la definición de fugado del Diccionario no implica estar escondido―; que colabore con la justicia belga ―pero no con la española, como señaló el Supremo al rechazar su recurso― o que tenga una defensa legal ―prueba de que cuenta con todas las garantías―, como argumenta el lector, no cambian el hecho de que huyó.

La elección del lenguaje resulta fundamental en este caso. La Redacción tiene la obligación de escapar a los relatos interesados de parte: no puede limitarse a propagar el vocabulario que se nos ofrece sin un espíritu crítico, ni permitir que una descripción simplificada de los hechos rebaje su gravedad.


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