La consagración tardía de las maestras nonagenarias del arte
Cecilia Vicuña, oro en los Art Basel Awards, Betye Saar y otras creadoras conquistan el canon tras décadas de invisibilidad
La artista chilena afincada en Nueva York, Cecilia Vicuña (Santiago de Chile, 78 años) se alzó con el oro en la categoría icono de los recién inaugurados Art Basel Awards entregados durante Art Basel Miami Beach, la feria de arte más prestigiosa del mundo, celebrada este diciembre. El reconocimiento a Vicuña celebra al arte la...
La artista chilena afincada en Nueva York, Cecilia Vicuña (Santiago de Chile, 78 años) se alzó con el oro en la categoría icono de los recién inaugurados Art Basel Awards entregados durante Art Basel Miami Beach, la feria de arte más prestigiosa del mundo, celebrada este diciembre. El reconocimiento a Vicuña celebra al arte latinoamericano, pero también a una generación de mujeres cuya obra fue ignorada durante décadas. De hecho, la chilena llegó a creer que llegaría a morir en el anonimato, aunque aseguró a EL PAÍS que la falta de reconocimiento externo nunca condicionó dedicar su vida al arte. “Recuerdo que leí una biografía de Mozart para niños, un genio que llegó a la desesperación por hambre, y se me quedó grabada la idea de que un arte sublime no estaba relacionado con el reconocimiento, ni con el valor o el dinero”, confesó. “Lo único claro era un mandato interior: haz esto ahora, y entonces lo haces o no, esa es la alternativa”.
Betye Saar (Los Ángeles) también fue reconocida con una medalla a sus 99 años, la artista más longeva que exponía en la feria. Su obra Seeking the Promise (2025) fue representada por la galería Robert Projects, que busca honrarla a las puertas de su centenario. Se trató de un ensamblaje, una técnica que ha caracterizado toda su trayectoria y con la que confronta el racismo y los estereotipos que asocian lo femenino con lo erótico.
Saar, que ahora es considerada pionera del arte feminista negro y una figura prominente del ensamblaje y el arte conceptual, con obra en las colecciones del MoMA, The Met, the Whitney y la Tate Modern, pasó décadas sin el reconocimiento museístico que su trabajo merecía. No fue hasta la década de los 2000 cuando empezó a ser considerada dentro del canon, especialmente tras las retrospectivas que le dedicaron el LACMA y el MoMA en 2019-2020, cuando ya tenía 93 años. “Lo importante es crear. Es difícil encontrar el tiempo y el espacio, especialmente si se tienen hijos. Yo tuve tres y fui madre soltera. Pero hay que hacerse un pequeño estudio, aunque sea una mesa en la cocina”, explica Saar por email, matizando que aunque le agrada el reconocimiento, no es la razón por la que hace arte.
Ese compromiso y entusiasmo por crear han sido factores clave en contribuir a que eventualmente consiguiera superar la doble barrera de ser mujer y negra. Y es también esa devoción al arte lo que la mantiene activa, con buena salud y entusiasta. “A veces, es difícil levantarme de la cama, porque con casi cien años tengo dolores. Pero una vez estoy levantada y vestida, creo algo todos los días”, comenta. “Pinto acuarelas o trabajo en mi jardín. Es importante ser creativa y hacer que las cosas sucedan”.
El ejemplo de Chicago
El Museo de Arte Contemporáneo de Chicago (MCA) es una de las instituciones que lidera el compromiso por un canon justo: el 25% de las obras que adquieren son de mujeres. El esfuerzo implica una inversión de dinero y tiempo. “Las instituciones artísticas avanzan en la dirección adecuada, pero conseguir una representación justa puede tardar décadas, incluso siglos”, comenta Jamillah James, comisaria de la retrospectiva sobre Faith Ringgold. En 2023 le dedicaron la primera retrospectiva a la artista cuando tenía 93 años, que murió dos meses después.
La galería Richard Saltoun abrió sus puertas en el 2012 para dedicarse a la representación de artistas subrepresentados, con un foco especial en las mujeres. Su labor consiste en investigar, descubrir, reposicionar y reeducar a los artistas que han sido injustamente marginados. Una de las artistas “recién descubiertas” que trajeron a la feria de Miami es Cossette Zeno (Santo Domingo, 1930), quien a sus 95 años, participaba por primera vez en una feria. Se formó con Eugenio Granel y con el mismo André Breton en el París de los años cincuenta, y es probablemente la única pintora surrealista puertorriqueña. Pero a su regreso de Europa, y posteriormente al dedicarse principalmente a la crianza de sus hijos, su carrera quedó relegada a un segundo plano.
“La venta de la obra de los artistas con los que trabajamos requiere un esfuerzo mayor porque estamos reubicándolos dentro del canon. Son artistas históricos y nuestro trabajo implica reeducar a coleccionistas y museos”, explica Niamh Coghlan, representante de la galería Richard Saltoun. “Si empezamos a pensar solo en si un artista es comercial, no estaríamos haciendo bien nuestro trabajo. Lo que nos interesa es que los museos se involucren, que su obra llegue a las colecciones correctas. El dinero importa, pero la historia importa más”. El primer día de apertura, la galería vendió varias obras de Zeno.
También llevaron a la feria a la artista textil colombiana Olga de Amaral (Bogotá, 93 años). Aunque su nombre empezó a sonar internacionalmente en los años setenta, su primera retrospectiva fue en 2024 en la Fundación Cartier de París, cuando De Amaral contaba con 92 años. La galería ha contribuido, por ejemplo, al descubrimiento de la dimensión artística de Evelyn Nicodemus (Kilimanjaro, 71 años), hoy considerada una figura clave del feminismo de África oriental.
Cada vez hay más instituciones y coleccionistas interesados en adquirir obras de mujeres cuyo trabajo ha sido injustamente marginalizado en el mercado del arte. Marguerite Hoffman (Dallas), Komal Shah (Making their Mark Foundation), Grazyna Kulczyk (Museum Susch) y Christian Levett (FAMM), entre otros, lideran un esfuerzo que busca, en última instancia, devolver a estas mujeres el lugar en el canon que el mercado les negó gran parte de su vida.