El Museo Piccaso de Barcelona recuerda a Ubú, el rey totalitario del que todos se rieron
Una gran exposición recupera a Alfred Jarry y a los artistas de su círculo con 489 piezas que le retratan como el gran precursor del teatro del absurdo y el surrealismo
Alfred Jarry (Laval, 1873-París, 1907) estrenó la obra teatral Ubú rey el 10 de diciembre de 1896 en París con solo 23 años. Las crónicas de la época hablan de risotadas e insultos. No eran conscientes de que el rechoncho y delirante personaje que tenían sobre el escenario, imagen del despotismo totalitario, se convertiría en un representante del humor más negro y en un icono literario de primer orden. La pieza se representó dos tardes. Pero la falta de aplausos no impidió que en el ámbito artístico la obra se reconociera como una parodia del Macbeth de William Shakespeare y hast...
Alfred Jarry (Laval, 1873-París, 1907) estrenó la obra teatral Ubú rey el 10 de diciembre de 1896 en París con solo 23 años. Las crónicas de la época hablan de risotadas e insultos. No eran conscientes de que el rechoncho y delirante personaje que tenían sobre el escenario, imagen del despotismo totalitario, se convertiría en un representante del humor más negro y en un icono literario de primer orden. La pieza se representó dos tardes. Pero la falta de aplausos no impidió que en el ámbito artístico la obra se reconociera como una parodia del Macbeth de William Shakespeare y hasta hoy, en plenas turbulencias políticas locales y mundiales, Ubú sigue estando de plena actualidad. El Museo Picasso de Barcelona inaugura este miércoles Ubú pintor. Alfred Jarry y las artes (hasta el 5 de abril), una exhaustiva investigación artística sobre el autor, la obra que revolucionó el París artístico de finales del siglo XIX y su influencia como precursora del teatro del absurdo, el dadaísmo y el surrealismo.
Dividida en nueve secciones, la exposición combina el orden cronológico y temático. Ante algunas de las publicaciones en las que Jarry debutó como crítico de arte, el director del museo y comisario de la exposición, Emmanuel Guigon (Morteau, Francia, 66 años), explica la importancia de Ubú como personaje. Para él, está al mismo nivel que Ulises, Don Quijote o Madame Bovary. “Ubú se ha convertido en un arquetipo universal”, explica. “Pero, a diferencia de sus predecesores, el personaje desborda todos los tabúes. Desde su primera aparición en Ubu rey, su figura grotesca, desmesurada y cómicamente cruel escandalizó al público y abrió paso a un mito moderno. Simboliza una palabra sin freno, un poder desatado y una libertad provocadora, rasgos que incluso Jarry adoptó en su propia vida como prolongación del personaje. Ubú se ha impuesto como una estrella moderna, no exenta de humor”.
Hijo de una familia de clase media alta, Alfred Jarry pudo estudiar en París aunque no se llegó a licenciar. La muerte temprana de sus padres cuando acababa de cumplir 20 años le permitió disponer de un dinero con el que se pudo entregar a su afición por las tabernas y la absenta. Se cuenta en las cartelas de la exposición que la vida dispersa no impidió que en apenas 15 años (murió con 34 a causa de una meningitis tuberculosa) produjera una obra tan erudita como innovadora. Gracias a sus textos sobre arte descubrió a artistas entonces desconocidos y hoy maestros indiscutibles como Paul Gauguin, Pierre Bonnard, Armand Seguin o el Aduanero, en cuya casa se instaló cuando fulminó todo el dinero heredado. También trabó amistad con los nabis Paul Sérusier y Édouard Vuillard, además de con Toulouse-Lautrec y Félix Vallotton, los cuales ilustrarían varias de sus obras, como El Almanaque del Padre Ubú, con imágenes de Pierre Bonnard. Todos estos artistas están profusamente representados en la exposición gracias a los préstamos de museos como el Pompidou o el Museo d’Orsay.
En el mismo arranque de la exposición, que se extiende por dos plantas del edificio, hay una fotografía de Alfred Jarry pedaleando en una bicicleta de la que se dice que era inseparable. Incrustado en la estampa deportiva, destaca un retrato de Jarry firmado por el artista Hermann-Paul en el que se le ve muy joven y serio. Mientras da los últimos toques al montaje, el director del museo cuenta que conoció Ubú rey cuando tenía unos 14 años. “El impacto fue enorme. Es un texto muy fuerte. He investigado y trabajado mucho sobre Jarry y su personaje”.
En aras de esa admiración, en 2000 realizó una pequeña exposición sobre Ubú en el Instituto Valenciano de Arte Moderno y, como gran bibliófilo, ha buscado y adquirido todo texto vinculado al universo del autor. “Periódicamente, se le dedican exposiciones a Jarry en muchas ciudades europeas”, pero asegura Guigon que esta muestra que se inaugura en Barcelona es “la más ambiciosa”. No solo por la cantidad de obra expuesta, 489 objetos entre cuadros, dibujos, revistas y bibliofilia, sino porque es el resultado de la investigación más completa hasta ahora realizada sobre el fenómeno Ubú y su autor.
Inspiración surrealista
Uno de los muchos capítulos del recorrido explica la popularidad que alcanzó Alfred Jarry, pese a la mala recepción de Ubú rey. Fue un reconocimiento póstumo capitaneado por André Breton, quien le dedicó una conferencia en marzo de 1918. Jarry se convirtió entonces en una inspiración para los surrealistas. Breton remató la operación de darlo a conocer incluyéndole en su antología del humor negro en 1940. De la exégesis de su obra se ocuparon desde el colegio de la Patafísica, la sociedad dedicada a la investigación de las “soluciones imaginarias” para problemas inexistentes, entre otras cosas. En este ámbito dedicado al surrealismo destaca el espectacular óleo de Max Ernst Ubu imperator (1923), prestado por el museo Pompidou.
No se sabe a ciencia cierta si Jarry y Picasso se conocieron personalmente, pero no hay dudas de que supieron uno del otro. Ambos están presentes en uno de los apartados expositivos más llamativos. En él se cuenta que seis meses después del estallido de la Guerra Civil, Picasso realizó una serie de viñetas para acompañar al Guernica en el pabellón español de la Exposición Internacional de París de 1937. Es una especie de cómic en el que se evoca a Franco como un caballero cristiano con armadura medieval. Lo vemos “de cara al sol”, como un funámbulo en las trincheras, con un falo desmesurado o a lomos de un cerdo. El comisario asegura que la comparación con Ubú es evidente. El poeta dejó una fuerte impresión en el joven Picasso desde 1905. Esta fascinación le llevará a ilustrar Ubú, a coleccionar sus obras y sus grabados. Se dice que Picasso conservaba, como una reliquia, el revólver de Jarry.
En los teatros catalanes
La exposición cierra con una sucesión de salas en las que se cuenta cómo fue la recepción de Ubú en Cataluña, un capítulo fundamental de su historia escénica. Desde la primera representación de Ubú rei en 1964 en la Escuela de Arte Dramático Adrià Gual —a puerta cerrada y documentada por Pilar Aymerich— hasta la emblemática Mort del Merma creada por La Claca y Joan Miró, el personaje ha inspirado algunas de las propuestas teatrales más audaces del territorio. En 1981, el Teatre Lliure consolidó esta recepción con Operació Ubú, en colaboración con Els Joglars y con escenografía de Fabià Puigserver, una adaptación que se convirtió en un hito de la escena catalana contemporánea por ser una brillante parodia del entonces presidente de la Generalitat, Jordi Pujol.
La despedida
Emmanuel Guigon dirige el Museo Picasso de Barcelona desde 2016. El acuerdo con el Ayuntamiento termina en 2026. En esta década se han multiplicado los visitantes y, lo más importante para Guigon, los barceloneses han hecho suyo un museo que fue un regalo de Picasso a la ciudad. La exposición que hoy se inaugura será probablemente la última que firme como director. Para la próxima primavera tiene dos proyectos: El arquitecto y Picasso y la arqueología mediterránea. Contento y orgulloso por el nivel científico y popular que han alcanzado las exposiciones del museo, el director prefiere no hablar de planes futuros. Solo responde que le gustaría quedarse hasta marzo en el museo para rematar los trabajos en marcha y después seguir con sus publicaciones y exposiciones.