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Georg Friedrich Haas, compositor: “Prefiero ser un pervertido que un asesino”

El músico austriaco, con una carrera marcada por ser hijo y nieto de nazis, inaugura su residencia artística en el CNDM con ‘In vain’, considerada una obra maestra del siglo XXI

Circula por Facebook una foto reciente de Georg Friedrich Haas (Graz, 72 años) en un conocido tablao flamenco del centro de Madrid. “No exagero si digo que fue una de las experiencias musicales más intensas de mi vida”, confiesa el compositor austriaco en un salón sin ventanas del Auditorio Nacional. “Me pareció que esa libertad expresiva no pertenecía a ninguna ideología ni canon centroeuropeo”. ...

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Circula por Facebook una foto reciente de Georg Friedrich Haas (Graz, 72 años) en un conocido tablao flamenco del centro de Madrid. “No exagero si digo que fue una de las experiencias musicales más intensas de mi vida”, confiesa el compositor austriaco en un salón sin ventanas del Auditorio Nacional. “Me pareció que esa libertad expresiva no pertenecía a ninguna ideología ni canon centroeuropeo”. Haas es hijo y nieto de nazis, por lo que toda su música nace del instinto de supervivencia de lo que en sus memorias describe como el “horror heredado” durante una infancia en la que sufrió abusos físicos y sexuales. “Mis padres fueron unos criminales”, afirma con total serenidad. “Llegué a esa conclusión tras un largo proceso de asimilación, marcado por la vergüenza y el miedo. Durante años no pude hablar de ello con palabras, solo con música”.

De esa necesidad de exorcizar sus propios fantasmas surgió In vain (2000), una pieza monumental que el director Simon Rattle no dudó en considerar la primera obra maestra del siglo XXI. Haas la compuso cuando el partido de extrema derecha en el que había militado su familia entró en el Gobierno de su país. “Sentí que todo lo que creíamos haber superado regresaba. De ahí el título: en vano”. Será la primera obra de su catálogo que se interprete dentro del ciclo que le dedica el Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM), donde esta temporada se desempeñará como compositor en residencia. En ella Haas recurre a un lenguaje microtonal para expandir los límites de la escucha a través de un espectro armónico que parece llamar a las puertas de otro mundo. “Lo que nos espera al final del viaje no es el paraíso”, advierte. “Nada de eso”.

Durante el concierto del viernes en la Sala de Cámara del Auditorio, que dirigirá Jordi Francés al frente de la Joven Orquesta Nacional de España y varios miembros del Klangforum de Viena, las luces se apagarán por completo para reforzar la dimensión ritual de In vain. “Esa oscuridad está muy vinculada a la tradición cultural de España”, reflexiona Haas, que se declara admirador de las pinturas negras de Goya y el “dramatismo espiritual” de El Greco. “Pero también tiene mucho que ver un presente que repite de manera sigilosa pero imparable los patrones más sombríos de nuestra historia. No podemos olvidar que Austria, Alemania y los estados comunistas se convirtieron en dictaduras no a través de una guerra, sino mediante un proceso de evolución jurídica. Y eso es exactamente lo que está ocurriendo en Estados Unidos”.

En 2015, un año antes del primer triunfo electoral de Trump, que lo sumió en un estado de parálisis e incomprensión, el compositor se casó, en cuartas nupcias, con la artista y activista afroamericana Mollena Williams, con quien vive desde entonces en un apartamento de Harlem con vistas al río Hudson. Ambos desfilan desnudos (literalmente) por el documental El artista y su perversión, donde Haas reconoce su identidad sexual dominante dentro de una relación BDSM consensuada. Entre fustas, dildos y sesiones de azotes, el músico celebra frente a las cámaras la conquista de una libertad emocional y creativa “en absoluto incompatible” con sus convicciones feministas. “Mi tío se unió a la Waffen-SS para dar rienda suelta a su sadismo. Yo he transformado esa pulsión en amor. No tengo nada que ocultar. Es mejor ser un pervertido que un asesino”.

Tras la interpretación de In vain en Badajoz, este domingo, el monográfico continuará el año que viene en el Auditorio 400 de Madrid, donde se podrán apreciar algunas de las señas de identidad del singular estilo de Haas: el proceso microtonal de Tria ex uno a partir de la polifonía renacentista de Josquin Desprez, la riqueza tímbrica de Anachronism o la dramaturgia interna de Hommage à Bridget Riley. El 23 de marzo tendrá lugar el estreno mundial de su Cuarteto de saxofones nº 2, obra por encargo del CNDM de la que se ocuparán los músicos del Kebyart. “La escribí este verano en Inglaterra como tributo al padre de Mollena, que sirvió como marine en la Guerra de Vietnam. Antes de aquel trauma, del que jamás se recuperó, tocó el saxofón en Times Square y trabajó duro para que sus hijos pudieran estudiar y viajar a Europa”.

Haas fue alumno de Ivan Eröd, compositor judío refugiado en Graz tras la Revolución húngara de 1956. “Un día lo visité en su casa y me quedé un rato a solas con su madre”, recuerda. “Cuando le pregunté por su otro hijo, que yo ignoraba hubiera muerto en el frente, entendí por primera vez lo que era el silencio: fue como si la habitación se hundiera bajo nuestros pies”. Haas estudió después con Friedrich Cerha en Viena, entabló amistad con ese “destructor de la belleza” llamado Helmut Lachenmann y hasta se familiarizó con el espectralismo francés a su paso por el IRCAM de París. Al final encontró en las vanguardias del otro lado del Atlántico el consuelo que el dogmatismo teórico de la Segunda Escuela de Viena no le había podido ofrecer. “Digamos, para sintetizar, que no se puede amar la música de John Cage y ser nazi”, dice y ríe.

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