Ir al contenido

La tauromaquia pasa al contraataque en el Congreso: el PP la propone ahora como Patrimonio Mundial

El rechazo del PSOE tumba una proposición no de ley de los populares para presentar las corridas de toros ante la Unesco, después de que la abstención socialista hace semanas sirviera para mantener la protección nacional al sector

En los últimos tiempos, a los toros les ha surgido una inesperada plaza de aficionados. A Las Ventas o La Maestranza se ha sumado el Congreso de los Diputados. Allí salieron a hombros, hace semanas, en la faena más importante del año. Porque una Iniciativa Legislativa Popular (ILP) recogió 664.777 firmas para quitarle a la tauromaquia la protección cultural nacional. Sin embargo, los parlamentarios tumbaron su simple toma en consideración. Herida de muerte la propuesta, todo un capote a los festejos taurinos. Con verónica incluida del principal partido de Gobierno, el PSOE, que dejó filtrar su apoyo a la ILP, pero en el último momento se abstuvo, condenándola al fracaso. El toreo pasó del susto al éxtasis. Y, este martes, al contraataque en el Congreso, su nueva plaza favorita. Una proposición no de ley, impulsada por el Partido Popular en la Comisión de Cultura, ha intentado doblar la apuesta: ¿ahora que se ha reafirmado como patrimonio español, por qué no puede serlo a nivel mundial? El texto pedía instar al Gobierno a presentar la candidatura para la célebre lista de la Unesco. Aunque no salió adelante por un solo voto: 18 en contra, 17 a favor. El PSOE, esta vez, fue decisivo con su rechazo.

“Para seguir profundizando en la preservación de los conocimientos y saberes que supone esta manifestación artística es indispensable dar un paso más”, rezaba el documento, cuya primera firmante es María Soledad Cruz-Guzmán García, portavoz del PP en este ámbito. La gran mayoría de PNL, en realidad, suponen solo una declaración de intenciones: incluso si llegan a ser aprobadas, sugieren al Ejecutivo, sin obligatoriedad, fijarse en una cuestión. Y más en este caso: se trataba del primerísimo hipotético avance de un proceso que dependería de factores también externos, como la opinión eventual de la Unesco. Aun así, sirvió para constatar la vigencia del asunto taurino. Y lo fortalecido que salió el sector de su reciente éxito: difícil incluso solo imaginar, hace escasos meses, que el Parlamento discutiera su posible valor como patrimonio inmaterial mundial.

Mucho parece haber pasado. Y, a la vez, muy pocos días. Así que, en las intervenciones y la votación, se volvieron a escuchar argumentos ya resabidos. El debate, ya polarizado, va desde el maltrato animal hasta el alma y las raíces, pasando por Goya, Lorca y pequeños municipios donde la tauromaquia trasciende la ideología política. A nivel nacional, al menos, las posturas se reiteran: el socio minoritario del Ejecutivo, Sumar, así como la izquierda y el nacionalismo vasco, catalán y gallego, en contra de los festejos taurinos y su protección. PP y la extrema derecha de Vox, muy a favor. Y los socialistas tratando de hacer equilibrismos. Su portavoz, Isabel María Pérez Ortiz, adujo hoy dos motivos para el no. Uno de fondo: “Las manifestaciones culturales inscritas por la Unesco deben contar con un consenso social amplio. Es evidente que no existe”. Y otro técnico: la candidatura debe salir de una Comunidad Autónoma y su gestión corresponde al Ministerio de Cultura, previa aprobación del Consejo de Patrimonio Histórico, un trámite que no se ha producido en este caso.

“Esta PNL es una burla hacia el Partido Socialista y lo que vivimos hace un mes. Pero hurga en una herida real: lo que hizo el PSOE no tiene perdón, nos engañó a todos y todas”, afirmó Nahuel González, de Sumar. El propio presidente, Pedro Sánchez, reconoció en su momento que “no es un tema resuelto dentro del PSOE”. Cada vez más claro parece tenerlo, en cambio, la población: el 77% rechaza las corridas de toros, según un informe publicado en febrero por la Fundación BBVA. Y la asistencia al menos una vez al año a espectáculos taurinos sigue desde hace años en el 8%, en cifras del Ministerio de Cultura. Se dispara o se derrumba, sin embargo, según la región. Y las franjas de edad más aficionadas se encuentran entre 45 y 64 años y, sobre todo, entre 15 y 24. El acceso sigue permitido a partir de los 14 años, pese a que el Comité de los Derechos de los Niños de la ONU recomendó a España prohibir la asistencia a menores de 18.

La tauromaquia resulta la actividad cultural que más rechazo genera: un 68% afirma que le interesa entre 0 y 2. Pero celebró 1.474 festejos en 2023, más que antes de la pandemia, aunque sobre todo concentrados entre Madrid, Castilla-La Mancha, Castilla y León y Andalucía. Datos, en definitiva, para todos los gustos. Porque los antitaurinos los ven como indicios de agonía: denuncian que las administraciones locales de derechas los hipersubvencionan, y ni así el movimiento crece. Pero la PNL del Partido Popular afirmaba: “Las estadísticas sí nos demuestran que existe un consenso y una afición viva que podrá ser legítimamente rechazada por algunos, pero no prohibida ni censurada”.

La proposición no de ley no solo acudía a los números: volvía hasta el siglo XIII y Alfonso X el Sabio, hablaba de “historia” y “acervo cultural común” de los españoles. “Las fiestas o espectáculos taurinos incluyen a las corridas de toros y a un numeroso conjunto de tradiciones y festejos populares […]. Todo esto es signo de identidad colectiva […] es una manifestación artística en sí misma desvinculada de ideologías en la que se resaltan […] la inteligencia, el valor, la estética, la solidaridad, o el raciocinio como forma de control de la fuerza bruta. La universalidad de la fiesta de los toros alcanza a los mundos artísticos donde ha sido acogida y la de las obras que ha producido en las demás artes, como las plásticas, la literaria, el cine, etc. y en el léxico”, agregaba el documento. Y subrayaba que el duelo entre torero y animal solo supone el clímax: citaba la ganadería, la confección de las vestimentas, la música, la realización de los carteles y, en definitiva, la dimensión económica y laboral del sector, que califica de “primera magnitud”. Ya puestos, los populares también lamentaron que la Comisión de Cultura apenas se reúna, síntoma del impasse que afecta a toda la labor parlamentaria en esta legislatura.

Del PP vino también, hace algo más de una década, el blindaje estatal a los toros: fue su gobierno el que aprobó, con mayoría absoluta, la ley 18/2013, “la semilla” de la PNL de hoy, según la portavoz popular. Entonces, el PSOE también se abstuvo. La normativa estableció, en su artículo 2, que la tauromaquia “forma parte del patrimonio cultural digno de protección en todo el territorio nacional”. Y en el 3:“Los poderes públicos garantizarán la conservación de la tauromaquia y promoverán su enriquecimiento”. En la práctica, además, levantó un muro infranqueable: ni Cataluña pudo prohibir las corridas de toros, ni Baleares modificarlas para evitar la muerte del animal, porque el Tribunal Constitucional en ambos casos subrayó que era contrario a la ley 18/2013.

Por eso la reciente iniciativa ciudadana buscó derogar esa normativa, y que cada comunidad pudiera decidir libremente si mantener, fomentar o vetar los toros. Pero los diputados hicieron oídos sordos a la propuesta. Y al esfuerzo de miles de voluntarios durante meses. Y eso que el Congreso acogerá desde el próximo lunes y hasta el 28 de noviembre la exposición fotográfica End the Cage Age, sobre los millones de animales enjaulados en Europa. En la propia Comisión de Cultura se dieron más contradicciones: Joaquín Robles, de Vox, denunció la “barbarie” en su PNL “relativa a la defensa de los usos y costumbres del pueblo español frente a prácticas culturales foráneas como la ‘Fiesta del cordero”. Una decepcionante ironía para Jorge Pueyo, de Sumar, que llevó a los dos diputados a lanzarse repetidas puyas. La razón de matar a tantos toros bravos oscila entre la gloria y la crueldad, según quien mire.

Hacia el final, la PNL del PP sobre la candidatura a Patrimonio Mundial añadía: “Resulta crucial tal reconocimiento para la salvaguardia de la tauromaquia, ante la amenaza de que su rechazo pueda ser utilizado como moneda de cambio para satisfacer a grupos políticos que proponen la derogación de esta ley para construir identidades nacionalistas y crear discursos, sin perjuicio de que se reconozca que parte de la sociedad no la comparta”. Esta vez los antitaurinos se apuntaron una pequeña victoria. La tauromaquia seguirá siendo patrimonio español, pero no global.

Sobre la firma

Más información

Archivado En