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Carminho, fadista: “La inquietud es una palabra que me representa”

La artista portuguesa, que participa en el nuevo álbum de Rosalía, se ha adueñado del proceso creativo de sus discos como compositora y productora. En diciembre actúa en España

A los 21 años esquivó cantos de sirena para lanzar su primer disco de fados y se largó a recorrer el mundo. Aquella inquietud vital que llevó a Carminho (Lisboa, 41 años) a aplazar el camino de la gloria sigue siendo su fuerza más primitiva, la que la empuja a hacer lo que nunca ha hecho, ya sea tocar la guitarra portuguesa para acompañar a Emma Stone en Pobres criaturas o buscar sonoridades nuevas con instrumentos extraños en el fado como el ondes Martenot o el Cristal Baschet. Es una de las cantantes portuguesas más internacionales, que ya ha pasado por las alfombras rojas de los Gram...

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A los 21 años esquivó cantos de sirena para lanzar su primer disco de fados y se largó a recorrer el mundo. Aquella inquietud vital que llevó a Carminho (Lisboa, 41 años) a aplazar el camino de la gloria sigue siendo su fuerza más primitiva, la que la empuja a hacer lo que nunca ha hecho, ya sea tocar la guitarra portuguesa para acompañar a Emma Stone en Pobres criaturas o buscar sonoridades nuevas con instrumentos extraños en el fado como el ondes Martenot o el Cristal Baschet. Es una de las cantantes portuguesas más internacionales, que ya ha pasado por las alfombras rojas de los Grammys latinos y de los Oscar. Acaba de lanzar en Sony Portugal un disco osado, grabado en el estudio de Lisboa donde se realiza la entrevista, y también participa en el nuevo álbum de Rosalía, que en sus noches de taberna cantaba fados de la portuguesa. Tras una gira por Estados Unidos y América Latina, actuará el 2 de diciembre en Madrid (Capitol Gran Vía) y el 12 de diciembre en Huelva (Casa Colón).

Pregunta. En 2022 Rosalía se confesaba fan de su música y ahora la ha invitado a su nuevo disco. ¿Cómo ha sido el proceso?

Respuesta. No puedo decir mucho aún. En un concierto en Lisboa cantó uno de mis fados, luego la conocí. Es una mujer muy talentosa, creativa y sensible. Tiene una conexión muy fuerte con sus raíces que es algo con lo que me identifico mucho. Yo no estoy interesada en cambiar el fado, pero la posibilidad de moverme en sus fronteras y límites es lo que más me motiva. Eso también lo veo en el trabajo de Rosalía.

P. La prensa portuguesa considera su nuevo disco, Eu vou morrer de amor ou resistir (moriré de amor o resistiré), el más audaz. ¿Coincide?

R. Tal vez. Todos los discos me parecen el más audaz porque siempre trato salir del último con una pista para el siguiente. El disco de Tom Jobim y la gira con su banda fue una apertura muy fuerte para mí. El fado es más cerrado, de un intérprete singular, formalmente no tiene plasticidad para hacer duetos. Aquel disco me provocó el deseo de colaborar con otros y salir de los límites del fado.

P. En la vida, ¿es más partidaria de morir de amor o de resistir?

R. En la vida, no sé, pero en el fado se muere mucho de amor. Lo que más me gustó de este título de un poema que encontré es la ambigüedad, la idea de que hay una posibilidad de resistir y no morir de amor. Eso es bueno. Es necesario cantar cuando morimos de amor porque ocurre, no podemos controlar todo, pero cantar esa resistencia me interesa y me parece bello. Dice cosas empáticas que a mí me gustaría escuchar.

P. Si el fado no se renueva, ¿acabaría en un nicho?

R. El fado no tiene posibilidad de no renovarse, es una lengua viva. En el fado podemos cambiar las letras y esta posibilidad le da vivacidad, le proporciona un nuevo discurso, se puede cantar siempre la vida de hoy.

P. Si miramos sus discos podemos concluir que hay una inquietud por caminos nuevos. ¿Es la fuerza principal de su identidad?

R. La inquietud puede ser una palabra que me representa. O la insatisfacción, no porque esté insatisfecha, estoy muy feliz pero no me imagino haciendo las cosas dos veces. Estoy aquí para hacer cosas que me inquietan. Me aburre hacer lo mismo y repetir. Cuando veo los discos anteriores tengo la conciencia de que fueron lo mejor que tenía para dar en aquel momento, pero pienso que hoy arriesgaría más. Me pregunto qué me ataba, cuáles eran mis inseguridades y por qué no me di más. A veces es imposible, es porque no sabías más.

P. Una de las cosas buenas de cumplir años.

R. Sí. (Risas). Hay muchas cosas buenas.

P. ¿Es el mismo espíritu que la llevó a recorrer el mundo?

R. Totalmente. Querían que me comprometiese con una carrera, tuve invitaciones para hacer discos y yo no podía comprometerme porque no sabía quién era ni que quería cantar. Necesitas un periodo de incubación y aprendizaje.

P. Sorprende que con 21 años tuviese la frialdad y la madurez de decir no.

R. Eso también me sorprende, ahora no tendría la misma capacidad. (Risas). Es porque estaba guiada por una estrella. Yo tengo una estrella. Hoy mismo me encontré por casualidad con Laurie Andersen [colabora en el nuevo disco de Carminho] en el mismo vuelo. Esa estrella siempre me acompaña, me ofrece lugares para aparcar…

P. Cree claramente en la buena suerte.

R. Todo es buena suerte. Por eso no me puedo quejar. A veces tengo la tentación de quejarme porque estoy cansada, pero rápidamente me pongo en mi lugar y comprendo que es un privilegio lo que hago. Aquel viaje fue muy enriquecedor porque comprendí que el mundo era muy diferente de Portugal.

Tengo una estrella que siempre me acompaña

P. ¿Qué aprendió?

R. Imagínate, pensaba que todos los países eran iguales, con otras lenguas y otros trajes. Un shock cuando me vi en India o China. Te sientes minúsculo ante la riqueza del mundo, la cantidad de belleza que hay en las diferentes culturas o las distintas formas de amar. Y la música es una lengua que ayuda a la empatía. Me puse en algunas situaciones peligrosas durante el viaje. En Bangkok, sola, en la estación de autobús, a las tres o cuatro de la mañana, sin saber donde ir. Mi termómetro eran los ojos. Cuando yo miraba a los ojos, tenía que decidir si confiaba, en esa mirada depositaba mi vida, siempre lo logré. La estrella estaba allí.

P. Ahora también recorre el mundo pero de manera muy diferente.

R. Yo empecé en el fado para ganar mi dinero para mis gastos. Con esos ahorros me fui de viaje. El fado me llevó al mundo y después el mundo me devolvió el fado porque en el viaje descubrí mi vocación. Y ahora el fado me devuelve otra vez al mundo, de forma distinta. Hay una conexión.

P. ¿Le abrió puertas la nominación a los Oscar por la película de Yorgos Lanthimos?

R. Todo ayuda mucho. En el fado hay esta idea de irrealidad temporal, que tenía la película. Para mí, fue desafiante tocar la guitarra portuguesa porque nunca lo había hecho. Yo toco guitarra clásica y piano para componer, pero decidí intentarlo y lo logré. Ni se imaginan el enorme placer que me dieron. Yorgos no quería un hombre tocando y el desafío también tenía que ver con esa idea de empoderamiento femenino de la película. El fado acompaña la transformación del personaje, que pasa de ser una niña a entender que en el mundo hay dolores. Me parece poética la idea de que el fado la transformó.

P. En los últimos discos es también productora. ¿Necesitaba libertad creativa?

R. No tenía sentido de otra forma. Maria fue el primer disco donde lo hice y tuvo que ver con que mis memorias de infancia. Hice casi una terapia para recordar cosas. ¿Cómo contarle eso a otra persona para que luego regrese a mí? ¿Por qué no hacerlo si yo sé lo que quiero? Yo sé lo que quiero pedirles a los músicos, no pretendo producir discos de otros, yo quiero ser mi propia productora, es lo que tiene sentido para un artista. No se tiene que saber de todo para producir la propia música, hay que saber lo que se quiere.

El fado es particularmente machista

P. ¿Había también una necesidad de emanciparse de una manera de hacer las cosas masculina? Casi todos los productores son hombres.

R. No lo hago por eso, por el hecho de que no haya mujeres productoras. Hay menos porque se les dan menos oportunidades. Estoy esperando por las nuevas generaciones porque hay muchas más mujeres en la formación, están en el horno y yo lo estoy aguardando. Hay muchas tocando o componiendo y cuando ellas empiecen… ¡Son muy buenas! En el fado había una cultura de crear una cierta dependencia musical, como que un productor tenía que traducir lo que tú querías a los músicos y no es verdad. No hay necesidad de tener intermediarios.

P. ¿Y es más difícil en el fado? ¿Es un mundo musical más machista que otros?

R. Sí. El fado es particularmente machista. Está cambiando.

P. ¿Tuvo alguna experiencia que no le habría pasado de ser hombre o ha tenido una carrera cómoda?

R. Tuve que conquistarlo. Podían decirme: ‘ahora espera un poquito que estamos hablando de música’, ¿sabes? A veces es necesario imponer respeto, pero hoy trabajo con una banda de personas increíbles, con capacidad de aportar, escuchar, aceptar decisiones y saber que es un juego que necesita un líder. Nadie trata de imponer cosas, tampoco yo. El estudio tiene que ser un lugar de empatía, de libertad artística y relajación, y después alguien lo va a organizar. En mis discos lo hago yo y obtengo mucho placer en esta parte del proceso.

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