Ir al contenido

‘Last of the Few’: fallece a los 105 años John ‘Paddy’ Hemingway, el último superviviente de los célebres pilotos británicos de la Batalla de Inglaterra

El aviador cayó derribado cuatro veces durante la Segunda Guerra Mundial, y en una de ellas se salvó, pese a fallarle el paracaídas, al caer en un montón de estiércol

John "Paddy" Hemingway, último piloto superviviente de la Batalla de Inglaterra posa frente a un Hurricane en 2022.RAF (AP)

Este es sin duda un obituario de altos vuelos. Ha fallecido un aviador veterano de la Segunda Guerra Mundial, y no uno cualquiera, sino el irlandés John Paddy Hemingway, the last of the Few, el último de los Pocos, el único que quedaba de los valientes pilotos de caza bautizados así por Winston Churchill en aquel célebre discurso en el que refiriéndose a los aviadores que habían defendido a Gran Bretaña en los cielos durante la Batalla de Inglaterra contra las fuerzas aéreas nazis aseveró que “nunca en el campo del conflicto humano debieron tantos tanto a tan pocos”. Por supuesto el Primer Ministro —viejo zorro— recogía otra tradición épica nacional de los Pocos, los shakespearianos Few (“We few, we happy few, we band of brothers”) de la arenga del día de San Crispín de Enrique V, unos few que enfrentaron también fuerzas superiores en la batalla de Agincourt.

Gran tipo John Hemingway, sin duda, que llevaba un apellido de valor y testosterona, un mote como el de otro héroe de la misma guerra, Patrick Paddy Leigh Fermor, y que ha fallecido el pasado lunes en la cama en Dublín, haciéndole un soberano corte de mangas a la muerte que le había rondado tanto en el aire, a la provecta edad de 105 años –¿un guiño al reactor F-105 Thunderchief?: lo suyo hubiera sido esperar a los 109 como gesto de desafío a los veloces y letales cazas Messerschsmitt Bf-109 que fueron unos de sus principales enemigos en aquel firmamento en llamas de la contienda mundial—. Pero hay que ver cómo valoran a los suyos los británicos y saben sacar orgullo y ejemplo de carreras como la de Hemingway que, todo un héroe, en puridad no fue un as, dado que solo consta que derribara dos aparatos rivales, dos bombarderos, un Heinkel He 111, el 10 de mayo de 1940, durante la Batalla de Francia, y, al día siguiente, un Dornier Do 17; también dañó un Me-109. Un score poco importante si se compara con el de los grandes ases de la Segunda Guerra Mundial, incluso de la propia RAF como Johnnie Johnson (34 derribos), el sudafricano Pat Pattle (entre 40 y 60) o el francés Pierre Clostermann (33).

Resulta muy británico, que son tan deportivos, que se destaque de Hemingway no las veces que derribó sino las que cayó derribado (y obviamente sobrevivió). Hasta cuatro veces se precipitó de allá arriba. La primera el 18 de agosto de 1940 cuando su Hurricane matrícula V7249 fue alcanzado en el combate con un Junkers Ju-88 cerca del estuario del Támesis. Hemingway se lanzó en paracaídas y cayó al mar, de donde fue rescatado in extremis por un bote enviado en su busca. El segundo derribo fue el 26 de agosto siguiente sobre las marismas de Essex y esta vez su aparato, otro Hurricane, el P3966, cayendo a casi 400 kilómetros por hora, se empotró 12 metros en el cieno de un pantano. De nuevo el piloto pudo saltar y fue recogido por la Home Guard y devuelto a su base. Su Hurricane permaneció 80 años enterrado en el barro, hasta que en 2019 un equipo arqueológico extrajo sus restos, incluidos los controles del caza, que mostraban la posición de “fuego” que Hemingway había activado para disparar a un bombardero ligero Dornier Do 215 que acabó derribándolo a él. El aviador soñaba con volver a ver volar su caza, que fue reconstruido en un hangar del campo de aviación de Elmsett, Suffolk, con lo que quedaba del aparato, incluida una de las ocho ametralladoras Browning.303 y la placa con el número de registro del avión, y añadiéndole piezas originales de otros Hurricanes. La tercera ocasión en que cayó fue el 13 de mayo de 1941 por mal tiempo en un caza nocturno Havoc II, y esta vez la Parca lo rondó más cerca: al saltar se golpeó con la cola del avión y se rompió dos dedos de la mano derecha, pudo tirar de la cuerda del paracaídas con la izquierda pero no se le abrió bien y se fue abajo como una piedra. De manera increíble, se salvó al caer sobre un gran montón de estiércol en el jardín del poeta Walter de la Mare en Londres. El siguiente derribo fue a los mandos de un Spitfire en Italia en 1944 cuando le alcanzó la artillería antiaérea al atacar con su escuadrilla una columna motorizada alemana cerca de Rávena. Volvió a saltar en paracaídas, cayó tras las líneas enemigas y tras ser rescatado por partisanos una niña le guio disfrazado de campesino hasta sus propias líneas después de pasar arriesgadamente por las posiciones alemanas. Años después se reveló la identidad de la niña, Carla Fabri, de Copparo, cerca de Ferrara. También restos de este Sptifire, como del Hurricane, parecen haber sido hallados, en 2017, en Coccanile, a un kilómetro y medio del lugar del derribo.

Pero es que además de los derribos, Hemingway hizo un aterrizaje de emergencia durante la Batalla de Francia (después de derribar al Do 17), y, lo que ya es el colmo, el avión en el que viajaba en julio de 1941 para que lo condecorara el rey con la Distinguished Flying Cross (DFC), la Cruz al Vuelo, un Blenheim, se estrelló al aterrizar y él se salvó por los pelos. Desde luego el que el currículo de un piloto de caza se nutra de tantos episodios en los que se estrelló es notable. Y desde luego hay que tener un valor a toda prueba para que con tantas experiencias de caída vuelvas cada vez a subir allá arriba.

Paddy Hemingway, que cantaba —no muy bien, según decía— en el coro infantil de la catedral de San Patricio de su ciudad, Dublín (podría decirse que tampoco es que volara mejor), se alistó en la RAF en 1938; en marzo de 1939 fue nombrado oficial piloto y al empezar la Segunda Guerra Mundial ya volaba Hurricanes. Combatió en Francia, realizó misiones de apoyo a la evacuación de Dunkerque, peleó en la Batalla de Inglaterra, y pasó unos meses exhausto retirado del combate para regresar como comandante de un escuadrón de Spitfires en Italia. Tras la guerra fue destinado a Oriente Medio y luego sirvió como oficial de Estado Mayor de la OTAN. Se retiró en 1969. Alcanzó el rango de Group Captain (coronel) de la RAF.

Casado y con tres hijos, Hemingway vivió en Canadá un tiempo hasta regresar a Irlanda en 2011. Desde 2019 estaba en una residencia en Dublín, donde fue viendo como los few eran cada vez más few, y se convirtió en el last. Nunca presumía de lo que hicieron él y sus camaradas. Afirmaba que se limitaron a cumplir el trabajo para el que los habían preparado. En la noticia de su muerte en la página web de la RAF, muy sentida como puede imaginarse, se recuerda que tenía un centelleo en la mirada cuando recordaba aquellos tiempos, sobre todo los momentos de pub con los colegas. Preguntado en una ocasión por el secreto de haber podido pasar de centenario,con lo que había vivido, respondió muy juiciosamente: “No puedo decir que no bebas, ni que no hagas locuras. No puedo decir que no vueles aeroplanos. Ni que no te derriben ni derribes. He hecho de todo, y soy un irlandés. La única recomendación que puedo dar a la gente es ¡sé irlandés!”.

Feliz vuelo final Paddy. Los pocos ya son ninguno.

Sobre la firma

Más información

Archivado En