El compositor Toshio Hosokawa gana el Premio Fronteras del Conocimiento de Música y Ópera

El jurado ha destacado en este artista de 69 años “el extraordinario alcance de su música, puente entre la tradición japonesa y la estética contemporánea occidental”

El compositor japonés Toshio Hosokawa frente a la Ópera de Stuttgart, donde su ópera Erdbeben.picture alliance (picture alliance via Getty Images)

El compositor Toshio Hosokawa (Hiroshima, 69 años) ha ganado este martes el decimoséptimo Premio Fronteras del Conocimiento en la modalidad de Música y Ópera, otorgado por la Fundación BBVA. El jurado ha destacado “el extraordinario alcance de su música, que constituye un puente entre la tradición japonesa y la estética contemporánea occidental”. Se trata del compositor japonés más importante, pero también “de uno de los creadores más originales y aclamados de nuestro tiempo”, prosigue el acta del jurado. Con un extenso catálogo que abarca todos los géneros que ha sido inspirado “tanto por la filosofía zen como por la utilización de una escritura tímbrica de alto rigor y de una riqueza sumamente original y reconocida”.

Hosokawa no es ningún desconocido en España, donde en la actualidad es compositor residente de la Orquesta de Valencia. Allí estrenó en diciembre su concierto para violín Genesis (2020). En el pasado, protagonizó un programa monográfico dedicado a su música en el Auditorio Nacional de Madrid, en el ciclo Música de Hoy de 2004, donde se escucharon varias composiciones suyas, como Silent Flowers, para cuarteto de cuerda (1998), y Voyage V, para flauta y orquesta de cámara (2001). Escribió su Trío para violín, violonchelo y piano (2013) por encargo de la Fundación BBVA para el Trío Arbós. En 2021 la Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña programó su concierto para trompa Moment of Blossoming. Y, en 2022, la Orquesta Sinfónica de Musikene interpretó Circulating Ocean (2005), una composición que había estrenado la Filarmónica de Viena en el Festival de Salzburgo e impulsó definitivamente su música a nivel internacional.

El compositor japonés inició su formación musical en Tokio, aunque en 1976 decidió proseguirla en Berlín, lo que le permitió establecer un vínculo personal entre la vanguardia occidental y la cultura tradicional japonesa. No obstante, sus primeras composiciones, estrenadas en los Cursos de Verano de Darmstadt en 1980, mostraron una mayor dependencia de los modelos compositivos de la vanguardia alemana de posguerra. Su primera obra importante fue su Hiroshima Requiem en 1989, un oratorio para solistas, narrador, coro y orquesta con cinta plagado de sonidos extremos, metálicos y percusivos acerca de la bomba atómica que devastó su ciudad natal en 1945, que revisó y amplió en el año 2000 con el título Voiceless Voice in Hiroshima.

En el perfil biográfico de Hosokawa en la editorial Schott Music puede leerse una definición que resume idealmente su evolución creativa a partir de los años ochenta y noventa: “La música es el lugar donde se encuentran las notas con el silencio”. Sus composiciones fueron evolucionando progresivamente hacia una fuerte influencia del budismo zen y de las artes tradicionales japonesas y orientales. Un ejemplo de esto es Sen II (1986) inspirada en las pinceladas de la caligrafía oriental, y Ferne-Landschaft I (1987), inspirada tanto en la música ceremonial japonesa (gagaku) como en el uso de la perspectiva de la pintura china. Pero fue en la década de los noventa cuando desarrolló su estilo más personal, basado en la fusión de dicotomías como el silencio y el sonido, la luz y la oscuridad, lo masculino y lo femenino.

Un buen ejemplo de ello es la composición In die Tiefe der Zeit para violonchelo y acordeón (1994). En esta obra, el instrumento de cuerda representa lo masculino y el acordeón lo femenino, mientras que el cosmos de aire y tensión entre las notas adquiere un significado particular al integrar el silencio y los sonidos. A estos detalles de su música se refería el propio Hosokawa en su vídeo de aceptación del Premio Fronteras del Conocimiento en japonés: “El sonido y el silencio no están contrapuestos, y la luz y la oscuridad tampoco, que es algo complementario que se abraza. Y yo lo considero así, como el yin y el yang del taoísmo”. A continuación pone como ejemplo el sonido del tzuzumi, el tambor tradicional japonés utilizado en el teatro noh. “Hay una parte de su ejecución en la que no hay sonido, sino silencio y tensión, y sin ese elemento no podríamos escuchar un sonido bonito”, añade.

In die Tiefe der Zeit también refleja, desde el título, la concepción vertical del tiempo de su música. El compositor japonés se refirió a ello en el vídeo que se proyectó en la sede madrileña de la Fundación BBVA. “En la música europea o la música clásica el tiempo tiene una dimensión horizontal y progresiva, pero en la música japonesa no se ve el paso adelante, sino que su movimiento es circular y su dimensión es vertical”, explica. Sin embargo, ha sido en su música orquestal y concertante donde más ha desarrollado estas ideas a partir de 2000. Además de la mencionada Circulating Ocean, destacan su concierto pianístico Lotus under the Moonlight (2006), donde rinde homenaje a Mozart evocando el florecimiento del loto, y la composición orquestal Woven Dreams (2010), donde imagina las sensaciones dentro del vientre materno. Otro ejemplo de su pasión por la naturaleza es el concierto para trompa Moment of Blossoming.

Esa relación con la naturaleza y sus desastres le ha inspirado varias composiciones dedicadas a las víctimas del tsunami y de la posterior catástrofe nuclear de Japón, en 2011. Destacan la obra orquestal Meditation (2012), donde una tranquila elegía se transforma con las advertencias de los instrumentos de metal y percusión de la proximidad del tsunami, y la ópera Stilles Meer (2016), como respuesta escénica a esos trágicos acontecimientos. De hecho, la renovación del lenguaje operístico de Hosokawa ha sido otro de los aspectos que la Fundación BBVA ha premiado. Su trayectoria comenzó con Vision of Lear (1998), donde adapta a Shakespeare conectando Oriente y Occidente mediante elementos del teatro noh. Pero Hosokawa triunfó especialmente con sus dos óperas siguientes, en las que parte de una obra teatral noh y la conecta con la ópera occidental mediante expresivos silencios y sutiles texturas orquestales: Hanjo (2004), en el Festival de Aix-en-Provence, y Matsukaze (2011), en La Monnaie de Bruselas. Y después de Stilles Meer, llegaron Futari Shizuka (2017) y Erdbeben. Träume (2018).

En su catálogo hay varias secuencias de obras con motivos naturalistas, como Landscape, Ferne Landschaft, Voyages o Blossoming, donde suele combinar instrumentos europeos con otros japoneses, como el shakuhachi, el shō y el koto. Pero sus mayores éxitos en los últimos años han estado relacionados con varios conciertos para instrumentos occidentales como el violonchelo, el órgano, el violín o la flauta. Es el caso de Sublimation (2016), Umarmung (2017), el citado Genesis (2020), Ceremony (2022) o Prayer (2023). El compositor japonés intervino en directo por videoconferencia al final del acto, este martes en la Fundación BBVA, y reconoció que está inmerso en la finalización de su ópera Natasha, que se estrenará en Tokio en agosto, pero también habló de su próxima visita a España a finales de este mes, donde asistirá a la interpretación en versión de concierto de su melodrama Futari Shizuka por la Orquesta de Valencia en la Sala Iturbi del Palau de la Música.

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