39 fotos

La 28ª edición del Premio Internacional de Fotografía Humanitaria Luis Valtueña, en imágenes

La fotografía humanitaria pone este año el foco en la hambruna y el asedio de la infancia en Gaza

Niños del campo de refugiados de Jabalia comen alimentos distribuidos por ONGs, tras largas horas de cola. El fotógrafo palestino Mahmoud Issa ha recibido por su trabajo documental el premio de fotografía documental Luis Valtueña, que concede la ONG Médicos del Mundo. Mahmoud Issa
Palestinos hacen cola para recibir comida durante el Ramadán, el mes sagrado de ayuno musulmán, en el campo de refugiados de Jabalia ubicado en la Franja de Gaza. Mahmoud Issa
Palestinos se congregan a las puertas de un almacén de la UNRWA en la ciudad de Gaza para recibir ayuda. Mahmoud Issa
Amjad Al-Qanoo, un niño palestino de 3 años con una salud muy deteriorada, lucha por sobrevivir debido a la desnutrición. Imagen realizada en el distrito de Jibaliya de la ciudad de Gaza, el 9 de Junio de 2024. Los niños y niñas palestinos que viven en la Franja de Gaza en medio de los ataques israelíes corren también un alto riesgo de morir por desnutrición y deshidratación. Mahmoud Issa
Palestinos viviendo en el campo de refugiados de Jabalia forman una larga cola para recibir alimentos distribuidos por una ONG.Mahmoud Issa
Ayuda humanitaria lanzada desde aviones sobre Jabalia, en el al norte de la Franja de Gaza. Mahmoud Issa
Un tumulto rodea una cocina solidaria que reparte comida entre gazatíes en Jabalia, al norte de la franja de Gaza.Mahmoud Issa
La familia palestina Al-Saifi rompe el ayuno sobre las ruinas de su casa, destruida tras un ataque sarelí durante el mes de Ramadán. Mahmoud Issa
Ferial Al-Najjar, madre del niño palestino Naeem Al-Najjar que murió por desnutrición, muestra una foto de su hijo.Mahmoud Issa
El muro fronterizo que separa México y Estados Unidos serpentea por la colina de Monument Hil, en el desierto de Sonora, Mexico, 2024. El fotógrafo Daniel Ochoa de Olza ha quedado primer finalista en la presente edición de los premios de Fotografía Humanitaria Luis Valtueña. Daniel Ochoa de Olza
El muro fronterizo que separa México de Estados Unidos se asoma entre las dunas de Los Algodones, una zona desértica de fina arena que se extiende entre los dos países y que hace especialmente difícil y peligroso para los migrantes cruzar, tanto por el terreno como por las altísimas temperaturas que se legan a registrar de hasta 49ºC, aunque eso no impide que los cruces sean frecuentes, así como los fallecimientos. Imagen tomada desde California, Estados Unidos.Daniel Ochoa de Olza
Una madre y su hija cruzan la frontera que separa Estados Unidos de Mexico, Imperial Valley, California, Estados Unidos. La frontera entre EE UU y México abarca cerca de 3.200 kilómetros, lo que la convierte en una de las fronteras más largas del mundo. El proyecto del muro fronterizo se cita a menudo como uno de los esfuerzos de ingeniería más costosos de la historia reciente. Algunas secciones del muro han costado hasta 46 millones de dólares por kilómetro y medio, aunque el promedio ronda entre 20 y 25 millones de dólares, dependiendo del terreno y los desafíos de construcción. Daniel Ochoa de Olza
Las últimas luces del día iluminan una montaña donde el muro fronterizo se interrumpe, a la altura de La Rumorosa. Pese a lo hostil del terreno y la presencia de delincuentes, miles de migrantes atraviesan el desierto con la esperanza de llegar a Estados Unidos, demostrando que la gran obra de ingeniería que es el muro y su altísimo coste económico no funcionan. Daniel Ochoa de Olza
Una desconcertante puerta, abierta en el muro fronterizo que separa USA de Mexico, en una imagen tomada desde el lado mexicano, en el desierto de Altar, Sonor. Daniel Ochoa de Olza
Una niña llora en brazos de su padre mientras esperan a la intemperie durante horas y bajo un sol abrasador (temperaturas de 45ºC) junto con otras personas originarias de Ecuador, Irán, China, Republicana Dominicana o México en espera a ser dirigidos a centros de migrantes para procesar sus solicitudes de asilo, en Jacumba, California, Estados Unidos. La mayoría de personas atravesaron la frontera caminando la noche anterior, esperan a los agentes federales, para no ser ilegales.Daniel Ochoa de Olza
Una portería de futbol normaliza en apariencia la presencia del muro fronterizo entre EE UU y México, en Tecate, Baja California, México.Daniel Ochoa de Olza
Cementerio de Tecate, junto al muro fronterizo en MéxicoDaniel Ochoa de Olza
La frontera iluminada separa Tijuana de las montañas del sur de San Diego, México.Daniel Ochoa de Olza
El muro de la frontera se adentra en el océano Pacífico, Mexico. Daniel Ochoa de Olza
Santiago Mesa ha sido reconocido como segundo finalista en la presente edición los premios Luis Valtueña de Fotografía Humanitaria. La comunidad Emberá Dobida de Puerto Antioquia, en el Chocó, es accesible en lancha por el río Bojayá, Colombia. Esta comunidad tiene 141 habitantes: 31 hombres, 27 mujeres y 83 niños. Fue fundada hace aproximadamente 30 años. El 7 de abril de 2023 se produjo el primer suicidio registrado: Yadira Birry, de 16 años, se quitó la vida. Esa misma noche hubo tres intentos más, y hasta la fecha se han registrado más de 15 intentos de suicidio en la comunidad.Santiago Mesa
Nelli Birry, de 10 años, es la hija mayor de Liria Cheito. Nelli sostiene un pez que acaba de pescar en la comunidad Emberá Dobida de Puerto Antioquia, Chocó. Su madre intentó suicidarse con su paruma (prenda tradicional de su comunidad), cansada de los malos tratos de su marido.Santiago Mesa
Cuerda para amarrar un perro en la casa de Liria Cheito, quien intentó suicidarse ahorcándose con su paruma (prenda tradicional de su comunidad) el 7 de abril de 2023.Santiago Mesa
La lucha interna de Liria Cheito se intensifica cada vez que sufre violencia. "Intenté suicidarme durante una borrachera el 7 de abril de 2023. Pensé en mis hijos; ¿qué sería de ellos si me quitaba la vida?". Recuerda este doloroso episodio como un momento de reflexión, en el que el apoyo de un sacerdote, que bendijo su casa, le proporcionó una paz temporal. Sin embargo, los malos tratos persisten, y Liria sigue enfrentándose a oscuros pensamientosSantiago Mesa
Luisa Birry, de 21 años, es la hermana mayor de Yadira Birry, que se suicidó en 2023 en la comunidad indígena Emberá Dobida de Puerto Antioquia, Chocó. Luisa intentó quitarse la vida antes que su hermana.Santiago Mesa
La comunidad y, especialmente los hijos de Liria Cheito, se han convertido en su ancla para seguir adelante, ya que tuvo dificultades para adaptarse a su nueva vida tras la muerte de su padre. Cuando nació su primer hijo, empezó a aceptar su entorno, pero con el tiempo, los malos tratos de su marido la llevaron a plantearse el suicidio. En la imagen, Oniri Birry, de 7 años, la hija menor de Liria Cheito.Santiago Mesa
Marneli Birry, de 10 años, trenza el pelo de su madre Liria Cheito en la comunidad de Puerto Antioquia, Chocó.Santiago Mesa
El 7 de abril de 2023, en la comunidad Emberá Dobida de Puerto Antioquia, Chocó, Yadira Birry, de 16 años, se quitó la vida usando su paruma, una tela que se utiliza a modo de falda. Sus tres hermanas, María Camila Birry, Luisa Birry y Noraisi Birry, junto a su tumba, llevan las parumas que Yadira dejó tras su muerte. Santiago Mesa
Ahitana, de 23 años, es una mujer de la comunidad Emberá Chamí, desplazada a Bogotá desde su territorio en Chocó debido al conflicto armado. Vive en La Rioja (Colombia), uno de los tres lugares que la comunidad ocupa en la ciudad. Se ha enfrentado a una ciudad hostil, a malos tratos y a pocas oportunidades. Ha intentado suicidarse varias veces, la última el 1 de abril de 2024.Santiago Mesa
La comunidad Emberá Dobida de Puerto Antioquia es una de las 45 comunidades Emberá a lo largo del río Bojayá, donde, según la diócesis, ha habido 60 casos de suicidio entre 2015 y 2024, y más de 400 intentos de suicidio. Los conflictos intrafamiliares, las continuas guerras en la zona, el reclutamiento forzado, el aislamiento debido al conflicto, las acusaciones de los grupos armados y la falta de ayuda gubernamental son algunas de las razones por las que muchas de estas personas han optado por quitarse la vida.Santiago Mesa
El Sr. Gomes, de 63 años, en el interior de su habitación, en una antigua villa abandonada de Lisboa. Las paredes y los techos no ocultan el pasado ni el abandono. Trabajó toda su vida en la construcción, uno de los sectores que más sufrió la crisis de 2011 a 2014. En el proyecto 'ROOF (2013-2023)', el fotógrafo Mário Cruz retrata las vidas que reflejan la cara oculta de la crisis inmobiliaria en el destino número uno de Europa: Lisboa. Cruz ha sido reconocido como tercer finalista en la presente edición de los premios Luis Valtueña. Mário Cruz
Entrada a una casa, en la que fue una escuela de Lisboa, hoy abandonada. Todos los residentes viven sin agua ni electricidad. La mayoría tiene trabajo y sus empleadores no saben que no tienen una casa en la que vivir.Mário Cruz
La familia Alves dentro de su casa en un edificio abandonado de Lisboa. Su único ingreso proviene del trabajo de la Sra. Sandra en un restaurante, pero no es suficiente para alquilar una casa. Para poder educar a sus hijos decidió vivir ilegalmente en este edificio hasta que reciba una casa de un programa social del Ayuntamiento.Mário Cruz
La zona exterior de casas abandonadas donde viven diferentes familias. No hay agua potable ni electricidad, y mucho menos recogida de basuras.Mário Cruz
Vitor, de 65 años, duerme en su cama dentro de una fábrica abandonada. Vitor fue invitado a vivir allí por los otros residentes de la fábrica cuando le vieron durmiendo en la calle. Estaba físicamente débil debido a la falta de alimentos. Era mecánico y perdió su trabajo en 2011.Mário Cruz
El Sr. Costa se tumba dentro de su habitación en una fábrica cerrada. Debido a las dimensiones del solar, más de 10 personas construyeron allí sus casas. La policía visita regularmente la fábrica y destruye las construcciones ilegales de los distintos residentes.Mário Cruz
Paula y su perro, dentro de la casa que construyó en el trastero de una escuela abandonada de Lisboa. A pesar de vivir en un lugar abandonado, el espacio ha sido robado varias veces y ella vive en un clima de gran inseguridad. Trabaja en un turno de 10 a 5 como asistencia, pero el salario mínimo que recibe es insuficiente para permitirse un alquiler en Lisboa.Mário Cruz
Un bebé, en una de las habitaciones de la casa abandonada que ocupa una familia sin techo en Lisboa. El casero permite que la familia se quede allí porque tienen un niño pequeño. Aunque la familia ya está inscrita en el programa de vivienda asequible, no tienen ninguna previsión de cuándo podrán acceder a una casa.Mário Cruz
Fernando Gomes, funcionario de una junta parroquial de Lisboa, en el interior del contenedor abandonado donde vive. La casa donde vivía fue vendida a un fondo inmobiliario que construirá una urbanización de lujo. Tras ser desahuciado, no pudo encontrar ninguna casa que pudiera permitirse pagar y ahora se ve en la tesitura de vivir sin acceso a electricidad ni agua y en un container oxidado en la parroquia donde trabaja todos los días.Mário Cruz
Puerta en el exterior de una fábrica abandonada donde viven varias personas. Todos los fines de semana las empresas vierten residuos cerca de la fábrica, a saber, ropa para vestir, objetos para vender, pero, sobre todo, materiales preciosos para construir casas en el interior del edificio olvidado desde hace tiempo. La fábrica ha servido de hogar a diferentes familias y personas desde 2013 hasta la actualidad, siendo uno de tantos en una crisis oculta en Lisboa, uno de los principales destinos turísticos. Mário Cruz