‘Anselm’: el cineasta Wenders y el pintor Kiefer meditan sobre el arte y la herida nazi
Las imágenes de la reconstrucción alemana tras la guerra evocan el deseo de una nueva Alemania que avance, porque ambos de 79 años, fueron niños del año cero de su país
Anselm Kiefer nació en el año cero de Alemania, y así lo ha reconstruido Wim Wenders. Al igual que el niño de la inmortal película de Roberto Rossellini, que juega entre la destrucción física y el derrumbe moral de un país. Sin entender, con ansias de oír, con ganas de entender y con hambre de epatar. Kiefer, pintor y escultor alemán adscrito al neoexpresionismo, figura funda...
Anselm Kiefer nació en el año cero de Alemania, y así lo ha reconstruido Wim Wenders. Al igual que el niño de la inmortal película de Roberto Rossellini, que juega entre la destrucción física y el derrumbe moral de un país. Sin entender, con ansias de oír, con ganas de entender y con hambre de epatar. Kiefer, pintor y escultor alemán adscrito al neoexpresionismo, figura fundamental del arte de su país en el último medio siglo, nació en marzo de 1945. Wenders, en agosto del mismo año. Y eso marca.
Considerado por algunos críticos como un “maestro de la irritación sutil”, Kiefer dibujó su casa siendo un crío con las distintas estancias abiertas en canal, a la manera de los tebeos de 13, Rue del Percebe, aunque por una razón mucho más contundente: tras los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial las casas apenas conservaban las paredes; abiertos los hogares al viento de la autodestrucción o de la reconstrucción tras la derrota del nazismo. En ese dibujo infantil, una estancia paradigmática: el cuarto de los niños malos. Desde entonces, Kiefer ha reflexionado sobre aquel tiempo sombrío y cruel del modo más enigmático. Rompiendo tabúes con continuidad.
Así lo retrata Wenders en uno de esos documentales tranquilos tan suyos: Relámpago sobre agua (1980), sobre el cineasta Nicholas Ray; Tokyo-Ga (1985), sobre otro director, Yasujiro Ozu; The Soul of a Man (2003), con los pioneros de la música americana; Pina (2011), acerca de la coreógrafa Pina Bausch; La sal de la tierra (2014), sobre el fotógrafo Sebastião Salgado. Tan misteriosos como sus personajes. Narrados con sus personalísimas voz y dicción, y a través de imágenes elegantes y limpias, pero cargadas de significados interiores. Anselm, que así se titula con sencillez, es el último de ellos. Dirigido además en un 2023 de triunfos para Wenders, pues también es la temporada de su última obra maestra: Perfect Days.
Para retratar a Kiefer, su trabajo y su ideario, Wenders utiliza algunas imágenes audiovisuales de archivo, tanto de entrevistas con el artista como de la posguerra mundial. Pero también ejercita el siempre discutible recurso de las recreaciones con un par de actores interpretando al artista (en la infancia y en la mediana edad). Sin texto, solo con imagen, tienen una enorme eficacia. Ahora bien, el principal reclamo de la película es su figura actual, cerca de convertirse en octogenario, trabajando en su taller de Croisy, en las afueras de París. Una nave mastodóntica con aspecto de película cyberpunk, hogar de montones de piezas de todos los tamaños, que Kiefer recorre en su bicicleta, como un juego. Igual que el crío de Alemania, año cero recorría los escombros de su ciudad entre el trauma del nazismo. Y he ahí la principal clave de la obra del artista, y también de la película de Wenders, un documental artístico, cultural y político para espectadores abiertos a la calma, a la reflexión y a la belleza tenebrosa del alma humana.
Con ecos de la poesía de Paul Celan y de la filosofía y del pasado nazi de Martin Heidegger, Anselm, a través de la obra del pintor, se introduce en la herida abierta en la historia de Alemania. Y en esa línea está presente la habitual ruptura de tabúes de Kiefer, tildado a veces de fascista y de neorreaccionario por sus trabajos con algunos de los mitos de la historia germana, como el poeta Friedrich Hölderlin, el compositor Richard Wagner o el arquitecto Albert Speer, ensalzados en su día por el nacionalsocialismo. “No tiene sentido abandonar ciertos temas y figuras solo porque los nazis los malinterpretaran”, dijo en su día.
Las imágenes finales de la reconstrucción alemana tras la guerra evocan, más que el sentimiento de culpa, el deseo de una nueva Alemania que avance, aunque siempre sin olvidar. Wenders y Kiefer, ambos de 79 años, fueron niños del año cero alemán. Ahora buscan la luz y la meditación con un documental poco convencional.
Anselm
Dirección: Wim Wenders.
Género: documental. Alemania, 2023.
Duración: 93 minutos.