La limitación de entradas en los museos se expande en Europa

El Van Gogh de Ámsterdam acaba de poner un tope de 5.000 visitantes diarios. El Louvre marca un máximo de 30.000 y otros centros imponen franjas horarias

Los visitantes hacen cola para entrar en el Louvre de París en enero de 2023.Pierre Crom (Getty Images)

La búsqueda en los museos de un equilibrio entre la difusión cultural y la atracción turística en que se han convertido algunos de los más concurridos está derivando en la limitación del flujo diario de público para mantener la calidad de la visita. La última institución en tomar medidas ha sido la pinacoteca dedicada a Van Gogh en Ámsterdam, que acaba de recortar a 5.000 diarias el número de entradas a la venta. Se suma así al Louvre, en París, que solo admite a 30.000 personas al día desde 2022. Otras salas se manejan con franjas horarias y venta...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

La búsqueda en los museos de un equilibrio entre la difusión cultural y la atracción turística en que se han convertido algunos de los más concurridos está derivando en la limitación del flujo diario de público para mantener la calidad de la visita. La última institución en tomar medidas ha sido la pinacoteca dedicada a Van Gogh en Ámsterdam, que acaba de recortar a 5.000 diarias el número de entradas a la venta. Se suma así al Louvre, en París, que solo admite a 30.000 personas al día desde 2022. Otras salas se manejan con franjas horarias y venta por adelantado para evitar aglomeraciones. Aceptando solo al público que realmente pueden atender, todos ellos tratan de mantener sus colecciones y la calidad de los programas de exposiciones.

Los distintos cierres obligados por la pandemia a escala internacional entre 2020 y 2022 llevaron a algunas de las salas más concurridas de Europa a replantearse su futuro. El museo Van Gogh llegó a perder entonces cuatro millones de euros mensuales debido a la falta de ingresos del turismo extranjero. Ahora ha decidido recortar el flujo de personas a 5.000 diarias. En 2019, antes de aquella clausura, se habían vendido 2,1 millones de entradas. La situación mejoró en 2023 y hubo 1,7 millones de visitas. Este año se espera llegar a 1,8 millones. “Y ya está. Incluso si ganamos menos porque el visitante nacional no gasta tanto en la tienda del museo como el de Estados Unidos, Japón o China”, declaró este septiembre Emilie Gordenker, directora del centro. “Todo el mundo es bienvenido, pero no podemos encajar a más gente”, aseguró al rotativo de De Telegraaf. En la misma entrevista deslizó la cifra de 5.000 visitantes, que lleva “cierto tiempo” en marcha.

El gancho turístico de Ámsterdam va también asociado al museo Van Gogh, que guarda unos 200 de sus cuadros, 500 dibujos y 800 cartas, además de obras de sus amigos y artistas contemporáneos. Por otro lado, las salas de arte del país cumplen un importante papel económico y social, con una facturación de 1.260 millones de euros en 2023. Sin olvidar que en siete del total de las 12 provincias los voluntarios hicieron al menos la mitad del trabajo, según un informe de la Asociación de Museos.

Los datos reflejan el amplio apoyo de la sociedad neerlandesa al sector y la directora Gordenker lo sabe. Por eso recomienda pedir las entradas por adelantado, “para que la gente disfrute de su estancia”. Sin aglomeraciones, porque, inaugurado en 1973, el edificio se diseñó para recibir a unas 60.000 personas anuales. A partir de 2028 cerrará parcialmente para una renovación a gran escala.

En junio de 2022, la nueva directora del Louvre, Laurence des Cars, ya redujo a 30.000 la cifra de entradas diarias (antes de la covid-19 podían sumar hasta 45.000). Su plan trataba de “garantizar una experiencia óptima al espectador asegurando las mejores condiciones para nuestro personal”, según el comunicado oficial colgado en su web. Es un argumento similar al esgrimido dos años después por sus colegas del Van Gogh. En 2019, el Louvre recibió a 9,6 millones de personas. El año pasado fueron 8,9 millones (un 14% más que en 2022) y con la nueva política se espera no superar los 8,5 millones. Con más de 30.000 obras expuestas y más de 500.000 en sus fondos ―en cifras del propio centro― es conocida la dificultad de acercarse a cuadros como La Gioconda, de Leonardo da Vinci. Con menos público, los tapones que suelen formarse frente a esa y otras piezas con gran poder de atracción deberían ser menores.

La sala del Rijksmuseum de Ámsterdam donde se expone el cuadro 'La ronda de noche', de Rembrandt.Patrick van Katwijk/BSR Agency (Getty Images)

En 2023, se registraron más de 22 millones de pernoctaciones en Ámsterdam en hoteles y otros alojamientos, como los campings y propiedades de alquiler. Para el año en curso, las previsiones oscilan entre 22,9 y 25,4 millones, dependiendo de las condiciones económicas y las tendencias del turismo. Son datos de Horeca Nederland, la mayor organización del sector hotelero y de restauración que representa a más de 18.000 empresas. En los viajes de un día a la capital neerlandesa hay igualmente tendencia a alza: si el año pasado fueron 25,4 millones, pueden llegar a 27 millones en 2026.

Según la Asociación de Museos, en 2023 hubo un total de 30,9 millones de visitas a los 475 centros afiliados. De estas, 23 millones fueron realizadas por ciudadanos neerlandeses. Los casi ocho millones restantes eran extranjeros. Es el nivel anterior a la pandemia, y el Rijksmuseum vivió un año histórico en parte gracias a la exposición dedicada Vermeer. El año pasado, un total de 2,7 millones de personas visitaron esta sala, que es a la vez museo de arte y de historia nacional. En su caso, las distribución del público es por franjas horarias, “tanto en las muestras temporales como en la colección permanente”, explican sus portavoces. “El edificio es lo bastante grande como para acomodar a todos los amantes del arte. Una vez dentro, pueden permanecer el tiempo que deseen”, añaden.

Desde la asociación museística indican que muchos museos controlan de una forma u otra las cifras de visitantes, aunque no lo publiciten. “Piense en las franjas horarias para las entradas, por ejemplo”, explican sus portavoces. Las salas pequeñas o regionales no tienen tanto problema de público, pero, en conjunto, quieren ser “lo más accesibles posible”, aseguran. Y concluyen: “Vemos que [el sector] tiende a repartir las llegadas a lo largo del día para ofrecer una gran experiencia museística a la mayor cantidad posible de personas”.

Antes de que el coronavirus cambiase el enfoque de cuanta más gente mejor, la Casa de Anne Frank contaba ya con sus propias cuotas. Es otro tipo de espacio, aunque esté concebido en parte como un museo. La experiencia de contemplar el escondite de la familia de la autora del famoso Diario, y de las otras cuatro personas que estuvieron con ellos, es distinta. Solo el padre de Anne regresó de los campos nazis de concentración. Por eso, aunque la casa está abierta entre las 9.00 y las 22.00 horas, la entrada solo se puede adquirir por adelantado en su web. Cada martes, a las 10.00 horas, se pueden comprar las que están disponibles para una visita a seis semanas vista. En 2023, recibieron a algo más de un millón de personas de 117 nacionalidades. En 2022, tras dos años de pandemia, fueron 887.121. En este caso, lo difícil es encontrar una entrada para el mismo día.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Más información

Archivado En