La Yunko, el polémico triunfo de una japonesa en el festival flamenco de las Minas: “Cuando bailo no sé de dónde soy”

La artista nipona, establecida en Sevilla desde 2002, provoca protestas entre el público del certamen de La Unión y un gran revuelo en redes sociales tras ganar el concurso de baile

La bailaora flamenca japonesa La Yunko, en su actuación el sábado en Festival Internacional del Cante de las Minas de La Unión (Murcia)Marcial Guillén (EFE)

El pasado sábado, en el transcurso de la gran final de los concursos del Festival Internacional del Cante de las Minas de La Unión (Murcia), ocurría algo insólito. En realidad, lo nunca visto: una bailaora japonesa de 48 años, Junko Hagiwara, La Yunko, ganaba El Desplante, el primer premio de baile, equiparable a la Lámpara Minera para cante o al Bordón Minero para guitarra flamenca. Jamás había ocurrido en este certamen —el más importante del mundo en su modalidad de concurso flamenco– que ganara alguien que no fuese español, y por supuesto, ningún japonés o japonesa, aunque lo habían intentado antes.

La decisión del jurado fue recibida con una sonora pitada y gritos de tongo por buena parte de los aficionados que llenaban el antiguo mercado público de La Unión, sede del festival. Las redes sociales tampoco tardaron en hacerse oír. Desde el sábado se han llenado de comentarios en los que se nota un claro prejuicio que a veces roza lo racista. Parecen decir que si no eres andaluz, o al menos español, es imposible ser flamenco y menos bailar bien, y encima tener el descaro de ganar un premio tan importante como el de La Unión.

A la manaña siguiente, en conversación telefónica con EL PAÍS mientras regresaba en coche a Sevilla, ciudad donde reside, La Yunko se mostraba amable, aunque también cansada y todavía impactada. La noche del premio se había desplomado mental y físicamente en el camerino. “Estoy bloqueada, no puedo decir nada, no sé qué decir. Cuando tuve que subir al escenario a recoger el premio no podía subir los escalones, no tenía fuerzas, necesitaba ayuda, me quedé sin fuerzas. Y así sigo. Voy a necesitar una semana para recuperarme y ser consciente de lo que está pasando”, resumía.

―¿Fue también una sorpresa para usted?

—Sí. En ningún momento pensé que podía ganar, me parecía imposible. Yo venía a probar, llegar a las semifinales ya hubiese sido mucho. Lo pienso así por dos razones: primero, por ser japonesa; y segundo, porque soy muy autocrítica y no me sentía cómoda en el escenario. Vi que mis compañeras que actuaron antes bailaban muy bien.

—Entonces, cree que tienen razón las personas que dijeron que el premio era injusto.

―Injusto, no. Es cosa del jurado, ellos decidieron. Pero yo no me veía capaz de ganar.

―En Japón se habrá montado un buen revuelo con su triunfo.

—No sé qué va a pasar allí. Claro que puede tener un gran impacto, pero no sé valorar eso. Ya sé que en España se considera que Japón es muy importante para el flamenco, pero en realidad los aficionados son una minoría.

—En realidad, en España los aficionados al flamenco también son minoría.

—Sí, pero no es lo mismo. En España el flamenco es algo de raíz, una cosa natural, es la tierra del flamenco. Japón, no.

Desde la izquierda, los triunfadores del festival de Cante de las minas: el guitarrista Joni Giménez, la bailaora La Yunko, el cantaor Jesús Corbacho y el violonchelista José 'El Marqués', en una imagen cedida por la organización.

Junko Hagiwara no es ni mucho menos una artista muy conocida en el mundo del espectáculo, pero eso es casi lo normal en este certamen. Aquí ganó el bailaor Israel Galván siendo un desconocido, lo mismo que ocurrió con el cantaor Miguel Poveda. Pero tampoco es una absoluta desconocida en el flamenco andaluz. Vive en Sevilla desde 2002 y ahí ha seguido clases con maestros tan importantes como José Galván (padre de Pastora e Israel Galván), El Torombo, Carmen Ledesma y Milagros Mengíbar.

No fue cosa de unos días de clases. Ellos han sido sus maestros, se ha relacionado con ellos intensamente. “Para mí —asegura— han sido enseñanzas intensas, también en lo vital”. ¿El flamenco, como suele decirse, es una forma de vida? “Sí, sí, una forma de vida, por eso digo que mi formación con ellos no ha sido cosa de un cursillo de unos días”, responde. Por más que se le insiste, La Yunko no nombra a nadie entre los grandes artistas antiguos.

La triunfadora en La Unión ejerce también de profesora de baile, ha actuado en peñas y en algunos teatros con el ballet de Yoko Kumatsubara, la más famosa de las bailaoras y coreógrafas japonesas. El año pasado participó en el festival Guirijondo, en la localidad sevillana de Palomares del Río, dedicado a presentar a artistas extranjeros que quieren ser artistas flamencos.

¿Se siente La Yunko bailaora sin más o una japonesa que baila flamenco? Es decir, una curiosidad. En 2015, su compatriota Yoko Tamura, preparada y acompañada por Cristina Hoyos, se presentó al festival de La Unión. No pasó de semifinales, pero en una entrevista entonces en EL PAÍS decía: “No quiero ser una japonesa que baila: quiero ser bailaora, sin más”. ¿Quiere ser Junko Hagiwara bailaora a secas? “Es que cuando bailo yo no sé de dónde soy, si soy de Japón o de cualquier lugar, yo bailo y ya está —asegura con mucha convicción—. Yo me siento bailaora sin más, no sé si mejor o peor, pero bailaora”.

Y sin duda lo es. Pese a las protestas de parte del público el día del premio y al revuelo en las redes, también a pesar de su modestia autocrítica y a la sorpresa general. Ella bailó lo mejor que pudo, el jurado juzgó con la mayor objetividad posible. Y ganó. La Yunko, bailaora.

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