Akira Toriyama, el padre del “boom del manga”
La pasión que desató el cómic de ‘Dragon Ball’ en 1992 era tan solo el corolario del arrasador éxito que estaba teniendo el ‘anime’ en las televisiones autonómicas
Allá por los primeros noventa, el mundo del cómic en España daba pistoletazo a lo que se llamaría “el boom del manga”. Las librerías especializadas, que se habían convertido en espacios dedicados fundamentalmente al cómic americano, comenzaban a dejar un lugar cada vez mayor a las series japonesas que parecían llamadas a dominar totalmente el mercado, en una predicción cumplida 30 años después.
Sin embargo, mirando atrás parece evidente que aquel tsunami era mucho más específico de lo que se ...
Allá por los primeros noventa, el mundo del cómic en España daba pistoletazo a lo que se llamaría “el boom del manga”. Las librerías especializadas, que se habían convertido en espacios dedicados fundamentalmente al cómic americano, comenzaban a dejar un lugar cada vez mayor a las series japonesas que parecían llamadas a dominar totalmente el mercado, en una predicción cumplida 30 años después.
Sin embargo, mirando atrás parece evidente que aquel tsunami era mucho más específico de lo que se suponía: aquel primer paso en la irresistible trayectoria hacia el éxito del manga tenía nombre y apellido: Akira Toriyama. La pasión que desató el cómic de Dragon Ball en 1992 era tan solo el corolario del arrasador éxito que estaba teniendo entre el público infantil (y no tan infantil) el anime que se había estrenado en 1989 en las televisiones autonómicas.
Son Goku y los personajes que acompañaban a esta particular revisión pop y desvergonzada de la leyenda del Rey Mono se convirtieron en objeto de deseo de los fans, que vendían e intercambiaban dibujos y fotocopias de la serie como auténticas joyas. Publicada inicialmente en un inapropiado formato de comic-book, la llamada “serie blanca” de Dragon Ball (también publicada en catalán) tuvo cifras de ventas estratosféricas, que tan solo seguían la realidad de un fenómeno a nivel mundial de números millonarios, abriendo las puertas a lo que más tarde se llamaría cultura otaku y que hoy está totalmente consolidada en publicaciones, plataformas, festivales y todo tipo de oferta devorada con avidez, y que influyó de manera decisiva en centenares de autores y autoras.
El desparpajo del dibujante japonés era tan divertido como magnético, la facilidad con la que conectaba con la ingenuidad infantil y ese punto juguetón innato atrajo a muchísimos futuros artistas que hoy son reconocidos por su trabajo. De hecho, se puede decir que el impulso a la edición alternativa que vivió el cómic español en los noventa tuvo mucho que ver con él, no solo por la inspiración directa, sino porque una de las editoriales baluarte de aquella innovación, Camaleón Ediciones, pudo publicar a decenas de jóvenes artistas gracias al espectacular éxito de la parodia Dragon Fall que realizaron Nacho Fernández y Álvaro López a partir de 1993. Cuarenta años después de su publicación original, es indudable que Dragon Ball marcó el camino de lo que es hoy el éxito arrollador del manga en todo el mundo, un hito fundamental que no debe hacer olvidar que el legado de Toriyama va mucho más allá de haber sido clave en toda la producción nipona posterior.
Fenómeno transgeneracional
Aún hoy, después de varias series de manga y TV y decenas de películas, los personajes de Toriyama siguen vivos no solo en el imaginario, sino como una rentabilísima franquicia que rivaliza sin problemas en los primeros puestos de ventas con One Piece, Gundam o Naruto. La serie de anime se repone continuamente en las plataformas mientras aparecen constantemente películas e incluso el propio Toriyama estaba involucrado en la última saga de la serie, Dragon Ball Super, dinamitando en cada nueva entrega los récords de ventas en cualquier país del mundo donde se estrena, convertido en un fenómeno transgeneracional: los animes y mangas de Son Goku que gustaron a los padres y madres siguen gustando por igual a los más pequeños, demostrando que el humor y el ingenio de Toriyama eran un talento atemporal que podía conectar con cualquiera, pese a las muchas polémicas que siempre han rodeado la serie por la violencia o el machismo.
Un éxito que no debe hacer olvidar ese otro monumento al surrealismo más delirante que es Dr. Slump, su otra gran creación, quizás no tan conocida como la de Goku, pero que consiguió hacer del espíritu más iconoclasta un referente y que las cacas fueran adorables personajes que hoy forman parte ineludible de los emoticonos que usamos. No es arriesgado afirmar que Toriyama ha sido uno de los autores más influyentes de la historia moderna del cómic, responsable principal de la pasión que se vive hoy por la cultura japonesa.