Córdoba cumplirá las últimas voluntades de un integrante de la Armada Invencible 436 años después

El hallazgo del testamento de un náufrago ejecutado por los ingleses en 1588 permite interpretar sus deseos antes de morir ante el verdugo

Interior de la iglesia de San Agustín, en Córdoba.Alamy Stock Photo

Entre 35 y 40 navíos de la conocida popularmente como Armada Invencible, la mayoría naves de transporte o preparadas para su navegación por el Mediterráneo o aguas tranquilas, intentaron rodear en julio de 1588 las costas de Irlanda para volver a España tras el fallido ataque a Inglaterra. Pero las condiciones meteorológicas provocaron que buena parte encallara. La caballería inglesa salió entonces en su búsqueda. ...

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Entre 35 y 40 navíos de la conocida popularmente como Armada Invencible, la mayoría naves de transporte o preparadas para su navegación por el Mediterráneo o aguas tranquilas, intentaron rodear en julio de 1588 las costas de Irlanda para volver a España tras el fallido ataque a Inglaterra. Pero las condiciones meteorológicas provocaron que buena parte encallara. La caballería inglesa salió entonces en su búsqueda. Cientos de hombres, desarmados y medio ahogados, fueron apresados en las playas y acantilados y llevados a la cárcel de Drogheda (Irlanda) para ser ejecutados sin piedad.

Entre ellos se encontraba el náufrago Antonio de Ulloa y Sandoval, nacido, según se creía hasta ahora, en Toro (Zamora). Poco antes de ser ajusticiado, Ulloa escribió, a toda prisa, un conmovedor testamento con sus últimas voluntades. “El verdugo no me da más lugar”, indicaba en su última y lacónica frase. Sin embargo, estos deseos no se cumplirían nunca por un error al interpretarlos en su momento. Ahora, el investigador Pedro Luis Chinchilla, responsable de la plataforma armadainvencible.org, ha redescubierto el documento manuscrito y ha aclarado la verdad. Ulloa vivía en Córdoba, no en Toro, por lo que no se pudo encontrar ni a sus familiares ni las supuestas iglesias zamoranas que mencionaba en el testamento. Entre los próximos 3 y 10 de marzo, la Pontificia, Real y Centenaria Hermandad y Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias Coronada, de Córdoba, va a hacer realidad sus últimos deseos: tres misas por su alma en el altar de una capilla de la iglesia de San Agustín.

En el verano de 1589, Hernando Hurtado de Mendoza, general de Fuenterrabía (Guipúzcoa), recibió una carta firmada por Baltasar López del Árbol, alférez de los Tercios y preso en Drogheda. Se la hicieron llegar dos católicos, el irlandés Jhoannes Stanlie y el inglés Richard Halton, que acababan de llegar a España huyendo de la represión protestante en las islas. La misiva llevaba, además, un documento inesperado. Era el testamento de Antonio de Ulloa.

Un capitán inglés de la cárcel irlandesa, en un gesto humanitario, había guardado las últimas voluntades del español antes de ser decapitado y se las había entregado a López del Árbol. Este las añadió a la carta que enviaba a Hurtado de Mendoza. Durante el tiempo en que estuvieron encerrados los náufragos de la Armada Invencible en Irlanda, Escocia e Inglaterra se llevaron a cabo actos despiadados, pero también de una conmovedora humanidad. “Si los españoles caían en territorio irlandés o escocés eran alimentados, sanados y vestidos. En Escocia, por ejemplo, se levantó una especie de campo de refugiados para los que huían de Inglaterra. También hubo clanes irlandeses que los ayudaron, mantuvieron e hicieron todo lo posible para que volvieran a casa. Las católicas Irlanda y Escocia eran su tabla de salvación. Pero, además, algunos ingleses protestantes actuaron igual. El capitán Christopher Carleill (1551-1593) tomó prisioneros españoles, pero luego, jugándose la vida, puso un barco a su disposición para que regresaran”, indica Chinchilla.

Nueve meses antes de que la carta alcanzase España, se había iniciado la matanza de los apresados. La orden de asesinarlos la dio Richard Bingham, gobernador inglés del condado de Connaught. Decapitó o mató a lanzadas o disparos a entre 300 y 400 personas desarmadas de las diversas nacionalidades que conformaban la marinería y los Tercios.

'La Adoración de los Reyes Magos', fresco de la iglesia de San Agustín, de Cristóbal Vela (1588-1654). sedmak (Getty Images)

Chinchilla halló las últimas voluntades de Ulloa revisando el libro La batalla del Mar Océano ―una recopilación de 7.000 textos originales sobre el enfrentamiento militar y político entre Felipe II e Isabel de Inglaterra―. “Me quedé subyugado cuando lo encontré. Me emocionó. Los mensajeros que portaban la carta afirmaron que Ulloa era de Toro, pero seguramente estaban equivocados. Por eso, se buscó a sus familiares en Zamora, pero allí evidentemente no estaban. Al revisar el documento original, pude comprobar que todas las advocaciones señalaban iglesias cordobesas. Me puse entonces en contacto con la cofradía de la iglesia de Nuestra Señora Coronada y, efectivamente, todos los templos que mencionaba Ulloa correspondían a un barrio concreto de Córdoba, el de San Agustín. Ulloa podría haber nacido en Toro, pero vivía en Córdoba sin duda alguna”.

Chinchilla cree que lo más probable es que la carta, que se guarda en el Archivo General de Simancas, fuese escrita el 5 de octubre de 1588, el día de su ejecución. En ella, el reo pide misas en las iglesias de Santa Marina, de los Mártires de la Puerta, el convento del Colodro o de los Bienaventurados Mártires, entre otros templos, “para que ellos [los santos y mártires] me sean intercesores ante mi señor Jesucristo”. Reclamaba, además, otras “tres misas de luz en el altar de Nuestra Señora de las Angustias, por lo que tuvo [la Virgen] cuando vio a su Hijo precioso en el árbol de la Cruz, sea mi intercesora para que [Jesucristo] se duela de mi alma y me reciba en su santa gloria”.

Ulloa les pide también a sus hermanos Juan y Jerónimo que hagan cumplir su testamento “sin falta” y que se entreguen 100 ducados a su primo Andrés Ortíes, “hijo de mi señor tío Andrés Ortíes del Romo, al que pido perdón de cuantos males he hecho”. La carta acaba bruscamente porque el verdugo ya no le concede más tiempo.

El investigador no ha encontrado más datos sobre Ulloa en los archivos nacionales. “Es muy complicado por el caótico sistema de adjudicación de apellidos del siglo XVI. La gente se ponía indistintamente en primer lugar el apellido del padre, de la madre, de un tío o de un abuelo. Era algo muy común. Por ejemplo, uno de los soldados de la Invencible declara llamarse Diego Román, hijo de Juan Pacheco”.

Chinchilla se puso en contacto con la Pontificia, Real y Centenaria Hermandad y Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias Coronada y les contó el caso. La cofradía, según relata el investigador, no tuvo tampoco ninguna duda al repasar los nombres de iglesias y conventos mencionados en el testamento: todos los templos se ubican en el barrio cordobés de San Agustín. “Me dijeron que estaba clarísimo que era un vecino de la zona, por lo que cumplirán entre el 3 y el 10 de marzo, semana que dedican a las almas de los cofrades fallecidos, los deseos de Ulloa. Creen que hay muchas posibilidades de que fuera uno de ellos. Porque esas peticiones son propias de un cofrade. Y que buscarán en sus archivos para comprobar si están en lo cierto”, afirma Chinchilla. Se cumplirán así, 436 años después, las últimas voluntades de un desafortunado integrante de la Gran Armada, Armada Invencible o Felicísima Armada, de la que todavía quedan muchas cosas por aclarar.

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