Yinka Esi Graves: la bailaora negra, extranjera y flamenca que reivindica visibilidad

Formada en Londres, Barcelona y Madrid y afincada en Sevilla desde hace diez años, la bailaora despunta como una de las artistas flamencas más interesantes y rotundas del momento

Yinka Esi Graves durante la representación de 'The Disappearing Act'.luis_castilla

A veces la historia sirve para constatar hechos, por mucho que se hayan querido tapar. Aquí va uno: el famoso duende flamenco no tiene patria. O proviene de muchas, que para el caso es lo mismo. Y si no, que se lo digan a Yinka Esi Graves (Londres, 40 años), de padre jamaicano, madre de Ghana, extranjera en Sevilla y artista comprometida. Que se lo digan también al 10 % de población negra que habitó la capital andaluza en el siglo XVI y cuya impronta musical se desparrama por este art...

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A veces la historia sirve para constatar hechos, por mucho que se hayan querido tapar. Aquí va uno: el famoso duende flamenco no tiene patria. O proviene de muchas, que para el caso es lo mismo. Y si no, que se lo digan a Yinka Esi Graves (Londres, 40 años), de padre jamaicano, madre de Ghana, extranjera en Sevilla y artista comprometida. Que se lo digan también al 10 % de población negra que habitó la capital andaluza en el siglo XVI y cuya impronta musical se desparrama por este arte, el flamenco, nacido oficialmente en el siglo XIX. En Andalucía, sí, pero con toda la mezcla posible. “Lo que hay de africano en el flamenco es la manera de concebir cómo el baile y la música se articulan con la comunidad”, explica Graves.

El 5 y 6 de julio la bailaora londinense que lleva una década afincada en Sevilla estrena su primer solo, The Disappearing Act, en la Sala Pina Bausch del Mercat de les Flors. Un trabajo en el que explora la invisibilidad de la población afrodescendiente aquí y allí, en el arte y en la vida. “La invisibilidad ha sido céntrica en esta pieza, la forma en que ciertas personas son borradas de la narrativa histórica o están presentes, pero reducidas a un estereotipo y no pueden mostrarse de una manera completa. Somos muchas personas en una sola. Cómo va a haber solo una versión de las cosas”, explica a EL PAÍS en una entrevista por videollamada. Ella es de voz templada y cuerpo valiente; y en una y otro la elegancia lo envuelve todo, las palabras y el baile.

Yinka Esi Graves en primer plano. Detrás, la cantaora Rosa de Algeciras y el guitarrista Raúl Cantizano. SCHERER Alain

Cuando habla de las compañeras y compañeros con los que comparte escenario en esta pieza, un ligero acento se apodera de su discurso. El duende se torna entonces afroangloandaluz. “Descubrí el flamenco con 21 años, en el último curso de Historia del Arte. Iba a clase una vez por semana y mi profesora, que era de Girona, me recomendó venir a España y estudiarlo más en serio”. Siguió su consejo y primero Barcelona, después Madrid y por último Sevilla, dibujan una trayectoria de aprendizaje poco ortodoxo, pero muy fructífero. “No he pasado por ningún conservatorio y siento que al no tener el típico sello o papel que te dice que eres bailaora, a veces ni yo me creo lo que me está pasando”.

Pero lo cierto es que Yinka Esi Graves es una de las figuras del momento. Desde hace semanas las entradas para verla en el Festival Grec están agotadas. “Me abruma y me hace sentir felicidad, pero me da mucha pena por los amigos y amigas que se han quedado fuera sin poder ver el trabajo”, explica apurada. Habrá otra oportunidad que la bailaora confirma: en diciembre en el Centro Cultural Conde Duque, Madrid. “Un libro que me regaló mi hermane Remi Graves ha sido clave en el trabajo de campo de este espectáculo. Se trata de In the Wake: On Blackness and Being, de Christina Sharpe y presenta una forma de remirar la estela de la esclavitud más allá de la violencia, de la atrocidad que ha sido durante siglos. Desde espacios más íntimos y silenciosos. Y, de alguna manera, también invisibles”.

Percusionista y poeta destacado de la escena inglesa, Remi Graves comparte escenario con Yinka en The Disappearing Act. También el director musical y guitarrista Raúl Cantizano y la cantaora Rosa de Algeciras. Una coproducción en la que además del Grec participa la Bienal de Flamenco de Sevilla. “Chema Blanco, su director, fue uno de los primeros en confiar en mi trabajo. Aunque no pude mostrarlo tal cual, porque estaba recién parida y lo transformé en una conferencia bailada”. ¿Y cómo ha ido evolucionando la maternidad y el baile? “Por un lado ha sido muy difícil, pero también estoy disfrutando la danza flamenca desde otro sitio así como de este hermoso niño que ya tiene 13 meses. Ese es otro tema que necesita de más visibilidad: el de la maternidad y las otras yo, incluida la que trabaja, claro”.

Otro momento de la representación. luis_castilla

Para pagarse las clases de flamenco que vino a estudiar a España, Esi Graves ha sido locutora de radio y guía turística. Pero fue una película, el documental Gurumbé: canciones de tu memoria negra, dirigido por el antropólogo y cineasta Miguel Ángel Rosales, que además es su pareja, el que plantó el germen de esta necesidad de búsqueda de la memoria de la población negra en España. “Todo esto me ha ayudado a anclar cosas que siento y a entender que no son banales en absoluto. Es la necesidad de encontrar referentes para darle sentido a mi propio cuerpo dentro del flamenco. Creo que estamos en un momento muy interesante en el que se está apostando por gente que habla desde sitios concretos. Y tal vez en este sentido mi discurso, mi forma de llegar, dándole un lugar al hecho de que soy negra, inglesa y con otras referencias culturales, me permite tener una voz que quizá está interesando”, concluye.

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