De la calle al escenario: la danza hip hop reivindica su sitio en los teatros

Hasta el 25 de junio se celebra en los Teatros del Canal de Madrid un ciclo dedicado a una disciplina que ha saltado de las calles a los grandes escenarios de todo el mundo

Representación del espectáculo 'Between Us', por The Ruggers.

Cincuenta años no son muchos para que una disciplina artística haga historia; o, al menos, la escriba con buena letra. Pero a la danza hip hop le ha sido más que suficiente. Nacida en su formato original en los años sesenta del siglo pasado en el Bronx neoyorquino, hoy está muy presente en escenarios de medio mundo. En medio siglo de existencia ha conquistado los teatros y programaciones de carteleras punteras. También se va despojando de esa displicencia que la reduce a “eso que hacen un puñado de chicos molones en chándal y con buena música”. Pero sobre todo, va elaborando un discurso coreog...

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Cincuenta años no son muchos para que una disciplina artística haga historia; o, al menos, la escriba con buena letra. Pero a la danza hip hop le ha sido más que suficiente. Nacida en su formato original en los años sesenta del siglo pasado en el Bronx neoyorquino, hoy está muy presente en escenarios de medio mundo. En medio siglo de existencia ha conquistado los teatros y programaciones de carteleras punteras. También se va despojando de esa displicencia que la reduce a “eso que hacen un puñado de chicos molones en chándal y con buena música”. Pero sobre todo, va elaborando un discurso coreográfico de investigación corporal, más allá de la mera exhibición acrobática. También narrativo: ya no se trata solo del baile por diversión, sino de plantear cuestiones sobre las que poder reflexionar a través de un cuerpo urbano.

“Se trata de mostrar la enorme creatividad y diversidad que existe en las danzas urbanas, aunque sigan faltando estructuras que las respalden”, subraya para este periódico Blanca Li, directora de los Teatros del Canal de Madrid y responsable del ciclo Canal Street, dedicado a este tipo de bailes, que se celebra hasta el 25 de junio en la capital. “Cuando llegué a Madrid me dio pena que este tipo de danza no tuviera cabida en programaciones regulares y que el público no pudiera disfrutarla en un espacio de encuentro, así que lo puse en marcha”, explica Li.

Un momento de la representación de la compañía Compagnie X-Press, del director y coreógrafo Abderzak Houmi.© Pablo Lorente

También creadora y bailarina, Blanca Li (Granada, 59 años) es pionera en subir las danzas urbanas a los escenarios tanto en España como en Francia, donde ha desarrollado buena parte de su trayectoria. “Las descubrí en los años 80 en Nueva York y cuando me trasladé a Francia comencé a trabajar con ellas de manera constante”. Para muestra, un amplio abanico que abarca desde Macadam Macadam (1999), uno de sus primeros espectáculos en esta materia, que reunía en escena a bailarines de diversos estilos de lo urbano, convertido en un referente, hasta su más reciente Cascanueces (2022), versión hip hop del ballet clásico, todavía de gira por Francia. ¿Y diría que se han perdido cosas en el trayecto de la calle a los escenarios? “Al contrario, se ha ganado presencia, nivel, posibilidad de formación y visibilidad”, responde.

“Si tengo que elegir prefiero bailar en el escenario”, declara Roy Overdijk, integrante de la compañía holandesa The Ruggeds, que este sábado muestra el espectáculo Between Us en el ciclo de los Teatros del Canal. “Lo de competir en una batalla para demostrar en 40 segundos si soy mejor que esta persona o la otra no va conmigo. Me interesa el credo artístico de la danza hip hop y bailar con mis compañeros”. Hace referencia el bailarín a las batallas propias del break dance, uno de los estilos englobados dentro de las danzas hip hop, hoy declarado deporte olímpico, que estará presente en los próximos juegos de París 2024. “El break solo representa el 20 por ciento de las danzas urbanas”, asegura Abderzak Houmi, director y coreógrafo de la Compagnie X-Press, que también ha pasado por Canal Street estos días. “Y aunque reconozco como algo positivo su presencia en los Juegos Olímpicos, hay algo en lo de catalogarlo como deporte que me molesta. Se ha trabajado mucho en los últimos años para que el hip hop obtenga el reconocimiento que tienen otras danzas y, de alguna manera, todo este trabajo corre peligro”.

Locking, popping, waacking y house, entre otros muchos estilos, casi tantos como los años y contextos que arropan el hip hop, marcan el carácter ecléctico de una disciplina que desde hace años también se mueve en el mestizaje con la danza contemporánea. “Hay tantas historias, tantas voces y tantas caras invisibles detrás, que tenemos la responsabilidad de entender en profundidad de lo que se trata cuando hablamos de danza hip hop”, explica Melissa Pérez Sousa, bailarina venezolana afincada en Portugal. “Y cuando una está creando una pieza, se da una investigación corporal como en cualquier otro tipo de creación contemporánea”. Preguntada por la presencia de las mujeres en la interpretación y creación de una danza originariamente masculina, Pérez Soussa pone sobre la mesa el trabajo que aún queda por hacer contra ciertas “masculinidades tóxicas en este mundo”. Aunque confiesa haber sufrido otro tipo de exclusión: “Por ser migrante, sobre todo. Algo que he vivido cuando viví en Nueva York y ahora en Portugal”.

Batallas de 'break dance' en los Teatros del Canal.

Dani Pannullo, Iron Skulls, Circle of Trust, Agnés Sales, Chey Jurado, Cora Panizza, Héctor Plaza, Manuel Rodríguez… son algunos de los nombres que resuenan en el panorama español de las danzas urbanas de escenario. Y un par más, el de Guille Vidal Ribas y Javi Casado, que desde el año 2015 tienen en marcha uno de los proyectos más divulgativos y pedagógicos en la cuestión, poco representado en Madrid, de manera inexplicable, por cierto. Se trata de Transmissions, una conferencia sobre danzas urbanas, en la que los dos intérpretes cuentan, bailan, bromean y se meten al público en el bolsillo, con una intervención didáctica del recorrido histórico de la danza hip hop. “Teníamos la necesidad de hacer un poco de pedagogía alrededor de estas danzas para desechar jerarquías clasistas y estereotipos”, explica Vidal Ribas. “Y después de ocho años con el proyecto sentimos cierta normalización dentro y fuera del sector de la danza. Se nos toma más en serio y de alguna manera estamos recogiendo los frutos de muchos años de trabajo duro”.

Sobre este carácter educativo, la coreógrafa y bailarina Melissa Pérez Sousa lanza un apunte sobre nomenclaturas. “Mejor danza hip hop que danzas urbanas. Durante la pandemia, muchos de nosotros estuvimos reflexionando sobre ello y decidimos que el término urbano no era suficiente ni adecuado. Se centra demasiado en la arquitectura y deja fuera la historia de todas las comunidades invisibles y minoritarias a las que hace referencia la cultura hip hop”, concluye.

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