Los poderosos mansos de Dolores

Ovaciones para la terna en una encastada y dura corrida

Alberto Lamelas, en un muletazo con la mano derecha al cuarto toro de la tarde.Philippe Gil Mir

Dijo una vez la recordada ganadera bilbaína Dolores Aguirre que sus toros podían ser bravos o mansos, más o menos complicados, de mayor o menor clase; pero que nunca podían ser flojos. Sus pupilos podían hacer de todo, menos caerse. Vaca que doblaba una mano en el tentadero, vaca que iba al matadero.

Esa filosofía la convirtió en una de las criadoras más respetadas y seguidas por los aficionados “toristas”, aquellos que, a contracorriente, siguen persiguiendo el protagonismo del toro íntegro y encastado.

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Dijo una vez la recordada ganadera bilbaína Dolores Aguirre que sus toros podían ser bravos o mansos, más o menos complicados, de mayor o menor clase; pero que nunca podían ser flojos. Sus pupilos podían hacer de todo, menos caerse. Vaca que doblaba una mano en el tentadero, vaca que iba al matadero.

Esa filosofía la convirtió en una de las criadoras más respetadas y seguidas por los aficionados “toristas”, aquellos que, a contracorriente, siguen persiguiendo el protagonismo del toro íntegro y encastado.

Por eso, una de las plazas talismán para la divisa sevillana ha sido y es Vic-Fezensac (Francia). Aquí, en su Feria del Toro, los aficionados no acuden a ver toreros ni toros-artistas, sino a contemplar la lidia de animales fuertes, exigentes y encastados. Es la fiesta del toro-toro.

Toros como los que lidió Dolores en la primera corrida de la feria. Astados, en su mayoría mansos, pero que vendieron cara su vida y pusieron en serios aprietos a los de luces. Un encierro serio, aunque de desigual presentación —los lidiados en la segunda parte del festejo tuvieron mucho más cuajo—, que por momentos empujó con poder bajo el peto, pero que acabó cantando la gallina.

Tres y hasta cuatro puyazos tomaron, y aun así llegaron al último tercio pidiendo los papeles. Fue el caso, sobre todo, de los lidiados en segundo, cuarto y quinto lugar. Agarrado, incierto y a peor fue el primero; descastado, y muy soso resultó el tercero; y noble, y con calidad, aunque desfondado, el último.

El segundo, Bilbatero, sí hizo cosas de bravo en el caballo. Tras mandar volando al picador en el primer encuentro, empujó con los riñones y la cara abajo en las dos siguientes entradas. En cambio, en la cuarta, se aburrió. Lo que no hizo fue afligirse. A partir de ahí, se fue creciendo hasta hacerse el amo y señor del ruedo. ¡Qué poder!, ¡qué exigencia en esas cortas, pero intensísimas embestidas!

Una dura prueba que solventó como pudo Luis Gerpe, que se presentaba en esta plaza. A pesar de los dos revolcones que se llevó, y de los que salió visiblemente dolorido, volvió a la cara del toro, esquivó las feroces acometidas y lo mató tras varios intentos.

Tampoco pudo estirarse ni lucirse con el feo quinto, otro bicho de armas tomar. Muy suelto en los primeros tercios, se movió a arreones y con la cara alta. Desafiante siempre, allí por donde pasaba, barría con todo. Gerpe, lógicamente a la defensiva, tiró de oficio.

El otro toro con fondo encastado se lo llevó Alberto Lamelas en cuarto lugar. Y este sí tuvo más entrega en el último tercio. Un toro noble, pero exigente, que embistió con mucha transmisión y poder. Lamelas, que nunca se confió con el primero, anduvo tan voluntarioso como vulgar, pero tuvo el acierto de intentar alargar los muletazos.

Como sus compañeros, Máxime Solera tampoco estuvo fino con la espada, pero, a diferencia de ellos, él sí pudo ligar una tanda de naturales limpia y templada. Lo logró frente al noble sexto, de cierta calidad, pero muy venido a menos. Con el descastado y parado tercero, en cambio, poco pudo hacer más que justificarse.

No, no se cortó ninguna oreja; ni tampoco hubo bellas faenas, pero lo que sí hubo fue emoción. Y la sensación de que, en la plaza, el que mandaba era el toro.

La Feria del Toro de Vic se abrió por la mañana con una novillada de Monteviejo, justa de presentación, aunque astifina, que decepcionó por su blando y soso juego. Cumplidores en varas, el de mayor emoción, por su peligro, fue el tercero, frente al que destacó la firmeza y valor de Christian Parejo. Sus dos compañeros de terna, Jon Lamothe y Jorge Molina, se limitaron a justificarse.

Dolores Aguirre / Lamelas, Gerpe, Solera

Toros de Dolores Aguirre, serios, aunque desiguales de presentación (más cuajados los tres últimos), mansos, encastados y difíciles.

Alberto Lamelas: dos pinchazos y bajonazo (división al saludar); dos pinchazos, estocada corta tendida, caída y atravesada _aviso_ y dos descabellos (saludos).

Luis Gerpe: espadazo suelto delantero y muy atravesado que escupe, pinchazo y media estocada (saludos); pinchazo hondo que escupe rápido, media también muy suelta y atravesada, dos pinchazos _aviso_ y estocada corta desprendida (saludos).

Máxime Solera: cuatro pinchazos y estocada atravesada _aviso_ (silencio); pinchazo, pinchazo hondo que escupe y estocada caída (saludos).

Plaza de toros de Vic-Fezensac (Francia). Segundo de la Feria del Toro. Alrededor de tres cuartos de entrada.

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