El mundo trans en el siglo XXI, la nueva masculinidad, la explotación racial y la guerra de Ucrania, los grandes temas de la Berlinale 2023

El sello del festival alemán ha sido su elección de películas por su valor fílmico y su compromiso social o político, algo que no se ha perdido en su 73ª edición, con una competición de muy bajo nivel

Volodímir Zelenski habla en directo en la ceremonia de inauguración de la Berlinale.FILIP SINGER (EFE)

Carla Simón, ganadora el año pasado del Oso de Oro de la Berlinale, ha formado parte del jurado de la competición que hoy sábado anunciará su palmarés. Acabadas sus deliberaciones, ayer viernes la cineasta contaba: “Me gusta el recorrido que proporciona Berlín de cinematografías y de temas”. Y confesaba que, efectivamente, en las charlas de los siete integrantes del jurado han hablado de los temas de las películas: “Es la línea de la Berlinale, lo que no quita para que valoráramos también lo cinematográfico. Pero sí, hemos debatido en el jurado mucho sobre los temas”.

Durante décadas, l...

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Carla Simón, ganadora el año pasado del Oso de Oro de la Berlinale, ha formado parte del jurado de la competición que hoy sábado anunciará su palmarés. Acabadas sus deliberaciones, ayer viernes la cineasta contaba: “Me gusta el recorrido que proporciona Berlín de cinematografías y de temas”. Y confesaba que, efectivamente, en las charlas de los siete integrantes del jurado han hablado de los temas de las películas: “Es la línea de la Berlinale, lo que no quita para que valoráramos también lo cinematográfico. Pero sí, hemos debatido en el jurado mucho sobre los temas”.

Durante décadas, la Berlinale ha servido como termómetro social. En este 2023 se ha mantenido ese impulso, por desgracia acompañado de un bajo nivel artístico de media de las 19 películas en la competición. Carlo Chatrian, el director creativo de la Berlinale, procedente del certamen de Locarno, ha optado por una línea editorial basada en el cine alemán —cinco películas en la sección principal, de la que solo era estimable Rotel Himmel, del siempre fiable Christian Petzold—, extrañas expediciones con ínfulas de artistas, desaparición del cine estadounidense con estrellas y algún título interesante latinoamericano y europeo. Casi ha desaparecido el cine asiático, bien por propia decisión de la Berlinale, bien por falta de películas por culpa de la covid, y la persecución política ha ahogado la cinematografía iraní.

Concentración a favor de los cineastas iraníes perseguidos por su Gobierno a la puerta del Berlinale Palast el pasado 18 de febrero.CLEMENS BILAN (EFE)

Para aquellas películas procedentes de Hollywood que llamaban a las puertas del Oscar se creó la sección Berlinale Special Gala; en realidad, esos títulos prefieren ahora Venecia, y en la capital alemana se han proyectado apuestas más indies como Infinity Pool, de Brandon Cronenberg (con Alexander Skarsgård y Mia Goth); Golda (con Helen Mirren); el documental Kiss The Future (sobre el concierto de U2 en Sarajevo en 1997, con Matt Damon como productor y Bono dos días en la alfombra roja sin hablar con la prensa) o She Came To Me (de Rebecca Miller, con Anne Hathawy, Marisa Tomei y Peter Dinklage). Todos estos artistas junto supondrían en el festival de Cannes una mañana tranquila.

Así que solo queda desmenuzar los temas que han marcado una edición que se cierra este fin de semana, con la gala de entrega de premios hoy y las últimas proyecciones mañana domingo.

Helen Mirren, con un pin de la Berlinale pintado con la bandera de Ucrania, en la rueda de prensa de 'Golda'.CLEMENS BILAN (EFE)

Un año de la guerra de Ucrania. El certamen ha dedicado dos alfombras rojas a lanzar mensajes contundentes de apoyo a los cineastas iraníes (todos los creadores presentes, más el jurado oficial, que cuenta en sus filas con las actrices Zar Amir Ebrahimi y Golshifteh Farahani, exiliadas en Francia, y representantes de la organización se juntaron el pasado sábado 18) y a los ucranios. Ayer, en el primer aniversario de la invasión rusa a Ucrania, en la alfombra roja protestaron los responsables de la Berlinale, el embajador ucranio en Alemania, la ministra alemana de Cultura, los directores de los festivales de Odesa y Kiev, los equipos de los tres largometrajes y el corto ucranios que se han proyectado en distintas secciones, y miembros de la industria y de la agencia estatal de cine ucrania. En la inauguración hubo una conexión en directo con Kiev, desde donde se conectó el presidente Volodímir Zelenski, presentado por Sean Penn, que a su vez estrenó el documental Superpower, sobre la invasión. Matt Damon anunció que está en el inicio de la producción de un documental sobre el conflicto, y en general, todo participante en cualquier charla con la prensa manifestaba su solidaridad con los compatriotas de Zelenski.

La actriz Thea Ehre, protagonista de 'Bis ans Ende der Nacht'.MICHELE TANTUSSI (REUTERS)

La transexualidad. Hasta cuatro películas abordaban el universo trans desde una óptica que intentaba rehuir lo sórdido. En 20.000 especies de abejas, en la sección a competición, la española Estibaliz Urresola ilustra los días de reafirmación ante la familia de una niña trans de ocho años: ella lo tiene claro, es la sociedad la que debe de amoldarse ante su decisión. Esa competición se cerró ayer con la alemana Bis ans Ende der Nacht, un thriller centrado en la relación sentimental entre un policía infiltrado en una red de narcotráfico y una mujer trans. Además, en Encounters, el filósofo Paul B. Preciado debutó en el cine con Orlando, mi biografía política, un ensayo fílmico que aprovecha la novela de Virginia Woolf para hablar de los Orlandos que habitan el planeta. Y en Panorama, el documental colombiano Transfariana ilustraba la relación en la cárcel entre un guerrillero de las FARC y una prostituta trans condenada por crímenes que no ha cometido.

La protagonista de 'The Survival Of Kindness', de Rolf de Heer.

La explotación racial. En secciones como Forum, abiertas a cines de todo el mundo con películas de poco presupuesto y propuestas más arriesgadas, la confrontación étnica y las diferencias raciales han sido el tema diario. En competición había dos ejemplos subrayables, y los dos australianos: Limbo, un thriller cuya trama se cimentaba en el maltrato de los blancos a los aborígenes; y The Survival of Kindness, del veterano Rolf de Heer, que arranca con una mujer negra sin nombre abandonada en un desierto dentro de una jaula. Esta última ha ganado el premio Fipresci de la crítica internacional.

Jesse Eisenberg, en 'Manodrome'.

La nueva masculinidad contra masculinidades tóxicas. Una dicotomía en plena ebullición. Por un lado, el marido neoyorquino de Nora, la protagonista de Past Lives, un hombre sensible que aguanta con cariño la aparición del amor de la infancia de su esposa, un coreano musculoso y enamorado, que también entiende que su pasión por Nora nunca podrá cuajar. Por otro, el protagonista de Manodrome, un conductor de Uber al que da vida Jesse Eisenberg, que, cual Travis Bickle del siglo XXI, se endemonia detrás de un volante mientras siente que las mujeres no le hacen caso. Y por ello acaba dentro de una secta misógina. El hombre incel ha aparecido en otras secciones, y nunca acaba bien.

Imagen de 'Infinity Pool', de Brandon Cronenberg.

Sundance. El antiguo enemigo de la Berlinale ahora alimenta sus secciones. No es un tema social, pero sí ha sido muy comentado. Una de las favoritas al Oso de Oro, la estadounidense Past Lives, de Celine Song, procedía del certamen fundado por Robert Redford, al igual que los dos títulos de terror del apartado Special Gala: Infinity Pool, de Brandon Cronenberg, y la australiana Talk To Me.

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