Pedro Martínez Montávez, maestro en arabismo

Pensador sobre la Historia, destacó por su obra ‘Significado y símbolo de Al-Andalus’, como entidad singular de espacio árabe e islámico

El arabista Pedro Martínez Montávez, en una imagen de 2005.PABLO JULIÁ

Templanza en el dolor baña mi alma. En la mañana del 14 de febrero de 2023, se apaga la mirada clara, enmudece la voz poderosa —en garganta de hierro albergada—, palidecen las manos —esculpidas por artista virtuoso— del insigne arabista Pedro Martínez Montávez. Nace el 30 de junio de 1933 en Jódar, provincia andaluza de Jaén, que lo nombra hijo predilecto y le dedica una calle. ¡Cuántos honores recibidos en el campo del arabismo español por revitalizar la espléndida tradición del mejor humanismo! ¡Cuánta sabidur...

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Templanza en el dolor baña mi alma. En la mañana del 14 de febrero de 2023, se apaga la mirada clara, enmudece la voz poderosa —en garganta de hierro albergada—, palidecen las manos —esculpidas por artista virtuoso— del insigne arabista Pedro Martínez Montávez. Nace el 30 de junio de 1933 en Jódar, provincia andaluza de Jaén, que lo nombra hijo predilecto y le dedica una calle. ¡Cuántos honores recibidos en el campo del arabismo español por revitalizar la espléndida tradición del mejor humanismo! ¡Cuánta sabiduría transmitió el preclaro arabista entre sístoles y diástoles hispano-árabes!

Estableció una dialéctica entre la ética de la convicción y la ética de la responsabilidad. Descubrió otros horizontes: alejados de nuestros caminos, ya tan trillados. Fue destejiendo estereotipos —creencias y no son idea ni reflexión— sobre el mundo árabe y musulmán. Despejó la bruma de nuestras propias sombras culturales.

Enseñó a remontar nuestras propias orillas para ir al encuentro del Otro. La mejor manera de ir creciendo hacia la empatía. Brindó palabras de respiración y olor árabe: fértil acequia en la era de las lenguas. Argumentaciones vertidas en un compromiso social, por el que sufrió, mostrando su perplejidad con talante, franqueza —a veces con humor—, ante tanta sinrazón e incomprensión, que requieren la destreza del acróbata, la maestría del artesano para arropar la decepción.

Pensador de cuño pionero y poético, de impronta independiente, sustentada sobre la diacronía y la sincronía, mutuamente complementarias. Pensador sobre la Historia, su análisis y explicación, en su obra: Significado y símbolo de Al-Andalus, como entidad histórica singular de espacio árabe e islámico, como fenómeno de relación.

Fue Pedro como quería que lo nombráramos: fanal —zahorí— en la noche oscura del mundo árabe, en nuestras propias pretensiones sin carencias (recogiendo así su texto: Pretensiones Occidentales, carencias árabes).

Por eso mantiene seguidores que, como rehalas de palomas, cáfilas de golondrinas —bandadas y orquesta en sincronía—, acuden a sus textos para encontrar en ellos abrigo y reflexión. ¡Cuánto agradecimiento al acoger nuestros trabajos y tesis doctorales! (En las Fronteras del Prólogo. Ver lo árabe a través de otros ojos).

Empero, lector, de nada sirven mis palabras si no vamos al encuentro de tan ingente obra. Porque:

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