‘Oro puro - Rheingold’: la vida exagerada de un rapero muy malote

En Oro puro - Rheingold no falta de nada: campos de refugiados, cárceles sirias, partos en cuevas de Irán, salones de jeques en París, salas de conciertos en Alemania, suburbios europeos, mafias, drogas, robos, torturas, oro, cárcel y, claro, la música como redención final. La nueva película de Fatih Akin, el director alemán de origen turco que a principios de este siglo abrió un nuevo camino multicultural en la cinematografía germana, es uno de esos bólidos que recuerdan a las últimas ...

En Oro puro - Rheingold no falta de nada: campos de refugiados, cárceles sirias, partos en cuevas de Irán, salones de jeques en París, salas de conciertos en Alemania, suburbios europeos, mafias, drogas, robos, torturas, oro, cárcel y, claro, la música como redención final. La nueva película de Fatih Akin, el director alemán de origen turco que a principios de este siglo abrió un nuevo camino multicultural en la cinematografía germana, es uno de esos bólidos que recuerdan a las últimas obras del británico Guy Ritchie, que convierten los bajos fondos en un desfile cardiaco de atildada testosterona.

La película está inspirada en las memorias que en 2015 escribió el rapero, productor musical y exconvicto Giwar Hajabia, alias Xatar, con el maximalista título de Alles oder Nix (Todo o nada), que también es el nombre de su sello musical. Hijo de refugiados kurdos, su padre era músico y Xatar creció en Bonn, donde empezó a delinquir hasta acabar involucrado en un sonado robo de oro después de haber sido camello y matón de poca monta. Akin leyó el libro y encontró su propia mina de oro (la película se estrena en España avalada por su taquillazo en Alemania), una historia que le va como un guante a un tipo de cine comercial de autor enfocado a un público que necesita estímulos a puñetazo limpio para soltar el móvil.

Después de la gratuita sordidez de su anterior filme, El monstruo de St. Pauli, basada en otro personaje real, un asesino en serie que conmocionó Alemania en los años setenta, Akin retrata con todos los honores a un nuevo antihéroe que, bajo la piel del magnético actor Emilio Sakraya —la mejor decisión de la película—, se parece más bien poco al personaje real.

Oro puro es una mezcla demasiado compulsiva de géneros: del carcelario al bélico y al musical, de la tragicomedia de gángsteres de discoteca al drama de los refugiados e inmigrantes en Europa. Si su engranaje y ritmo funcionan es gracias a la audacia de Akin para moverse entre golpes de efecto constantes que mantienen el equilibrio entre músculo y cerebro. Al final, Oro puro - Rheingold es una entretenida semblanza de Xatar, aunque eso no signifique que acabemos sabiendo quién es en realidad este escurridizo personaje.