‘Policías y ladrones’ y el espectro de la zarzuela
El género chico fue definido por un público, una época y unos anhelos que no volverán. La nueva producción se adentra en el sainete de Bárcenas y los líos del Partido Popular
Se esperaba con expectación el estreno de esta nueva zarzuela de atractivo título, Policías y ladrones. Aparte de dos personalidades solventes como son el dramaturgo y crítico Álvaro del Amo en la parte del libreto, y el músico Tomás Marco en la composición; esta zarzuela había sufrido varios retrasos, de los cuales dos estrenos programados y suspendidos en los últimos momentos a causa de una huelga de personal técnico del INAEM y del confinamiento respectivamente. Pero, además, la perspectiva de su actual estreno se beneficiaba del 80 aniversario de Tomás Marco (1942) que ha recibido diversos homenajes en forma de conciertos, de los que merece reseña el celebrado a principios de octubre que sirvió de apertura a la actual temporada del CNDM en el Museo Reina Sofía. Se juntaron allí los mismos protagonistas musicales de esta zarzuela, el director José Ramón Encinar y la que fue su orquesta durante un decenio, la ORCAM, titular de la temporada lírica del Teatro de la Zarzuela.
En cuanto a la zarzuela el día llegó, se acabó la espera, y la primera constatación es que el retraso ha perjudicado a este título. Su tema, la corrupción política, el sainete de Bárcenas y los líos del Partido Popular han perdido fuelle y actualidad. Quedaba, eso sí, su estilización y el recuerdo de las trepidantes comedias de Chueca, con sus ladrones, sus gendarmes y su gracejo. Quedaba, en suma, el recuerdo de la zarzuela como género y la inevitable referencia a nuestra cima del teatro lírico.
Pero, justo ahí es donde percibo un problema que atraviesa esta producción. ¿Qué es una zarzuela? Se sabe lo que fue una zarzuela, pero cada vez que en tiempos modernos surge la propuesta de actualizar el género se produce un baño de ingenuidad que olvida lo esencial, la zarzuela era un género que fue definido por un público, una época y unos anhelos que no volverán, y que llamar zarzuela a un teatro musical contemporáneo termina intoxicando cualquier intento.
Ni gracioso, ni serio
Los ingredientes de estos Policías y ladrones permitían suponer que, al menos, una metazarzuela a lo Chueca era posible. Pero los problemas que se ven en esta producción demuestran que no, el espectro del género termina comiéndose las mejores intenciones de manera gradual en una pieza que se termina haciendo larga y confusa, que desperdicia las pocas posibilidades que se abren desde un libreto que nunca se define estilísticamente, ni gracioso ni serio.
Es una pena, porque Tomás Marco es un creador curtido en todas las batallas líricas, ha practicado el teatro musical de vanguardia de los años 60, la ópera contemporánea desde los 70, el monodrama, la música incidental para el teatro, etc. En esta pieza comienza con una obertura que parece rendir homenaje a Parade de Satie y que promete mucho, pero la aparición de los personajes, coro y protagonistas, no consiguen despegar por falta de concreción estilística; las numerosas rimas, no siempre felices, pero rimas, al fin y al cabo, que propone Del Amo no encuentran una música característica y todo adquiera un tono de pesantez que parece negar los propósitos de una zarzuela cómica y, ni mucho menos, dramática.
En el haber de esta producción hay bastantes momentos felices de expresión lírica y, especialmente, la puesta en escena de Carme Portaceli, que se esfuerza en vestir de modernidad una historia que evoluciona a golpe de brochazos. También destaca la labor musical del director José Ramón Encinar, que conoce igual de bien la música de Marco y las posibilidades de una orquesta que dirigió como titular.
En cuanto al reparto, se muestra en general entregado a la causa, con prestaciones notables tanto en lo lírico como en lo teatral. Con mención especial para el coro de la casa que se desdobla admirablemente para teatralizar todo lo que le pide Portaceli.
En suma, una nueva víctima del espectro de la zarzuela, aunque el juicio último lo tiene el respetable.
Policías y ladrones. Música: Tomás Marco; libreto, Álvaro del Amo. Dirección musical: José Ramón Encinar. Dirección de escena: Carme Portaceli. Escenografía: Montse Amenós. Intérpretes: César San Martín, Miguel Ángel Arias, Alba Chantar, César Arrieta, María Hinojosa. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Coro del Teatro de La Zarzuela; director, Antonio Fauró. Teatro de la Zarzuela. 18, 20, 23, 25 y 27 de noviembre.