Viaje al turbio corazón del Kremlin: la novela que triunfa en Francia sobre el Rasputín de Putin

Giuliano da Empoli, ensayista y exconsejero de políticos italianos, es finalista del premio Goncourt con una ficción superventas sobre el ejercicio del poder en el siglo XXI

El escritor Giuliano da Empoli, en un café de París, el 3 de octubre.Bruno Arbesú

En el corazón del poder —de todo poder— hay soledad. Predominan los instintos animales, la violencia.

Giuliano da Empoli (París, 49 años) pasó años observándolo desde dentro en Italia como consejero del primer ministro Matteo Renzi y de otros políticos. Añádase a esta experiencia el tirón literario, y como objeto de estudio, de un país donde el ejercicio del poder se despliega en toda su brutalidad: la Rusia de Vladímir Putin. Y una dosis considerable de imaginación.

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En el corazón del poder —de todo poder— hay soledad. Predominan los instintos animales, la violencia.

Giuliano da Empoli (París, 49 años) pasó años observándolo desde dentro en Italia como consejero del primer ministro Matteo Renzi y de otros políticos. Añádase a esta experiencia el tirón literario, y como objeto de estudio, de un país donde el ejercicio del poder se despliega en toda su brutalidad: la Rusia de Vladímir Putin. Y una dosis considerable de imaginación.

El resultado es Le mage du Kremlin (El mago del Kremlin), una de las novelas del año en Francia y auténtico tratado, no solo del Kremlin en tiempos de Putin, sino del poder en su aspecto más crudo. Es también uno de los libros de los que más se está hablando estos días en la Feria de Fráncfort, que se celebra hasta el domingo.

“Me apetecía escribir un libro sobre el poder, no un libro específicamente sobre Rusia”, explica Da Empoli en un café de París, ciudad donde reside. “Y las dinámicas del poder se parecen. Lo que cambia son los límites que se ponen a este poder. Pero las pulsiones y las dinámicas de la corte son un poco las mismas”.

La novela —escrita en paralelo en versiones italiana y francesa, pero publicada primero en francés por la editorial Gallimard— ha vendido más de 100.000 ejemplares. Y figura en la selección para el Goncourt, el premio más prestigioso de las letras francesas. Todavía no hay edición prevista en español.

¿Sorprendido por el éxito? “Evidentemente”, responde Da Empoli. Como mínimo, tuvo el don de la oportunidad. La novela llegó a las librerías francesas el pasado abril, cuando la guerra llevaba solo mes y medio. “Hoy parece muy astuto, pero mientras lo escribía no es que estuviese fuera de la actualidad, pero sí era un poco lateral como idea de novela. No preví que se convirtiese en un superventas”.

Vladislav Surkov, en una reunión con otros cargos políticos en Lipetsk (Rusia), en 2010.Konstantin Zavrazhin (Getty Images)

En la novela, los años de Putin —su ascenso al poder, la guerra de Chechenia, las purgas de oligarcas, las campañas de desinformación, la primera guerra en Ucrania, de 2014— se despliegan ante el lector con una mirada desde el interior. Es la mirada de Vadim Baranov, bohemio cosmopolita, dramaturgo de vanguardia, productor de telerrealidad que, en vísperas del nuevo milenio, se convierte en el Rasputín del líder ruso, su consejero áulico, el artífice de la escenografía del poder de un Kremlin en el que todo es teatro y manipulación, ficciones a gran escala. El personaje de Baranov se inspira libremente en Vladislav Surkov, el auténtico “mago del Kremlin”, hoy apartado del poder. Surkov formuló teorías como la de la “democracia soberana” o la de la “vertical del poder”, y también tenía una vena literaria como poeta y autor de ficciones futuristas y de ensayos político-filosóficos.

Da Empoli, autor de ensayos como Los ingenieros del caos (editorial Oberon, en español), pensó que, para hablar de Putin, del Kremlin, de Baranov y del poder visto por dentro, era preferible la ficción. “Si escribes un ensayo, llega un momento que debes pararte: solo puedes decir lo que sabes, lo que has demostrado, los hechos”, argumenta. “Yo quería entrar en la cabeza de estos personajes y hacer entrar al lector, para explicar la experiencia del poder y de un poder bastante descontrolado como es el ruso. Paradójicamente, creo que la ficción es la única manera de hacer esto. No creo haber inventado muchas cosas, pero he imaginado mucho”.

Le ha ayudado la experiencia junto a políticos como Renzi desde sus tiempos de alcalde de Florencia a la presidencia del Consejo italiano entre 2014 y 2016. No es que haya trasladado hechos directamente a la novela: el Kremlin no es el Palacio Chigi ni una autocracia como la rusa es una democracia occidental. Pero él se basa en lo que llama ”una observación casi antropológica del poder”, aplicable en cualquier lugar y en elementos que, en grados distintos, están presentes no solo en Moscú.

Da Empoli, durante la entrevista en París.BRUNO ARBESÚ

Uno de estos elementos es la violencia. La violencia política. Da Empoli la conoció de cerca en 1986, cuando su padre, el economista y consejero del Gobierno socialista de la época, Antonio da Empoli, fue víctima de un atentado terrorista. Sobrevivió. Giuliano tenía 12 años. El poder, según Da Empoli, “es un ejercicio de una gran violencia”. “En nuestros países, por suerte, es una violencia simbólica”, reflexiona, “pero en los sistemas menos estructurados democráticamente, fácilmente se convierte en una violencia física también, y atrae a personajes con cierta aptitud para ello”.

El mago del Kremlin es un viaje al corazón tenebroso de este poder, “un lugar dominado y gobernado por la irracionalidad”, dice el autor. “Cuanto más te acercas al corazón, y evidentemente aún más en un sistema como ruso con pocos límites al poder, este corazón es un corazón pulsional”.

El Putin de Da Empoli, contado a través de los ojos del consejero Baranov, es un animal político en el sentido —explica el autor— que el escritor Elias Canetti daba al término: alguien que quiere sobrevivir a todo el mundo. “Y llevado esto al extremo”, añade, “si quieres sobrevivir a todo el mundo, acabas matando a todo el mundo, incluso a quienes te rodean”. “Esta pulsión del animal político es la misma en todos lugares: la diferencia es que en nuestros países no puedes matar a tus consejeros, mientras que en Rusia puedes ir más lejos”.

Al final del libro —y no es ningún spoiler: se cuenta desde el principio— el consejero Baranov abandona el Kremlin. Putin, como el caudillo en una novela latinoamericana, se queda aislado en su laberinto. “De vez en cuando aparece un guarda, un servidor se presenta, o un cortesano, convocado por una razón u otra. Eso es todo”, se lee en las últimas páginas. “El zar vive en un mundo en el que incluso los mejores amigos se transforman en cortesanos o en enemigos implacables, y casi siempre en ambos a la vez”.

Todo lo que se cuenta en El mago del Kremlin, lo imaginado y lo real, sucede antes de la invasión de Ucrania por Rusia. Y, sin embargo, todo lo que hemos visto desde el 24 de febrero pasado —la mentira y la violencia, la brutalidad del poder y su desquiciamiento, su soledad— está aquí.

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