Christie’s prepara la “mayor subasta de arte de la historia” con la colección de Paul Allen, cofundador de Microsoft
El lote se compone de 150 piezas que abarcan 500 años de historia del arte, de Botticelli a Lichtenstein
Las grandes subastas de arte habitan un territorio de lugares comunes en el que cada puja suele ser siempre histórica con relación a la anterior. Los superlativos y los récords se suceden, por la importancia de las obras y la apuesta monetaria de los postores, como ha quedado demostrado con el boom de ventas tras la pandemia, un tiempo durante el cual ...
Las grandes subastas de arte habitan un territorio de lugares comunes en el que cada puja suele ser siempre histórica con relación a la anterior. Los superlativos y los récords se suceden, por la importancia de las obras y la apuesta monetaria de los postores, como ha quedado demostrado con el boom de ventas tras la pandemia, un tiempo durante el cual el mercado, indemne a las turbulencias globales, generó 65.000 millones de dólares sólo en 2021, según la evaluación anual que realizan Art Basel y USB.
Pero la colección del cofundador de Microsoft Paul Allen, que Christie’s sacará a subasta en noviembre, está en otro nivel. La prestigiosa casa la acaba de anunciar como “la mayor y más excepcional venta en la historia de las subastas”. La exageración parece en este caso fundada: se compone de 150 obras de arte, que recorren un periodo de 500 años, de Botticelli a Roy Lichtenstein, valoradas en mil millones de dólares, el importe de cuya venta se destinará íntegramente a causas benéficas.
En la colección de Allen, que murió en 2018, hay obras maestras de la pintura y dos géneros predominantes, los paisajes y la figuración. Tras fundar Microsoft con Bill Gates en 1975, su revelación artística se produjo durante un viaje a Londres, en el que descubrió las marinas de Turner y el rabioso pop de Lichtenstein en una visita a la Tate Gallery. Filántropo notable, lanzó iniciativas como el Museo de la Cultura Pop, en 2000, en un edificio diseñado por el arquitecto Frank Gehry en Seattle, o el instituto de investigación científica que lleva su nombre, especializado en neurología e inmunología, en 2003, también en Seattle, una ciudad que contribuyó a dinamizar con sus inversiones y donde financió proyectos de arte públicos y artistas locales. Según fuentes de su fundación, que subrayan su amplio perfil humanista, dedicó a causas benéficas ―de la investigación científica a la recuperación de especies en peligro de extinción, pasando por una amplia gama de iniciativas artísticas― un total de 2.650 millones de dólares.
Ávido coleccionista durante décadas, Allen comenzó a compartir públicamente piezas de su colección a fines de la década de los noventa a través de docenas de préstamos, a menudo anónimos, a museos de todo el mundo. También montó exhibiciones de parte de su colección como la muestra Seeing Nature en 2016, que recorrió Estados Unidos. Recogía 39 paisajes de célebres de autores como Brueghel el Joven, Van Gogh, Hopper y Klimt, que permitían apreciar el desarrollo del género a lo largo de la historia de la pintura. En 2006 había presentado en su museo Double Take: from Monet to Lichtenstein, que contrastaba obras impresionistas con las de viejos maestros de la pintura.
“La figura inspiradora de Paul Allen, la extraordinaria calidad y diversidad de las obras, y la dedicación de todas las ganancias a la filantropía, crean una combinación única que hará de la venta de la Colección Paul G. Allen un evento de una magnitud sin precedentes”, subraya Guillaume Cerutti, director ejecutivo de Christie’s, en un comunicado. “La vida de Paul fue guiada por su deseo de hacer de este mundo un lugar mejor. Creemos que presentar su colección en una subasta y dar la oportunidad a un público más amplio de descubrirla será un tributo apropiado para celebrar su visión y su legado”, añade.
La subasta de la colección Allen será sin duda el plato fuerte de la temporada de otoño del mercado del arte. En la puja, que se celebrará en el Rockefeller Center de Nueva York en fecha por determinar, es probable que La montaña de Santa Victoria, de Paul Cézanne, supere con holgura los 100 millones de dólares. O el collage de Jasper Johns de 1960, más de 50 millones. El mercado del arte seguirá sumando récords ―como los de la Marilyn de Warhol subastada por Christie’s en mayo por 195 millones, o los 922 millones obtenidos por la colección Marlowe, en Sotheby’s―, pero la dimensión de la colección de Allen dejará huella. En palabras de Jody Allen, hermana del financiera y albacea de su legado, “su colección refleja la diversidad de sus intereses, con su propia mística y belleza. Estas obras significan mucho para muchos, y generarán un enorme valor para actividades filantrópicas de acuerdo con los deseos de Paul”.