El 60º cumpleaños de Spiderman, Thor, Hulk y Iron Man: los mitos de Marvel entran en la tercera edad

Los cuatro iconos, lanzados entre 1962 y principios de 1963, empiezan su séptima década con una fama intacta, sin ánimo de jubilarse, pero con dudas sobre su encaje en el mundo actual

Portada del cómic 'Amazing Fantasy', con la primera aparición de Spiderman, dibujado por Steve Ditko y editado por Marvel.

Cualquier médico sensato les diría que parasen. Deslizarse entre rascacielos con una telaraña o levantar un martillo de peso descomunal no son planes para la tercera edad. Lo suyo, a estas alturas, sería más bien un retiro plácido. Como los individuos normales. Ellos, sin embargo, son excepcionales. Uno, incluso divino. La sociedad los necesita. Los lectores, también. Y su editorial, aún más. Así que no hay achaque que valga: la carrera del superhéroe no prevé la jubilación. Y eso que han cotizado méritos de sobra. Porque estos meses tres iconos de los cómics de Marvel, ...

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Lee sin límites

Cualquier médico sensato les diría que parasen. Deslizarse entre rascacielos con una telaraña o levantar un martillo de peso descomunal no son planes para la tercera edad. Lo suyo, a estas alturas, sería más bien un retiro plácido. Como los individuos normales. Ellos, sin embargo, son excepcionales. Uno, incluso divino. La sociedad los necesita. Los lectores, también. Y su editorial, aún más. Así que no hay achaque que valga: la carrera del superhéroe no prevé la jubilación. Y eso que han cotizado méritos de sobra. Porque estos meses tres iconos de los cómics de Marvel, Spiderman, Thor y Hulk, cumplen 60 años al servicio del bien. Les seguirá, a principios de 2023, también Iron Man. Seis décadas de hazañas y algún paso en falso. Han viajado al espacio y se han casado, han derrotado a villanos terribles o a sus demonios interiores, han tenido hijos y hasta nietos. Pero el mundo —¿el negocio?― pide más. Su aventura nunca termina. Al revés, continúa cada semana, en tebeos, pantallas o estanterías. Y en los sueños de millones de aficionados.

El mayor del grupo, por pocos meses, es Hulk. En mayo de 1962, Stan Lee y Jack Kirby publicaron la primera historia del doctor Bruce Banner y su colosal alter ego. “Nació como una criatura que se transforma de noche, algo así como el doctor Jekyll y míster Hyde. Decidieron que fuera gris, pero entonces ese color no se imprimía bien y terminaron cambiándolo al verde”, relata Antonio Monfort, autor del ensayo Secret Origin: Historia y evolución de los superhéroes (Héroes de papel). El personaje pretendía evocar el concepto del monstruo dentro de cada uno. Pero, pese a su fuerza legendaria, apenas aguantó en las tiendas: un puñado de números y su serie fue cancelada. No gustaba, por lo menos no como protagonista. Así que durante un tiempo se limitó a cameos en los cómics de otros héroes. De ahí, quizás, su rabia enfurecida.

Todo lo contrario a Spiderman, el siguiente en venir al mundo, en agosto de 1962. Creado por Lee y Steve Ditko, la primera victoria del personaje fue contra un destino ya marcado. La leyenda cuenta que el fundador de Marvel, Martin Goodman, odiaba las arañas y accedió a lanzarlo en Amazing Fantasy porque esa serie iba camino del cierre, como recoge el libro Marvel vs DC de Reed Tucker (Planeta Cómic). Sin embargo, el tímido Peter Parker mostró una enorme capacidad de seducción. Y, al igual que Hulk, enseñó desde el principio también sus fragilidades. En su debut, el doctor Banner se echaba a llorar, desesperado ante sus mutaciones. Spiderman confesó muy pronto que “a veces” odiaba sus poderes y la responsabilidad que conllevaban.

Primera aparición de Thor en un cómic de Marvel.

“Todos los héroes Marvel tienen su perfección y, a la vez, un talón de Aquiles que los hace vulnerables”, tercia Monfort. La egolatría de Thor, por ejemplo, había llevado a su padre Odín a transformarle en mortal, tullido y sin memoria alguna de ser un dios nórdico. Hasta que el pobre Donald Blake encuentra un bastón y recuerda quién es. Y por más que Tony Stark volara encerrado en la armadura vanguardista de Iron Man, sus problemas cardiacos le devolvían a menudo a la tierra. “El éxito de Marvel tenía que ver con la narrativa y con poner un espejo ante el mundo real no solo para los críos, sino para un número creciente de adultos cansados de que los tradicionales personajes de DC dijeran las mismas cosas que en los años cuarenta y cincuenta, ‘¡Córcholis!”, defiende el dibujante John Romita en el libro Marvel vs DC. “Crearon personajes auténticos, que vivían en Nueva York o Chicago, no en mundos imaginarios”, agrega Alejandro Martínez, editor de Panini Cómics, que publica en España las obras de Marvel.

De envidiar a los mitos de su sello rival —Superman, Batman o Wonder Woman habían nacido 20 años antes—, Marvel pasó a imitarlos y, luego, enfrentarlos de tú a tú. Aunque, en seis décadas, los superhéroes han acumulado muchas más batallas. Contra sus némesis, cómo no. Y ante enemigos incluso más insidiosos: Tony Stark superó el alcoholismo, Bruce Banner los abusos de su padre o la traición de sus amigos y Peter Parker descubrió los horrores de la guerra de Vietnam o de la dependencia de las drogas. Y tanto Spiderman como Thor ayudaron a rescatar heridos entre los escombros de las Torres Gemelas, en un cómic celebrado como una de las primeras creaciones de EE UU que afrontaban el trauma del 11-S, pero también criticado por su sesgo patriótico. Tan pegados estaban los héroes a su realidad que entraron en el siglo XXI divididos, como buena parte la sociedad estadounidense, entre defensores y opositores de la reducción de las libertades individuales en aras de una mayor seguridad, en la célebre saga Civil War. Todos, además, han tenido que lidiar con épocas en las que el público parecía darles la espalda, como los años noventa.

Primera portada de 'El Increíble Hulk' (1962), editado por Marvel. Marvel

A fuerza de salvar el mundo, en todo caso, Hulk y compañía terminaron encumbrando a la propia Marvel, desde los apuros económicos hasta el sólido gigante que es hoy en día. E incluso se rescataron a sí mismos. “Recuerdo una comida con [el editor] Nick Lowe, hablando de que nadie podía esperarse la popularidad que alcanzó Iron Man, que siempre había sido una figura de segundo o incluso tercero plano”, comparte Carlos Pacheco, artista que ha dibujado historias de los cuatro y confiesa su predilección por Spiderman. Cosas de Hollywood, y del inaudito triunfo cinematográfico del Hombre de Hierro interpretado por Robert Downey Jr. Antes, el audiovisual ya había abrazado a esos personajes: los dibujos animados apuntalaron el éxito del hombre araña, o la serie con Lou Ferrigno devolvió los focos a Hulk. Pero el estreno fílmico de Iron Man, en 2008, selló un pacto de alianza entre los héroes y la gran pantalla que hoy sigue en vigor.

Ahora, los mitos de Marvel no paran de cruzarse en el cine. Sin embargo, hace décadas que la idea estaba ahí, en los cómics. “El universo Marvel nació como un todo: si las aventuras son en Nueva York, y ahí hay varios superhéroes, tarde o temprano se tienen que encontrar. Unos aparecían en otras series, había sagas, líneas argumentales, que pasaban de una colección a otra, y un concepto de continuidad”, explica Martínez. De hecho, por otro lado, la red de tramas distintas supone hoy una barrera para quien se acerque por primera vez a estos cómics. El peso de tan larga y gloriosa historia tampoco ayuda, por más que lo aguanten los hombros más poderosos del planeta.

Detalle de una portada de un cómic de Iron Man editado por Marvel.

“El problema de estos personajes es que se ha contado casi todo y se han convertido en iconos. Al lector veterano es difícil que la etapa moderna le sorprenda. En parte, la propia editorial tampoco lo pretende. Hasta los años noventa evolucionaban, poco a poco. A partir de los 2000 se vuelve una y otra vez a sus aspectos básicos”, tercia Monfort. “La construcción del mundo de estos personajes no depende solo de los autores, sino en buena medida de lo que las compañías quieren que se haga con ellos”, agrega Pacheco. Frente a ello, el editor Alejandro Martínez defiende que siempre llegará un guionista capaz de inventar algo nuevo, y fascinante.

Lo cierto es que, a veces, estos héroes han sabido cambiar. Tony Stark nació como traficante de armas antes de volverse filántropo. Pero, entre sus muchos superpoderes, ninguno de los cuatro tiene las gafas moradas, o del arcoíris: se trata, al fin y al cabo, de hombres heterosexuales blancos de 60 años. De ahí que, para entender el mundo actual, hayan pedido ayuda a las nuevas generaciones. Hoy, el joven latino Miles Morales también lleva el traje de Spiderman y una serie propia de cómics; la niña prodigio Riri Williams se enfunda la armadura de Iron Man. Y la diosa del trueno que cogió nombre y martillo de Thor encabeza una de las etapas creativas más aplaudidas del personaje. Eso sí, lejos de abdicar, el héroe original concede espacio y fama a sus nietos, pero suele mantener su propia cabecera.

“Se les añaden hijos, familiares, personajes que pululan alrededor o hasta cambios en la estructura, pero cuando tengan un bajón se va a intentar revertir volviendo a los principales”, asegura Pacheco. “Una gallina de los huevos de oro no la matas. Pero si no la tocas, no puedes hacer nada. Si el personaje original no lo puedo modificar, lo hago con otro. Miles Morales al final es una actualización de Peter Parker, pero no está atado por 60 años. Aunque, ¿tiene entidad por sí solo? Es como el hijo de una superestrella que hace películas maravillosas, pero todo el mundo le recuerda sobre todo por el apellido del padre”, insiste Monfort. Responderá el tiempo. Y, sobre todo, el público. Porque solo hay un ser más poderoso que cualquier tipo disfrazado en un cómic: su lector.

La niña Maddox Cruz, de 13 meses, observa a un hombre disfrazado de Spiderman en la Comic-Con de San Diego, el 21 de julio. ROBYN BECK (AFP)
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