‘Close’, un poema sobre el duelo y la culpa del belga Lukas Dhont, da la campanada en Cannes
El japonés Kore-eda regresa al festival con una emotiva ‘road-movie’ rodada en Corea sobre los frágiles lazos de sangre y la orfandad
La sección oficial del festival de Cannes convirtió su penúltimo día en un maratón de casi siete horas de gran cine. Las tres películas a concurso borraron de un plumazo la fatiga y el empacho de los días y las largas sesiones acumuladas. Broker, del cineasta japonés Kore-eda; Close, del belga Lukas Dhont, y Pacifiction, del español Albert Serra nada tienen que ver entre sí pero cada una a su manera rompieron con la monotonía y el cansancio de la recta final de Cannes. Solo queda un día más para el ...
La sección oficial del festival de Cannes convirtió su penúltimo día en un maratón de casi siete horas de gran cine. Las tres películas a concurso borraron de un plumazo la fatiga y el empacho de los días y las largas sesiones acumuladas. Broker, del cineasta japonés Kore-eda; Close, del belga Lukas Dhont, y Pacifiction, del español Albert Serra nada tienen que ver entre sí pero cada una a su manera rompieron con la monotonía y el cansancio de la recta final de Cannes. Solo queda un día más para el final de esta 75º edición y ayer jueves se cerraba una sección oficial bastante redonda.
De la deslumbrante película de Albert Serra nos ocupamos en otra crónica. La campanada vino de la mano de Close, segunda película del belga Lukas Dhnot, un director nacido en 1991 y con solo un largometraje a sus espaldas, Girl, acercamiento a una joven trans que quiere ser bailarina que le valió en 2018 la Cámara de Oro del festival y dos premios de la sección Una cierta mirada. Cuatro años después de aquel debut, Lukas Dhnot vuela mucho más alto con un sobrecogedor poema sobre el duelo y la culpa de un preadolescente que experimenta de forma precoz y trágica la muerte de su mejor amigo.
El impresionante trabajo con los niños protagonistas, la manera de narrar una historia terrible desde una mirada llena de sensibilidad y sutileza, el vehículo de una banda sonora que forma parte sustancial del doloroso relato y sobre todo la manera de abordar el amor y la crueldad en la edad de la inocencia hacen de Close un filme del que se hablará y mucho. Un melodrama sensorial, construido desde la memoria, donde el uso de la luz y el color (todo ocurre en un evocador campo de flores) se abre en canal ante la desesperada carrera en círculo de un crío que aprenderá de la peor forma posible que nuestros actos tienen consecuencias y que por desgracia algunas veces no hay marcha atrás. El desconsolado llanto del pase de la crítica, con personas de medio mundo y de todos los pelajes disimulando como podían la conmoción de una película así, lo decía todo.
Si Close es un insondable mazazo, el ya veterano cineasta japonés Hirokazu Kore-eda (Palma de Oro el mismo año que Lukas Dhnot presentaba Girl con la maravillosa Un asunto de familia) volvía al festival con una preciosa road-movie rodada en Corea y con dos estrellas coreanas (los actores Song Kang-ho y Bae Doona) sobre la orfandad y las familias elegidas. Con Broker, el director de De tal padre, tal hijo vuelve a preguntarse por los frágiles lazos de sangre con la mirada humanista y sabia de su ya larga filmografía. La historia de un bebé abandonado por una joven prostituta en una “caja para bebés” que es secuestrado por dos delincuentes de poca monta perseguidos por la policía, le vale al cineasta nipón para componer un nuevo canto a las familias por accidente. Una vez más Kore-eda es capaz de contar tantísimas cosas sin aparente esfuerzo, con tanto amor por sus personajes que es imposible no emocionarse con esos hombres solitarios que cosen ropa y lazos de amor imposibles, niños en orfanatos que sueñan con ser futbolistas y una chicas solitarias que se niegan su maternidad hasta que por fin aprenden a perdonarse. Broker es, pese a su tristeza, una película reconfortante y Kore-eda sigue siendo un maestro del corazón humano.
La familia también era el centro de la iraní Leila’s brothers, de Saeed Roustaee, proyectada el miércoles. Un filme de casi tres horas con unos diálogos trepidantes pero estirados de forma agotadora sobre una familia incapaz de escapar de su miseria. La losa del patriarcado es el fondo de este filme bien interpretado y que funciona por momentos. La excesiva fatalidad de los personajes recuerda demasiado a los de las películas de Asghar Farhadi, miembro del jurado de este año, y eso hace temer que este filme que no está mal, pero sin más, acabe injustamente en el palmarés. La nueva película de Claire Denis, Stars at noon, también concursó el miércoles. Un thriller erótico con el caluroso trasfondo de Nicaragua, protagonizada por una pareja joven y magnética, Margaret Qualley y Joe Alwyn, y que, aunque tiene alguna secuencia muy bonita y sensual, se queda en poco.